He vivido una vida de espera, aguardando
Lo que no iba a llegar nunca (…)
R.B.F.
Acaso se equivocan quienes piensan que la figura y obra de Rufino Blanco Fombona es flor del pasado. Hoy cuando se cumplen ciento treinta y siete años del nacimiento del vate caraqueño (17.6.1874), su legado está más vigente que nunca: persistente lucha entre la inteligencia civil y la barbarie militar, constante denuncia de la norteamericanización del mundo, la adoración por Bolívar, consecuente militancia en las luchas en su país contra el despotismo caudillista. Extraña mezcla de poeta de finos versos con intelectual de lacerante prosa, este bravo ingenio jamás habría de pasar inadvertido. A Blanco Fombona le mordió durante toda su vida la pasión americanista, en páginas furibundas dejó plasmado su constante idealismo.
Quien no haya leído sus páginas de combate contra las dictaduras personalistas y bárbaras del castro-gomecismo (El hombre de hierro 1907, Judas Capitolino, 1912, El Hombre de Oro 1915), se pierde de comprender los oscuros y sutiles mecanismos del despotismo criollo.