El Estado Mérida (Venezuela) tiene varias
particularidades geográficas y sociales que le hacen único. Lo primero que se
debe decir es contar con las mayores alturas del país y, en consecuencia, tiene
zonas de páramo.
Pero también tiene llanuras y costa del lago de
Maracaibo, aunque no sea mucha la
extensión. Hay incluso zona árida y xerófila.
Al sur del Estado y de su capital, Mérida, existe
una zona que en el pasado era la exclusiva vía para llegar a los llanos
venezolanos y a buena parte del centro
del país, después de atravesar las altas montañas de la Sierra Nevada. Se les ha llamado desde siempre,
los Pueblos del Sur.
Zona agrícola y pecuaria desde la colonia, lo sigue
siendo aún. Quizás por el relativo aislamiento sus gentes tienen un sentido de
pertenencia muy acendrado.
Ramón Sosa Pérez es uno de los hijos ilustres de
los Pueblos del Sur. Y como todo nacido
en esa zona lleva su gentilicio muy orgullosamente, así haya vivido desde
muchacho fuera de allí.
Sosa Pérez tiene una amplia producción
bibliográfica con temas referidos a los Pueblos
del Sur y su gente. Su más reciente libro es: Entre Cuentos del Sur, Fundecem, 2017. Hace unos días fuimos
invitados a la librería Rama Dorada para la
presentación de la obra. Sin embargo ya teníamos el libro y había leído buena
parte de sus 32 relatos cortos.
En las palabras de presentación, en la Rama Dorada, Ramón Sosa Pérez abundó
en aspectos de tipo social y
cultural que se nos hicieron más que
evidentes al volver sobre algunos de los relatos. Por ejemplo, el sentido de la
oralidad de los distintas poblaciones; el carácter afanoso de su gente; el sentido de pertenencia
de sus gentes con su terruño y las diferencias entre los nacidos en los distintos
Pueblos del Sur.
Todos los relatos, muy bien escritos, con el
suspenso necesarios para hacerlos interesantes hasta el final y mostrar
desenlaces curiosos que nos llenan de risa sana, sobre los personajes. Quiero
destacar el que lleva por título: El
Chofer de Don Germán. Se trataba de un personaje, Plinio Saavedra, quien
dada su habilidad como chofer fue contratado para trabajarle a los mas altos
funcionarios de la Gobernación del Estado. Sirvió a algunos de los primeros gobernadores,
luego de instaurada la democracia en
1958. Nuestro personaje era adeco “uña en el rabo”. Todo bien hasta que llegó a Gobernador Germán Briceño
Ferrigni, que era social cristiano, copeyano pues. Las intrigas para
serrucharle el cargo se sucedían hasta
que llegaron a mayores. No voy a
contar el desenlace pues deseo que se lea el libro de Ramón Sosa. Pero la
habilidad de Plinio para salir del embrollo y la serenidad de Briceño Ferrigni
para aceptar la salida, no dejan de hacernos reír y de buena gana.
En el ejemplar que me obsequió Ramón Sosa Pérez de
su libro, me escribió: “Sé bien que su
lectura le avivará el interés por conocer nuestros Pueblos del Sur”.
Siempre será grato volver a los pueblos visitados e ir a los que aún no hemos
conocido. Pero, tal como les conté en el
acto de presentación, nuestro primer viaje a los Pueblos del Sur fue en diciembre de 1968.
En ese entonces se tomaba un Jeep en la cuadra
arriba del mercado principal y luego de doce horas de recorrido se llegaba a El
Moro. Se dormía allí y al día siguiente se salía a lomo de burro para ir hasta
Mosnandá, trayecto que duraba otras doce horas. En esa aldea existía la escuela
y quizás unas dos o tres casas más, el grueso de la población estaba en los
campos aledaños. La razón de mi viaje es que fui testigo electoral en esa
lejana localidad. En la noche de las elecciones supimos por vía de las ondas hercianas
que la cosa estaba peleada. Solo fue al llegar a Mérida que se supo que la
diferencia había sido de 30 mil votos a favor de Rafael Caldera, quien sería el
presidente de Venezuela para el período 1969-1973.
Nuestros recuerdos de los Pueblo del Sur son
lejanos, como hemos podido mostrar. Claro, con la lectura de los relatos de
Ramón Sosa Pérez, que no dudo en recomendar, se entusiasma uno, para volver a
visitar a los Pueblos del Sur.
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