viernes, 1 de diciembre de 2017

Doña Barbara publicada en japonés.

Por Gregory Zambrano (*)
La legendaria editorial nipona Gendaikikakushitsu ha incluido a Doña Bárbara, de Rómulo Gallegos, en su colección “Los clásicos”. Hace apenas unos días comenzó a circular en el circuito de librerías japonesas.
Después de varios años de espera, este logro ha sido posible gracias a las gestiones de Masakuni Ota y Ryukichi Terao, quien además de ser el traductor, ha logrado afianzar los apoyos del gobierno de España a través del Instituto Cervantes y del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte.
Recuerdo cuando, hace ya dos décadas, en 1997, en uno de los viajes de mochileros, que compartimos con Ryukichi de sur a norte de la geografía mexicana, entre Veracruz y Mazatlán, hablábamos de literatura venezolana y Gallegos fue siempre un referente. Lejos estaba entonces esa posibilidad de que algún día pudiera leerse al gran clásico venezolano en la lengua de Akutagawa, Tanizaki, Oe, Abe y Dazai. La tarea estaba pendiente. Hace poco más de un año, luego de múltiples gestiones, logramos ponernos en contacto con los herederos de nuestro autor, especialmente con doña Sonia Gallegos, su hija, quien amablemente facilitó el camino para concretar la edición.
 
En esta oportunidad acompañé literariamente a Terao en el recorrido por las sabanas venezolanas, llenas de misterios, reciedumbre y esperanza. Fueron gratas sesiones para conversar y aclarar elementos contextuales, para encontrar el sentido justo de una expresión, un giro llanero o un neologismo. Poco a poco algunas obras de la literatura venezolana se conocen en traducciones. Esta colección de la editorial Gendaikikakushitsu reúne a los Clásicos en una serie que ofrece obras inmortalizadas en distintas lenguas, que han sido traducidas al japonés por vez primera. 
Distantes en el tiempo, De la conquista a la independencia, de Mariano Picón Salas; Lope de Aguirre, príncipe de la libertad, de Miguel Otero Silva y Doña Bárbara, se reúnen en lengua japonesa. Hasta ahora son las únicas obras de autores venezolanos, específicamente literarias, que se han traducido a este idioma. Esperemos que pronto puedan venir nuevos títulos. 
La literatura venezolana, como no es secreto, es poco conocida fuera del ámbito nacional, entre otras razones, por la carencia de traducciones. Aunque en estos últimos años ha habido un reconocimiento -o mejor diríamos, un descubrimiento-, que ha sido muy positivo, algunos autores han comenzado a circular en distintos países, y sus obras a ser conocidas en traducciones, lo cual es una excelente apertura. En Japón es casi inexistente la literatura venezolana. Por esta razón, en los cursos y seminarios que imparto en universidades japonesas me he empeñado en divulgar autores venezolanos. Y un viejo anhelo era que pudiera ser difundida en japonés una novela fundamental como Doña Bárbara.
Para esta ocasión elaboré un breve estudio introductorio y una cronología. El trabajo también consistió en acompañar el proceso de traducción y apoyar a Terao, quien ha vivido -además de otros países- en Venezuela y conoce bastante bien los giros de nuestro sociolecto. Sin embargo, fue necesario desentrañar el sentido de algunos venezolanismos que aparecen en la novela. 
Como se sabe, en el caso del japonés es muy difícil, si no imposible, hacer lo que se llama traducción literal, porque el sentido del kanji (ideograma) es el de contener una idea, entonces el traductor debe buscar el significado más preciso que vierta no solamente la palabra sino la idea al japonés. De esta manera, el traductor debe hacer ciertas recreaciones o algunas elipsis que le permitan al lector comprender la idea lo más cercana posible a lo que el autor quiso decir. Y, además, tratar de conservar el ritmo poético que contiene obras literarias como la que nos ocupa. En este sentido, traducir también significa interpretar. Esto siempre es un reto para el traductor porque, además, una de las características de una buena traducción literaria es que prescinde de anotaciones al pie o de explicaciones marginales. Todo debe ser resuelto dentro del texto. Y eso lo ha hecho Terao a lo largo de su ya abundante labor, de traducir obras que a simple vista serían prácticamente intraducibles como, por ejemplo, Tres tristes tigres, de Guillermo Cabrera Infante, que fue vertida al japonés recientemente. 
En el caso Doña Bárbara, no solamente es necesaria la transliteración de nombres extranjeros, en este caso los nombres propios o apodos, que deben traducirse en katakana (otro de los silabarios japoneses), sino también los apelativos que concentran en la palabra las características del personaje, por ejemplo, la “devoradora de hombres”, o el “brujeador”, cuya traducción debe dar la idea del papel que el personaje representa en la novela. De igual manera, el sentido que tendría en japonés algún refrán venezolano, el nombre de animales o ciertos árboles locales que no tienen equivalente en japonés, como el merecure. 
En varias ocasiones en que he impartido conferencias sobre literatura venezolana, a algunos asistentes les resulta familiar el nombre de Rómulo Gallegos, y preguntan por esta novela, por Cantaclaro o Pobre negro, entre otras, y también me he encontrado la sorpresa de conocer a japoneses que han visitado Venezuela, o han estado en los llanos y mostraron su interés por las particularidades del habla llanera venezolana o sus maneras de ser, y se preguntan cómo sería su representación equivalente en japonés. 

Aquel bongo que remontaba el Arauca bordeando las barrancas de la margen derecha, ahora se interna en el archipiélago nipón en busca de nuevos lectores. Aquí vamos.


Gregory Zambrano, noviembre 27, 2017.






En las fotos: Mariano Picón Salas, Miguel Otero Silva y Rómulo Gallegos. Tres autores venezolanos traducidos al japonés y sus obras respectivas.









Nota del editor
____________________________________________________________

(*) Gregory Zambrano (1963) es profesor jubilado de la Universidad de Los Andes y ahora trabaja en la Universidad de Tokio. Durante nuestra gestión como Vicerrector Académico de la ULA fue uno de nuestros colaboradores  al dirigir el Consejo de Desarrollo  Científico, Humanístico y Tecnológico (CDCHT). Agradezco la autorización para publicar su reseña  en nuestro blog. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario