Cuando Venezuela
emergió (en 1958) de las tinieblas después de sufrir férrea dictadura, abrió puertas para
que de nuevo entrará luz: retornaron los nuestros y vinieron otros de diversas
latitudes; juntos emprendieron la gran tarea de restaurar el país
enriqueciéndolo en cultura, en educación y en ciencia, edificando sólido y
generoso hogar.
Hoy ese nuevo país se nos escapa entre nubes oscuras, nubes que torturan, que sofocan, intentando ahogar la esperanza; no obstante, con valentía los venezolanos resisten la salvaje insolencia del gobierno que guiado por agresor extranjero intenta destruir todo lo construido por personas creativas y manos laboriosas pretendiendo derrumbar la institucionalidad que rige nuestras vidas como ciudadanos libres.
Hoy ese nuevo país se nos escapa entre nubes oscuras, nubes que torturan, que sofocan, intentando ahogar la esperanza; no obstante, con valentía los venezolanos resisten la salvaje insolencia del gobierno que guiado por agresor extranjero intenta destruir todo lo construido por personas creativas y manos laboriosas pretendiendo derrumbar la institucionalidad que rige nuestras vidas como ciudadanos libres.
Desde hace tres lustros Venezuela es país
ocupado, no cabe la menor duda pues sin mediar batalla alguna ni acta de
capitulación, fuimos vergonzosamente entregados por el actual gobierno a
dictadura caribeña cuya carta de presentación es la de ser adalides del
anticolonialismo, el cual aquí practican a sangre y fuego, con la anuencia de
quienes en su discurso nos presentan como país independiente y soberano. Como
soporte para el agresor, Venezuela gastó entre 1999 y 2015 cinco mil
seiscientos veinte millones de dólares en armas, según informe del Instituto de
Investigaciones de Paz de Estocolmo, 71% de las cuales adquirió de Rusia, continuando
su política armamentista con apoyo de la República Popular China, aumentando el
endeudamiento del país para adquirir maquinaria destinada a brutal represión, como
la llevada a cabo en los últimos 4 años y deliberadamente acentuada con saña en
los últimos 5 meses. Tan despreciable proceder explica por qué el presupuesto nacional del año 2017 el
Ministerio de la Defensa superó nueve (9) veces al destinado para alimentación
y salud, lo cual explica las vergonzosas cifras que nos muestran como país que
vive en inocultable situación de pobreza y crisis humanitaria. Pero mientras
entre nosotros se multiplican carencias de todo tipo, somos testigos de
dolorosa paradoja, pues quienes nos gobiernan en acto de extrema sumisión,
entregan pronta y generosa asistencia al invasor el cual no sacia sus apetencias
cubiertas, en todo momento, desde la fácil presa en la cual nos han convertido.
En países europeos, durante la II
guerra mundial y la ocupación por los ejércitos del nazismo alemán surgió la
figura del “colaborador”, personas que recibían trato especial y algunas ventajas
sobre otros ciudadanos actuando como delatores. Patético personaje que causó
estragos entre la población civil, particularmente entre los judíos. En nuestro
país, sospecho que, para ganar simpatía con el invasor, en marzo del 2017, la
FANB institucionalizó la triste figura del “Patriota Cooperante” equivalente a
la del “patético colaborador” antes mencionado. Ojalá a la Ministra del PP para
el Servicio Penitenciario no vaya a crear otra modalidad para recluir a quienes
las fuerzas represoras han secuestrado pisoteando sus derechos fundamentales
por el delito de pensar distinto a los designios del régimen, ya que las
cárceles del país resultarán insuficientes para tal fin habida cuenta que el número
de aquellos aumentará mientras duren las protestas contra la dictadura.
Hasta ayer habían muerto asesinados por
“fuerzas del orden público” en protestas en las calles del país 56 venezolanos,
varios adolescentes y adultos jóvenes, parte de la denominada “generación millennials”
esa que en gran número ha decidido alejarse del triste escenario en que se
desenvuelven nuestras vidas. Pero ellos retornarán porque se han llevado al
país con amargo sabor en sus bocas a la vez que lastimosa carga en su costado
izquierdo.
La “Venezuela ocupada” tiene nuevas
coordenadas marcadas por el río Guayre cuyas aguas corren del oeste hacia el
este de Caracas; en una de sus orillas altiva enarbola bandera la Venezuela lastimada
en sus más preciados valores: la honorabilidad de país defensor de los derechos
humanos, de ideales libertarios que ayudó a sembrar en otros países
suramericanos, con su dignidad enaltecida, patrimonio que no podemos desmayar
en preservar; mientras que en orilla opuesta otros retornarán a lúgubres
rincones perseverando en su tarea de regresar nuestro país a un oscuro pasado, en
su intento de continuar envileciendo la condición humana y pervertir nuestras
instituciones. En el fondo oscuro y fangoso del Guayre el 19 de abril de 2017
quedó huella indeleble, ejemplo para futuras generaciones.
Mérida, 25 de mayo de 2017.
Nota:
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(*) Profesor Titular, Escuela de Medicina
de la Universidad de Los Andes, Mérida, Venezuela.
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