jueves, 11 de julio de 2024

Cuando la tierra llama

Por: Alejandra Ruiz Hidalgo


Como muchos venezolanos en 2017 volé para emigrar el 31 de octubre de ese año. 

Con la universidad parada, y la ciudad caótica, entre guarimba y guarimba, todo se vislumbraba muy turbio para los jovenes como yo, que en ese momento tenia 23 años.


El destino: Barcelona, España. 


Allá me esperaba mi papá, ex profesor universitario, quien también emigro para estudiar y decidió quedarse.


En 7 años pude estudiar, cosa que agradezco, una carrera que no existe en Venezuela: nutrición energética. La nutrición de la medicina tradicional china, después de 4 años estudiando y casi 2  años trabajando, para quien fue mi profesora, culminé.


Y dije: ¿ahora qué?


Desde 2017 he venido a Venezuela en 3 oportunidades.


Desde que emigré, había venido por navidades. Nunca vislumbraba quedarme, por que todos sabemos que en esas fechas, todo es mágico e  irreal. El sentimiento decembrino te embarga y solo piensas en compartir y festejar con los tuyos.


Por eso, quise venir en una época donde la verdadera situación se pudiera vivir a flor de piel, sin maquillaje. Así que, decidí venir por 4 meses, desde finales de febrero,


¿CUATRO MESES? me decían todos. Yo con la personalidad que me caracteriza dije: pues si, es lo que quiero, es mi país y nada me ata. ¿Por qué no? Ademas, esto será un experimento. Veré que tan viable es para mi, hacer mi proyecto en Venezuela. Quizá sea una locura, pero la tierra llama.


Así que, me, vine decidida a hacer funcionar mi proyecto: dar a conocer la nutrición energética integrativa, por medio de talleres presenciales (como los hacia en las escuela en Barcelona) y mis consultas personalizadas. A seguir estudiando (actualmente estudio Medicina China en el Instituto universitario de Medicina China de España) y a ver cómo se sentía vivir, en esta Venezuela del 2024.


Desde que llegué he hecho 4 talleres (en Mérida y en Caracas) y varias consultas personalizadas.


Todo eso,  gracias a la apertura y la sed de nueva información que tienen las personas en el país, a las conexiones que rápidamente hice al llegar, por que así es el venezolano. Siempre quiere ayudarte, tenderte la mano, verte triunfar, tener más y más personas cerca, con la añoranza de que los que nos hemos ido, volvamos. En especial los jóvenes. 


En las últimas semanas logré corroborar algo que mi intuición ya me decía: la tierra es importante.


Puede parecer, ”cursi o poco objetivo”. El hecho es que, desde que llegué, los comentarios de la gente han sido: “estás radiante”. Y así me siento. ¿Pero como no? Si estoy en mi clima, en mi casa, con los míos. Aún no sé si es el cuerpo, la mente, el alma o todo junto, quien necesita esa conexión con las raíces. Pero, de que se necesita, se necesita. Por algo nacimos donde nacimos. 


Hoy estoy volviendo a España, tras estos 4 meses, donde pude seguir con mi trabajo y profesión. Hoy vuelvo sin guayabo, sin añoranza. Hoy vuelvo feliz y agradecida. De que me voy de nuevo, para volver definitivamente a mi país, un lugar lleno de oportunidades, para quienes decidan hacer las cosas bien y aportar con lo nuevo.


Si como a mí, la tierra te llama


La invitación es: permítete la experiencia de venir. Hazlo sin expectativas, con el corazón de quien quiere descubrir y asombrarse. 


Ven con un proyecto, organízate y aquí pide ayuda. Verás las cantidades de manos tendidas que te encontrarás en Venezuela, este gran lienzo en blanco, que nos espera con los brazos abiertos. Así como también lo hacen los nuestros.


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