Por: Orlando Albornoz
Universidad de Stanford, California |
Universidad Central de Venezuela
Una rápida e incrédula reacción de algunos colegas y
amigos de la ULA exige que aclare el tema del título de esta nota.
Esto es,
comenté en mi nota anterior, “ULA potencia académica”. que la ULA tenía la
potencia para ser en el año 2030 una potencia académica internacional, bajo el
formato de una universidad de investigación que se pudiese ubicar en el grupo
de excelencia de las primeras 400 universidades del mundo.[1].
Una carrera en donde
hay muchos competidores, como es el caso de una institución a la cual estoy
ofreciendo consultoría externa, la Universidad de Ghana [Fundada en 1948
tiene actualmente 26.319 estudiantes de pregrado, 1.816 de doctorado y 1.142
estudiantes internacionales, y trabajan en este momento en organizar 1.000
estudiantes de doctorado que aseguran sus estudios en una de las mejores
universidad de Dinamarca (La Universidad de Aarhus) y han recibido de la
agencia danesa de cooperación la cantidad de 1.4 millones de dólares
americanos, para entre otros renglones el financiamiento de la asesoría
internacional –como es usual en estos casos se contrata un equipo de expertos
de distintas partes del mundo –mi primer contacto profesional con esta
universidad de Ghana fue en 1984, a través de la Asociación Africana de
Universidades, sita en Accra, la capital del país].
Ocurre que mientras los directivos de nuestras
universidades pasean sus angustias frente al muro de los lamentos, han dejado
de percibir que el financiamiento es el problema menor de las universidades
venezolanas. Ciertamente el gobierno actual, aspira hacer una revolución
en el manejo de las universidades –sus adversarios dicen que una involución más
que una revolución, pero ello no me compete, al menos en este momento, no está
ni interesada ni en condiciones de acometer el financiamiento del mejoramiento
de sus universidades y mucho menos proporcionar fondos para un desarrollo de
patrón de excelencia, que incluye rigurosa selección y contactos cercanos en el
bendito imperio –cualquiera que este sea, y acatar los principios del
capitalismo académico como alejarse del populismo de este tipo.
¿Qué hacer, entonces? Es muy sencillo: consiste en
organizar un pequeño grupo de elite competente en el área de la ubicación y
extracción de capitales para tal empresa académica. Por ello añado esta breve
nota a la anterior: Señores, el dinero existe en el mercado internacional de la
cooperación. Venezuela califica para obtener fondos de este tipo, porque, es
pobre como país y sus universidades están al borde de la ruina. Una situación
ideal para solicitar fondos. Esto es, el dinero existe, lo que pasa es que hay
que saber cómo conseguirlo. Hay que organizarse, eso sí.
Antes que nada organizar un equipo que debe ser pequeño, 5 a 6 personas, liderazgo de calidad, capacidad de riesgo incluso de inversión, búsqueda de resultados a corto plazo (unos cinco años) sostenibilidad y autonomía –lo señalo absolutamente en serio: puede buscarse ayuda, para ese objetivo, de expertos en buscar dinero, que existen en Israel y en Cuba. Debe reenfocarse la gestión de la ULA de la docencia al binomio docencia-investigación y enfocarse en producción, evaluación y resultados que permitan la incorporación a la correa de producción de bienes y servicios. Debe buscarse el apoyo del Estado, porque contra el mismo es imposible hacer nada y esto incluye caminos de comunicación cercanos con el gobierno nacional, que sabe financiar, como ocurre con el caso del binomio Abreu-Dudamel, ágiles en buscar fondos para su proyecto, aun cuando es un ejemplo, más bien, de búsqueda personal más que institucional, pero ha empleado técnicas de innovación en la materia, de construir un proyecto personal y de hallar dinero gubernamental –imagínese, un proyecto propio de la burguesía tradicional apoyado por un gobierno revolucionario, todo lo cual demuestra que estas cosas son posibles, si se tiene el talento del binomio señalado. La peor estrategia es aquella, por supuesto, que enfrenta al gobierno nacional con llamados a las barricadas, pero eso ocurre cuando los directivos universitarios se convierten en políticos de oficio, pensando más en objetivos de este tipo que en aquellos de índole académica.
Antes que nada organizar un equipo que debe ser pequeño, 5 a 6 personas, liderazgo de calidad, capacidad de riesgo incluso de inversión, búsqueda de resultados a corto plazo (unos cinco años) sostenibilidad y autonomía –lo señalo absolutamente en serio: puede buscarse ayuda, para ese objetivo, de expertos en buscar dinero, que existen en Israel y en Cuba. Debe reenfocarse la gestión de la ULA de la docencia al binomio docencia-investigación y enfocarse en producción, evaluación y resultados que permitan la incorporación a la correa de producción de bienes y servicios. Debe buscarse el apoyo del Estado, porque contra el mismo es imposible hacer nada y esto incluye caminos de comunicación cercanos con el gobierno nacional, que sabe financiar, como ocurre con el caso del binomio Abreu-Dudamel, ágiles en buscar fondos para su proyecto, aun cuando es un ejemplo, más bien, de búsqueda personal más que institucional, pero ha empleado técnicas de innovación en la materia, de construir un proyecto personal y de hallar dinero gubernamental –imagínese, un proyecto propio de la burguesía tradicional apoyado por un gobierno revolucionario, todo lo cual demuestra que estas cosas son posibles, si se tiene el talento del binomio señalado. La peor estrategia es aquella, por supuesto, que enfrenta al gobierno nacional con llamados a las barricadas, pero eso ocurre cuando los directivos universitarios se convierten en políticos de oficio, pensando más en objetivos de este tipo que en aquellos de índole académica.
El equipo debe estar constituido por personas con Ph. D,
menores de 40 años, con sueldos en dólares americanos competitivos a nivel
internacional y propósitos bien determinados. La decisión debe ser ejecutiva,
pues si se quiere que propuestas como estas fallezcan de inanición deben pasar
por un consejo de facultad o de escuela, de modo que deben operar al margen de
la burocracia venenosa de nuestras universidades. Del mismo modo, si se piensa
con cabeza de chorlito y se paga a un equipo de esta calidad lo que pagan las
universidades según la escala de sueldos y salarios pues no podrá organizar un
equipo ni para ir a Cachopo a tomar fotos a los turistas.
Como ejemplo cito un proyecto reciente, de 80.000
millones de dólares, disponible para investigadores y universidades de
cualquier parte del mundo, un monto que equivale a cuatro veces el monto de
las reservas internacionales de Venezuela en este momento, US$ 21.022 millones
(28 de abril de 2015): “Horizon 2020 is the biggest EU Research
and Innovation programme ever with nearly €80 billion of funding available over
7 years (2014 to 2020) – in addition to the private investment that this money
will attract. It promises more breakthroughs, discoveries and world-firsts by
taking great ideas from the lab to the market”.[2]
La ULA crecerá solo si busca y encuentra dinero ‘fresco’
en el ámbito internacional. Una fuente directa es el proyecto citado de la UE.
Allí está el dinero, lo que se requiere son proyectos en un network que
incluya en cada caso al menos un país de la región, uno de África o Asia y dos
de países desarrollado. ¿Ven que sencillo es toda ésta parafernalia académica?
Basta comenzar por entender que el avance de la ULA está en los laboratorios y
en el trabajo de investigación de campo, no en el aula, solamente.
Notas
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