Humberto Ruiz
Soy
de la generación que recuerda vívidamente el derrocamiento de Marcos Pérez
Jiménez, en 1958. De quienes nos asombramos con la televisión cuando llegó a nuestra
ciudad, enclavada en los Andes venezolanos, en la década de los sesenta del
siglo pasado. Por estar pegados al
televisor casi nos aplazamos en los exámenes del 17 de julio de 1969, un día
después de la llegada de Armstrong, Aldrin y Collins a la luna. De tal manera que, para nosotros, la WEB 2.0 es
una verdadera maravilla. Nunca la imaginamos y hoy la disfrutamos.
Creíamos que las nuevas generaciones serían cada vez más analfabetas. Estábamos convencidos que la lectura sería una habilidad en desecho por el imperio de la imagen del cine, la televisión y el video. Pero, nos asombramos de la velocidad y complejidad de los mensajes de los jóvenes con el twitter y en las redes sociales. Digo con mucho orgullo que mis nietos escriben muy bien y lo hacen todos los días. A veces me arrepiento de corregirles los mensajes. Lo peor que pudiera causar es que dejaran de escribir por miedo a los errores ortográficos. Me gustaría que leyeran cada vez más libros, así fueran electrónicos. Pero, estoy seguro que al menos la parte superior de los “tags” de mi blog los leen y me los comentan, cuando nos vemos. Les envío por twitter o por MSM los link de las entradas, cuando las publico.
Hace
escasamente catorce meses inicié esta experiencia editorial en formato digital,
que se propuso establecer un espacio para
el debate, el pensamiento crítico y que aspira ser un instrumento para disfrutar
el quehacer escritural. Estoy convencido que le he logrado. Lo continuaremos y lo hacemos con deleite.
En
confianza puedo decir, siempre he tenido
ideas para comunicar aunque sólo me puse seriamente a escribirla cuando
presenté mi primer trabajo de ascenso como profesor universitario. Le di a mi
tutor, un honorable maestro boliviano, las primeras treinta páginas del
trabajo, para que me diera su opinión. Fue un día a las nueve de la mañana. A las diez de la
noche me llamó y me pidió que fuera a su casa. Tenía varias horas leyendo la
primera página y no entendía nada. Fueron muchas la horas de leer y corregir
ese manuscrito y otros. Me enseñó el
trabajo de escribir y corregir hasta alcanzar,
que quien lo lea, lo entienda a uno. En fin, entienda lo que se quiere decir. Cosa difícil. Otra etapa que no termina nunca, es escribir hermosamente. Nos empeñamos
en ello, no siempre con suerte.
En mis
primeras dos décadas de la labor escritural publiqué artículos, capítulos de
libros y libros, dentro de una tradición que otro insigne investigador -Marcel Roche- nos
inculcó. Decía más o menos así: “los científicos deben escribir, sin abandonar la
rigurosidad de sus investigaciones, tan claro como sea posible, para que un lector medianamente culto, lo entienda.”
Cuando
el interés por la política universitaria ocupó mi tiempo comencé a escribir en
periódicos de la ciudad. Creía que
muchos miembros del claustro leían esos periódicos y quizás mis argumentos les
motivarían a considerarme entre sus decisiones electorales: lamentablemente no
escribía de pagos ni de deudas salariales.
En fin, escribo desde hace años y trato de decir
cosas que hayan pasado por mi labor de investigador. Pero, con los años también
escribo, porque el tiempo no pasa en vano.
La
gente de Saber-ULA nos propuso, en septiembre de 2010, que explorásemos la posibilidad de producir un “blog”, quizás
pensando en nuestra labor como investigador, como administrador universitario y
articulista. Nos dieron una cortísima explicación y, en unos pocos días, salimos
al ciberespacio. Hoy podemos indicar que
hemos producido 75 “tags”, entradas, tenemos 20 seguidores registrados y
estamos llegando a las diez mil visitas acumuladas.
Para
compartir esta experiencia, fui invitado al Encuentro de Divulgación Científica, en el marco de la Convención
Anual de la Asociación Venezolana para el Avance de la Ciencia (AsoVAC), del 17
de noviembre. Me invitaron a exponer nuestra experiencia con el blog.
Expuse
mis ideas que en síntesis son: estoy feliz pues a estas alturas de mi vida
puedo escribir y publicar lo que quiera, en el momento que lo desee, sólo
con el límite que me pone mi conciencia. Las visitas al blog muestran que algunas
personas leen lo que escribo y que, pese a mi insistencia, pocas logran
enviarme comentarios. Los
participantes en el evento en AsoVAC nos indicaron
que cambiara de plataforma para superar el escollo. Lo estoy analizando.
En
la parte de preguntas e intervenciones, del Encuentro de Divulgación Científica, una amiga nos dijo que esto de las
tecnologías de la comunicación y la información daba para expresar las muchas
formas el pensamiento humano que existen. Y puso unos ejemplos, que deseo compartir con los lectores.
En
el mundo de la filosofía de finales del siglo XIX y principios del XX dos
intelectuales, sí vivieran hoy, estarían enganchados en las distintas plataformas
digitales. Friedrich Nietzsche (1844-1900) sería twittero. Alguien capaz de escribir Humano demasiado humano, un libro de
seiscientas página de aforismos, tiene la capacidad de la concisión para decir
cosas importantes en 140 caracteres.[1]
Mientras que el mundo de los blogs, tendría en Walter Benjamin un autor que estaría en excelente capacidad para usar acertadamente ese formato. Se dice de su obra, la de Benjamin: “no consiste en tesis o en argumentos, sino en
apuntes, intuiciones y perfiles; constituye una atmósfera mas bien que un
sistema de ideas”.[2]
Buenas
razones las que dio esta amiga, para
seguir con la placentera actividad de pensar, escribir y compartir libremente, inquietudes,
ideas y sueños. Labor que sólo en la universidad libre y autónoma hemos podido realizar.
pues todos los días digo lo mismo, quisiera escribir como tú.
ResponderEliminarGracias: allí esta la receta. Escribir, corregir, corregir. Y volver a corregir.
ResponderEliminarMuy interesante Humberto. Justo ayer, conversaba con mi hijo, un adolescente de 14 años, que ellos leían más de lo que en realidad creíamos que iban a hacerlo: las TIC los mantienen en constante relación con el texto. Tienen sus propios códigos y formas de narrar, pero no han abandonado la palabra. Quizás sean menos tolerante a seguir historias largas y continuas en formato libro, pero yo, en este momento soy optimista. Siempre te leo. Recibe un abrazo.
ResponderEliminarIsabel: pues gracias por el comentario. Ojala que quienes me escriben por email lo pudieran hacer por este medio. Ciertamente, estoy convencido que los jovenes de hoy leen y escriben mas que nosotros en su tiempo. Claro, ahora la brevedad es la norma y el interés máximo se imponen.
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