En otro escrito publicado aquí he contado que no conocí a ninguno de mis abuelos, ni paternos ni maternos, pero que de niño resolví adoptar un abuelo sustituto para impedir una especie de “bullying”, de algunos de mis compañeros, quienes hablaban con admiración de sus nonos, en el primer grado de la escuela primaria.
No obstante la ausencia familiar de los abuelos, tengo anécdotas escuchadas a familiares de mis “nonos” y hasta objetos que en su momento fueron de alguno de ellos. Es el caso de la campana de la que hoy escribo y cuyas fotos acompañan éste escrito. Pero también hay otras anécdotas y objetos de las cuales ya me he ocupado y que tienen toda una historia familiar, que debemos preservar.
Mi abuelo paterno se llamó Juan de Dios y murió cuando mi padre no pensaba en casarse con quien fue mi madre. Fue un hombre que tuvo una larga familia y muchos hijos de sus dos matrimonios, pue enviudó de su primera nupcia al morir mi abuela materna, cuando mi padre tan solo contaba dos años de edad.
Dos aspectos de su vida recuerdo haber escuchado a mis mayores. Primero que entre otros muchos negocios tuvo una fabrica de velas, aquí en Mérida, que al final del siglo XIX, cuando el servicio eléctrico no existía, eran de uso masivo.
Lo segundo que cada tiempos se daba viajes de placer a Europa para aprovechar su capacidad económica. En uno de esos viajes compró la famosa campana que hoy tengo en mi casa, que heredé de las dos tías paternas.
Debo recordar que durante algún tiempo viví con ellas en la quinta Marialola, al final de la Av 2 Loro de Mérida, por que mi madre debió ir al exterior a tratarse una dolencia.
En ese tiempo parte de mis travesuras infantiles eran tocar la campana y salir a esconderme de las tías que nos tenían prohibido jugar con la campana del abuelo Juan de Dios.
Muchos años después recordando mi curiosidad y gusto por la famosa campana, al morir mis tías la pedí y nadie se opuso a ello. Me imagino que ninguno de los herederos percibió valor algunos en este objeto. Además, absolutamente inútil, cuando en todas las casas ya existían los timbres eléctricos en las puertas principales.
De tal manera que, desde hace muchos años, la campana permanece como adorno en una de las paredes de mi casa. Desde siempre, cada vez que mis nietos han querido yo les pongo para que toquen la campana, aunque ninguno de ellos ha mostrado tanto interés como lo tuve yo, en mis años infantiles por el susodicho artefacto.
Hace unos días me puse a revisarla para ver si había alguna información de su construcción o dato de interés. Pero nada. Es un objeto que parece ser mas bien de hechura artesanal.
Detallando las imágenes que tiene se dejan ver figuras que tienen que ver con Don Quijote y Sancho Panza y alguna figura de caballero armada con espada y montando un caballo, que más parece un personaje de las cruzadas.
Siempre me dijeron que el abuelo había comprado la campana en París. La figura que sostiene la campana creí que eran similares a las gárgolas de la Catedral de Notre Dame de París. Pero, ahora que he revisado más detenidamente el objeto no las encuentro parecidas a ellas. Y las figuras que adornan en cada cara de la campana son una especie de historia de Don Quijote, Sancho Panza y el afán de la escritura.
En fin, que he decidido publicar mis anécdotas familiares y mostrar fotos de la campana para ver si alguno de nuestros lectores me da luces sobre el objeto, que desde niño me llamó la atención. ¿Qué piensan de ello mis estimados lectores?
Mi querido amigo. Que historia mas bella! Si, honrara nuestros abuelos es honrarnos a nosotros mismos pues somo parte de ello. La campana es muy bonita y creo que representa una curiosidad de Espna no de Francia. El caballero lleva atuendo del Quijote y Sancho marcha a su lado.
ResponderEliminarQué bonita historia! Ahora sé que puedo tocar a gusto la campana. Gran abrazo, gracias por rescatar algunas de nuestras historias!
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