Para nadie es un
secreto que atravesamos el peor panorama, político, social y económico en el
país.
En las noticias salen venezolanos pidiendo a gritos paz y justicia, para
salir de la pesadilla en la que estamos
sumidos.
Queremos despertar, pero aún
nos sentimos en el más profundo sueño.
Hace unos días viajé y visité una provincia española, totalmente diferente a donde actualmente me encuentro. En ella recordé mi ciudad (Mérida de Venezuela). Qué bonita será mi Mérida cuándo salgamos de éste mal momento, pensé...
Pero, ciertamente: ¿estamos
preparados para el cambio? ¿Qué es justicia? ¿Qué es paz?. En mi opinión
personal suponen dos valores que van de la mano siempre, que muchos pedimos, que
pocos tenemos con nosotros mismos.
En un cuestionamiento
existencial en el que me sumergí hace días,
me preguntaba: ¿hago lo que quiero?, ¿siento paz tomando las decisiones que
asumo? Llegué a concluir que, sin duda no.
Pasaba los días malhumorada y eso trasmitía a mi alrededor. ¿Cómo
podemos pedir algo que no tenemos dentro de nosotros mismos? Algo que aun no
somos? Hemos entrado en un “esperemos que suceda el cambio, para ver que haremos”, en vez de “accionarnos para que suceda el
cambio”.
Siento que todos,
desde cualquier rincón del planeta, pueden hacer algo para mejorar una
situación, una comunidad, un país y ¿por qué no, el mundo en general?. Y si
somos ese primer dominó que decide caer y hacer efecto en los demás, en vez de
ser el dominó que empuja o se deja empujar por algún otro?.
Actuemos con justicia
cuando sujetamos la puerta del edificio a esa persona que lo necesita. Actuemos
con el espíritu de la paz ciudadana, al saludar con buen animo al que nos encontramos
en la panadería. Seamos el cambio que
buscamos que otro nos proporcione. Amigos
míos, lo único que llega –casi siempre, HRC- sin buscarla es La muerte. Mientras estemos
vivos, dejemos de anhelar y pasemos a la acción. ¿Te sumas?
(*) Nota del editor
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Escribir es una necesidad humana tan importante como hablar. En uno y otro caso, casi siempre nos interrogamos y hasta aclaramos nuestras ideas. Escribir
sin embargo, requiere que los demás nos
entiendan, en un grado mayor que con la conversación. Por ello escribir requiere
corregir y revisar lo producido, o por uno mismo o por otros. El texto que
tienen ante Uds. me lo mandó una venezolana
que forma parte de la diáspora del país y luego de algunas, muy pocas correcciones,
lo comparto con Uds. mis amigos lectores. Y nos encantaría leer sus comentarios…
¿Te sumas? HRC.
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