jueves, 7 de noviembre de 2019

Universidad a destiempo

Aula Magna UCV (*)
Nos ha llegado por email la versión de un artículo de Orlando Albornoz, La Universidad a Destiempo, que aparecerá próximamente en varias publicaciones académicas. Antes de que ello ocurra, le he pedido autorización al autor para que me permita hacer una reseña en nuestro blog. A continuación va la misma. 

El pasado 9 de octubre Nicolás Maduro, en el acto de instalación del inicio de clases del sector universitario, en el Palacio de Miraflores de Caracas, instó a los participantes a: “Alinear la política de educación universitaria, que permita el cumplimiento del Plan de la Patria”.  Con esa frase inicia Albornoz su análisis de la educación universitaria, en la actualidad. 
Hay algo más, Maduro insistió, involucrándose con los participantes, al expresar: “Les pido que “hagamos” –comillas nuestras, HRC- un plan con los profesores universitarios, con líderes y lideresas del movimiento estudiantil para alinear las carreras con el Plan de Recuperación y Desarrollo Integral del país”. 

Para Albornoz, -cuyo texto voy a colocar desde aquí en negrillas y cursivas- el acto y las palabras  son evidencia de: una concepción político-ideológica de control y centralización. Dentro de los efectos de esta estrategia destacan el crecimiento en el número de universidades y la hiperinflación de credenciales académicas.” ( Explicar) Pero hay algo más,  sostiene Albornoz, que luego de veinte años de revolución bolivariana:  “la universidad en Venezuela funciona según el modelo de aula y de creencia doctrinaria, que resulta ajeno a la concepción universidad contemporánea a escala mundial.”  Es decir, nada que ver con las características de la educación de la sociedad digital en cuanto a lo tecnológico, ni nada que tenga que ver con  la amplitud de las visiones conceptuales que representa la condición fundamental para formar la cualidad emprendedora de los nuevos profesionales. Estamos atrasados…  y bastante. Algo más, Albornoz afirma también que:“Se observa paralelismos institucional entre las universidades para la elite, y universidades para los pobres.”  Es decir, que el resultado catastrófico de la educación universitaria es similar en uno y otro ámbito:  

Albornoz ve esta realidad, que da fuerza al título del trabajo: Universidad a Destiempo, como el triunfo de una política de veinte años, de paciencia y persistencia: “El país es dirigido hacia un estado policial -o militar que en el fondo es lo mismo-, que controla todas las instituciones del Estado, incluyendo a las universidades.” Pero, hay algo más, de una intrusión “grosera” –esto lo digo yo-,  del Consenso de Washington en todos los asuntos incluyendo el universitario se ha pasado a otra injerencia de distinto origen, ahora “China, Rusia, Irán, Turquía, Cuba y Nicaragua, entre otros del mismo tenor.”De verdad que, el análisis que hace de uno y otro momento en la historia de la política pública venezolana de las últimas décadas, no tiene desperdicio. Albornoz lo subtitula así: “Del Consenso de Washington al Caudillo Tropical Socialista.”

Cuando leí el trabajo a un grupo de amigos, hace unos días, les llamó la atención un dato que Albornoz presenta: actualmente existen 58 universidades públicas  sin contar las militares nuevas y pre-existentes en Venezuela. Y esto llama la atención por la dificultad para obtener información en las fuentes oficiales.  Tanto ha sido el crecimiento del sector que Albornoz expresa, sobre esta profusión de instituciones y de sus resultados: “hay más universidades decretadas en los años de revolución que en toda la historia de la nación, lo cual no ha significado movilidad social, porque los egresados de las instituciones de elite siguen ocupando los cargos de mayores ingresos o pueden viajar a la Meca de este país, los Estados Unidos.”  

En sentido contrario a la movilidad social, a la profusión de instituciones y al control ideológico de las misma se ha generado otra consecuencia, tal como lo indica Albornoz: “La recién creada Universidad del Magisterio y, en general las universidades estatales, promueven bajo nivel de calidad y en ellas se aplica la doctrina que propone que ‘nadie se queda atrás’. En esta universidad se otorgarán, en agencias en todo el país, credenciales de doctor en tres etapas, cada una con duración de 12 semanas: docentes de básica, maestría y doctorado. El título es equivalente a un doctorado con trabajo de campo.”

En conclusión, el académico destaca en su trabajo el cambio en las injerencias de la política universitaria, de una orientación gringa a otra opuesta;  el éxito de una política de control universitario que lleva veinte años;  así como el efecto  en el resultado del control y en el resultado de la labor universitaria.  Sin embargo, no por ello cree que todo seguirá así. Concluye Albornoz con esta frase: “el sistema trabaja en paz y en silencio, pero es la paz y el silencio que antecede lo que sea la próxima tormenta, abierta a los conflictos del poder, que no del conocimiento, fin y fundamento de la academia.”

Estaremos atentos a la publicación del trabajo in extenso para informar a nuestros lectores. Creo que vale la pena leerlo completo y no solo esta reseña.  Por de pronto muchas gracias. Esperamos comentarios. 

Nota del editor
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(*) Como un sincero homenaje a Orlando Albornoz, el autor del artículo que reseño, quien ha pasado buena parte de su vida como estudiante y como profesor de la UCV, en los espacios de dicha institución, coloco aquí una foto del Aula Magna de la primera casa de estudios universitarios de Venezuela. La foto fue tomada de: https://globovision.com/article/la-casa-que-vence-la-sombra-celebra-297-anos-de-su-fundacion
Para los interesados sugiero mirar  parte de la historia de este espacio en:  
https://es.wikipedia.org/wiki/Aula_Magna_(Universidad_Central_de_Venezuela) 

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