Baldaquino de la catedral de Mallorca
Hace días que no veía a nuestro amigo, el de la felicidad. Me lo encontré como de costumbre en uno de los muchos parques y plazas públicas de Mérida, mi ciudad natal. Esta vez en la plaza de Milla rodeado de conocidos. Y muertos de risa con la conversación de nuestro amigo de la felicidad.