Hace algún tiempo
fue designado rector de una universidad de las nuevas-viejas que el gobierno ha
creado, empleando la varita mágica que les auxilia para tomar decisiones, un
antiguo amigo. En efecto, en este caso el rector-designado era un antiguo como querido
ex alumno, casi un discípulo, porque establecimos amistad y cooperación en
aquellos años en los cuales le tuve en el aula. Supongo que mi sorpresa fue
igual a la suya, porque ni él ni yo nunca pensamos, aun en nuestra
calenturienta imaginación criolla, que accedería a una posición de tanta
responsabilidad, porque aparte de sus estudios de pre grado no le conozco otros
que pudiesen avalar las competencias para tal cargo, si bien tenía el potencial
que le ha permitido arribar a esta posición citada como otra de importancia
análoga o incluso superior. Pero el hecho es que debo confesar cierto
resentimiento, porque mi alumno llegó a rector mientras que yo no pasé de jefe
de departamento, una posición que comprobé inútil porque en Venezuela tenemos
cátedra pero no departamentos, pero ello no viene al caso.