Caracciolo Parra Olmedo, Rector Heróico |
Orlando Albornoz
Universidad
Central de Venezuela
La universidad
es, por su propia naturaleza, una institución competitiva, en el plano de
lo intelectual y lo académico. Por fuerza de necesidad la ULA es una
universidad competitiva, en relación a las instituciones de educación superior
de la zona natural de influencia, con las otras instituciones en el resto del
país y con las del espacio internacional.
La ULA compite en
varios renglones: producción, consumo, distribución y evaluación y
planificación, todo ello del conocimiento, de las abstracciones del pensamiento,
del mundo de las ideas, porque no debe confundirse la organización académica en
sí, de las profesiones en las cuales la ULA entrena a sus estudiantes, con el
hecho de que maneja conocimiento al margen de las carreras,
que no son sino organizaciones para un fin especifico, que puede variar,
mientras que la circulación del conocimiento es lo permanente. Es la antigua
distinción según la cual la universidad forma personas y entrena recursos, dos
procedimientos distintos.
Para esos fines
la ULA tiene que orientar la actividad de sus miembros al margen de los deseos
personales e individuales y tiene que operar como una maquinaria, en conjunto.
Cierto es que el trabajo académico se ha visto como una actividad ’autónoma’
cuando tiene que ser parte de una propuesta y objetivo común, colectivo. Si se
examina el desempeño de cada miembro del personal de la ULA es probable que se
observe un exagerado ámbito de individualismo, sin coordinarse las actividades,
según lo que la ULA vea como su responsabilidad institucional.
Me refiero,
entonces, a cómo la ULA podrá tener éxito si logra establecer sus
objetivos a través de dos planos operativos: un Master Plan y un Proyecto
General de Planificación Estratégica. Por supuesto, la ULA está organizada según
principios ya en necesidad de transformación, originados en 1958, cuando debe
estar pensando en cómo debe ser la ULA en el 2030. Eso es parte del problema,
pero de momento no cabe enfrascarse en el mismo.
Me propongo
contribuir con al ULA, organizando ambos documentos, cotejándolos con lo que
hacen universidades de distinto nivel de desarrollo, en USA y en Europa. En
Europa, tanto en universidades como la de Barcelona, en Cataluña, que enfrenta
problemas de la universidad en el imperio del nacionalismo o las universidades
francesas que tienen que elevar su competitividad, como es el caso de la
Universidad de Grenoble o el caso de la universidad alemana como la Humboldt,
pues este país está en necesidad de mantener la ruta del crecimiento y del
liderazgo europeo.
Naturalmente, en
estos términos la ULA tiene que asumir el liderazgo, no como universidad sino
que debe organizar un Espacio Académico Integrado, zona de los Andes (ESPACI),
que agrupe todas las instituciones escolares de la zona de influencia de la ULA
en un sólo objetivo. Me tomo la licencia de repetir mi argumento: Cada
universidad con ambición lo hace de ese modo, bien por ejemplo la Universidad
catalana de Barcelona, la canadiense de Quebec –ambas solventando problemas de
una visión nacionalista que puede ser un detonante para el fanatismo o un
instrumento para la liberación intelectual y académica; la citada Universidad
de Grenoble o la de Lyon, en Francia, centros de innovación que solo despiertan
admiración o estudiar lo que están haciendo en Berlín, tanto la Humboldt como
la Libre, para integrar la producción de conocimientos y multiplicar su
utilidad. O el mismo caso del MIT, en USA, una institución dirigida por el Dr.
Rafael Reif, un venezolano cuya contribución a la academia mundial es digna de
orgullo venezolano.
La ULA, para
llegar con éxito al año 2030 en condición competitiva y ser una de las mejores
universidades del mundo, entre las primeras 400 del planeta, o haber descendido
en la vorágine de la mediocridad, una opción terrible en sus consecuencias. Para
ello tiene que dejar ser una ULA individualizada y personalizada para acometer
el problema del conocimiento como una maquinaria, que actúe como una
orquesta sinfónica, que seria y responsablemente –sin caer en las vulgaridades
de ‘tocar’ mambo para complacer a la galería o a la gallera, mejor dicho- interprete el llamado intelectual y
académico de nuestro tiempo. La ULA
debe compararse con el resto de sus instituciones pares, para rescatar
lo mejor y lo mas útil que se hace actualmente en el mundo, y proceder a
visualizar conceptualmente su futuro más allá de las circunstancias del día a
día[1].
Quizás el
predicamento de la ULA sea sencillo. Su
ambición debe ser la de llegar a ser una universidad virtuosa. Un poco en
la línea del documental elaborado sobre al excelso pianista chino Lang Lang:
“El arte de ser un virtuoso”. Es cierto la virtud es un arte, que demanda
esfuerzo, pasión, obsesión por la excelencia, que para ser mediocre no se
necesita esfuerzo alguno.
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