El joven Mariano Picón-Salas (*) |
Humberto Ruiz
El pasado 24 de octubre del presente año pronunció Luis Ricardo Dávila,
su dicurso de incorporación como Miembro Correspondiente Estadal de la Academia
de Mérida. Compromiso que abordó con el sugestivo título de: Mérida
Imaginada. El secreto de nuestra psique y Viaje
al Amanecer.
Se propuso Dávila “explorar la psique merideña, es decir el sistema
simbólico, de relaciones afectivas, de sus habitantes entre sí y de ellos con
la ciudad”. Apoyado en la literatura mostró en un primer momento la
singularidad que los poétas han expresado sobre la ciudad y luego remató con
los recuerdos infantiles, de un ya adulto Mariano Picón-Salas, en su Viaje
al Amanecer.
No es extraño que
Mérida haya honrrado a sus escritores con un parque dedicado a ellos. Hay
poétas, escritores e intelectuales y en
gran medida cada uno de ellos han expresado hermosas formas sobre la ciudad,
que Luis Ricardo Dávila recoje en los versos de: Tulio Gonzalo Salas; Julio
Consalvi; Emilio Menotti Spósito; y Raúl Chuecos Picón. Ciudad interiorana que
Chuecos Picón retrata indisolublemente unida a su Sierra Nevada: ”Porque sólo en tu cielo adormecido la blanca estrella
del mar esplende y en la brava soberbia de tus riscos cuajó su luz en el cristal de nieve”.
Mariano Picón-Salas no fue sólo el más universal
y polemista hereje de los merideños, dice
Luis Ricardo Dávila: “(…) fue eso y mucho más, fue uno de los más importantes
pensadores americanos de un tiempo histórico en que resplandecían los grandes
hombres de pensamiento. (…) de gran sensualidad y música en la escritura… con mayor clarividencia… en el misterio de las cosas y (entre HRC) quienes
con mayor intensidad lograron transmitirnos ideas sensibles y exactas sobre el
mundo…”
En ocho apartados resalta Dávila los
temas que le permiten mostrar
profundamente las relaciones de Mariano Picón-Salas con su ciudad y su gente.
El mundo simbólico de un merideño entranable y universal es mostrado en: Viaje al Amanecer, el viaje de todo merideño; Maricastaña, “diosa femenina del tiempo“;
Tierra y cielo de Mérida;
Principios sobre la Geografía del aire; En el escritorio del abuelo; Día de
mercado; Viaje como metáfora; y Epílogo,
los encuentros con la fe.
Son muchas las
expresiones que resalta Luis Ricardo Dávila de Viaje al Amanecer. Nos
quedamos sólo con dos que, en síntesis hermosa, recojen en nuestro modo de ver,
tanto a su ciudad como al merideño que escribió ese hermoso libro, que todos
quienes habitan ésta meseta deben leer:
”El
sitio era hermoso y fácil y prosperaban las familias.
No se
venía a buscar El Dorado sino la paz. Era tierra
para quedarse y no para continuar errando”.
”Por más que anduve por muchas tierras no perdí
la costumbre de ser merideño entrañable”.
No deja Luis
Ricardo Dávila de referirse al momento actual y destacar la necesaria crítica
que ello comporta. Termina expresando sabia y dolorosamente que somos los
únicos responsables de lo que aquí ocurra: “Pese a todo ello me gusta Mérida, es mi ciudad,
aquí estoy ahora y he estado siempre, siendo merideño me hecho más universal y discurso como el que estoy presentando me
ayuda a entenderme y a entender lo que aquí ha estado ocurriendo, lo que había
y sus transformaciones, lo que hay y su futuro, también me ayuda a trascender
falsos debates, bagatelas pseudo-ecologistas y estridencias políticas que
colindan con el absurdo. Todo esto me ayuda, decía, para obligarme y
sugerir obligarnos a enfrentar el problema central: "toda ciudad no es sino lo que sus habitantes hagan con ella”.
Quieran los merideños, los que aquí
habitan y el destino histórico de esta compleja sociedad, que podamos construir
días de mayor sociego, jalonados de progreso y paz, que permitan una vida en
libertad y justicia.
Nota
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(*) Foto de Luis Britto, que aparece en la solapa del tomo Autobiografías de la Colección Mariano Picón-Salas, Caracas, Monte Avila Editores, CA, 1987.
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