La mente de quien escribe no puede dejar de imaginar y de
observar en su entorno para poner luego en palabras, lo que pasa por su cabeza. Muchas veces las palabras al leerse no
siempre logran expresar todo lo que el escritor quiere decir. Esta reflexión me la hago luego de leer el
más reciente libro de Julieta Salas de Carbonell (2015): Vívido sur. Historia, crónica y leyenda. Caracas, Fundación Julio
C. Salas, Editorial Arte, 182 pp.
Debo confesar que al leer el título del libro no me percaté
de la tilde de “vívido” y por supuesto no entendí el sentido del mismo. Porque
no es lo mismo “vivido” que “vívido”. Pero, luego mirando con detenimiento
encontré el verdadero sentido del título. ¡Y pensar que una tilde puede darle
un sentido u otro a una palabra es una de las maravillas de nuestro idioma! Circunstancia
que no debemos desaprovechar quienes escribimos
en castellano.