Paul Kammerer (*) |
Por Orlando
Albornoz
Universidad
Central de Venezuela
Para Ignacio ‘Nacho’ Avalos, con afecto
Un impasse
banal y circunstancial en una universidad pública situada en provincia, me ha
permitido una reflexión acerca del trabajo de los académicos en mi país,
Venezuela, que puede ser de interés para alguno que otro desocupado errante aspirando dedicarse a la vida
académica. No voy a tomar una decisión tan drástica como la que tomó el 23 de
septiembre de 1926 el eminente biólogo y sociólogo Dr. Paul Kammerer, en parte
porque como dijo el sabio Manuel Peñalver –y no lo digo en broma o en burla,
porque Manuelito era eso, un sabio- no somos suizos y menos austriacos. El caso
del austriaco tuvo repercusión internacional y hasta un film se hizo de su
vida, dirigido el mismo por el ucraniano Anatoli Vasílievich Lunacharski (1875-1933),
un film titulado Salamandra, cuya
primera actriz era su propia esposa –la segunda, se sobreentiende- del entonces
Comisario de Educación Pública de la naciente Unión Soviética y eventualmente derivó
en un libro fascinante que narra la historia con la cual me he topado, escrito
por Arthur Koestler (1971) The case of
the midwife toad.