Quienes gobiernan nuestro país se apropiaron tanto de la mentira como de la mudez cuando no de la palabra vacía casi siempre pervertida con el calificativo procaz en reiterado ejercicio que embrutece, ignorando con aviesa intención el sufrimiento de nuestra gente, no sólo aquellos otrora considerados "el activo más preciado de la revolución" sino también olvido y desprecio por los venezolanos que sin distinción ahora en pobres a todos nos han convertido.
Se olvidaron de la miseria que arropa a nuestros niños y la tristeza de las madres que los adormecen en obligado ayuno compartiendo el vacío diario de su menguada mesa; olvidaron a nuestros jóvenes que día tras día caminan abrazados a la incertidumbre, a nuestros ancianos abandonados y empujados al abismo de la soledad que con certeza los espera.