lunes, 11 de agosto de 2025

Homenaje a Carlos Fabricio Ruiz Calderón

 

Carlos Fabricio (+) (imagen de la izquierda) y Humberto Ruiz Calderón (imagen de la derecha)

Hoy, luego de varios días de mucho dolor y tristeza, logro escribir unas líneas en recuerdo de mi hermano mayor: Carlos Fabricio Ruiz Calderón (1942-2025).  Escribir es la manera que tengo de afrontar esa lamentable realidad y lo único cierto que viviremos como seres perspicaces de nuestra existencia: la muerte.

 

Nuestra cultura nos ha enseñado que el fallecimiento de nuestros compañeros es algo doloroso, triste, desestabilizador para los que quedamos en este mundo: ¡y lo es!. Pero también, si nos ponemos en los zapatos de los que se van, a lo mejor es un alivio y hasta felicidad pura. Esto último es mera especulación pues nadie, que yo sepa, ha regresado de allá, y nos ha indicado, si se siente placidez y desahogo o simplemente no se siente nada.

 

Luego de la anterior introducción quiero recordar a mi hermano como aquel a quien cuidé, en su estadía hospitalaria de muchos días, cuando tuvo un accidente en el teleférico de Mérida que casi le cuesta a la vida, cuando entraba en su segunda década de vida.  A partir de esa época su relación conmigo fue distinta a la que tuvo hasta ese momento, con ese hermanito menor, fastidioso y buen estudiante que fui yo.

 

Con motivo de ese cambio, explicado anteriormente, logré que Carlos aceptara que le acompañara a una visita con tres de sus amigos, de su misma edad, a un viaje hasta la hermana republica de Colombia. Allí visitamos a los primos de Cúcuta, las tías de Pamplona y el tío de Bucaramanga. Fueron varios días de viaje en el carro de nuestra madre y -en mi caso-, descubrir que los hombres mayores iban a lugares que yo ni siquiera sabía que existían. Por ejemplo, los burdeles. Ya en otra ocasión comentaré este episodio.

 

Ya casado Carlos en primeras nupcias, en un diciembre, decidimos hacer un viaje desde nuestra Mérida serrana hasta la Paz (Bolivia). Nos acompañó su primera esposa y en mi caso mi novia, luego de haber enviudado. Ir a la Paz era la meta para conocer a la familia de quien era, en esa época, mi tutor ya como profesor universitario, en la ULA. Tutor quien además había venido exiliado desde Bolivia: CCHT.  Ya en ese momento Carlos no solo era mi hermano mayor sino mi amigo, quizás mi mejor amigo. 

 

Carlos fue mi modelo por su decisión de muchas cosas,  como aprender a manejar, leer y viajar con regularidad a sitios de interés.  Lo que no entendía era que con esas habilidades personales y sociales: ¿porqué no llegó sino hasta 4 año de bachillerato?. Muchos años después lo supe cuando él se empeñó -y yo me enteré- para que a sus hijas no les afectara la dislexia en sus estudios, como le ocurrió a él. Fue exitosa esa lucha contra la dislexia de sus hijas y las tres se graduaron. Una de médica, otra de historiadora del arte y la menor de geóloga.   

 

Lo anterior son algunos de los recuerdos, que en estos últimos días me llegan a la mente, sobre nuestro hermano: Carlos Fabricio Ruiz Calderón. 

  

3 comentarios:

  1. Saludos Humberto. Mi sentido pésame, QEPD Carlos Fabricio.

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  2. Buenas tardes, leer sobre los recuerdos bonitos que un hermano puede dejar me parece un lindo acto. Seguramente él físicamente ya no lo podrá leer pero genera una energía bonita alrededor de quien fue ese bonito ser, el señor Carlos, un caballero. Un abrazo grande mi querido profe

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  3. Profesor Humberto, durante 8 años de escolaridad de mi hijo menor kris pude tratar con su amado hermano Carlos y aprendí de él, pero sobre todo mi hijo recibió buenos consejos y le marcaron hasta hoy, yo siempre le estuve muy agradecida y así se lo dije en la despedida del transporte, qué bueno haberlo conocido, fortaleza mi profe

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