domingo, 22 de agosto de 2021

El Colegio San José de la Sierra de las Hermanas Dominicas

Colegio San José de la Sierra (Mérida)

Explicación del editor (HRC):

 

Roberto Rondón Morales es un merideño nacido en Chiguara (Venezuela),  con el que hemos venido construyendo una importante amistad  en el marco de las discusiones propiciadas por el Grupo Miradas Múltiples. Además, con el tiempo se ha convertido en colaborador de nuestro blog. Desde hace unos meses  ha escrito varios artículos sobre la historia de la educación católica, de la ciudad de Mérida.  

1.    Colegio Madre Mazzarela: 

2.    Colegio Inmaculada:  

3.    Colegio San Luis:  

Otros temas también ha ocupado el interés de Rondón Morales publicados en éste blog como: la Universidad Venezolana; la organización de los servicios de salud en Mérida y; aspectos de la vida política contemporánea. Hoy nos ofrece la interesante historia del Colegio de San José de la Sierra de las hermanas Dominicas.  

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Roberto Rondón Morales         

El Colegio San José de la Sierra tiene una larga e interesante historia que une esta Obra Educativa a la evolución de la Congregación Dominica en Mérida. El advenimiento del gobierno civil de J.J. Rojas Paúl (1888-1890) desplazó temporalmente las guerras, las armas y la corrupción gubernamental prevalentes,  y se pensó en la salud y la educación de los ciudadanos. Por falta de recursos nacionales, las autoridades eclesiásticas y filántropos promovieron la venida  de órdenes religiosas europeas a tal fin. Los jesuitas, dominicos y franciscanos regresaron. Los salesianos llegaron por primera vez. También se crearon, por decisión episcopal, congregaciones nacionales.

 

Las Hermanas de la Caridad de Santa Ana, españolas,  llegaron para administrar el Hospital San Juan de Dios en Mérida, pero  en 1897 anunciaron su retiro por falta de recursos prometidos, a pesar de los esfuerzos del Presidente del Estado General Esteban Chalbaud Cardona y del Obispo Antonio Ramón Silva. Frente al retiro de las Hermanas de Santa Ana,  como solución, el Presidente del Estado solicitó al Dr. Foción Febres Cordero preguntara a su hija Georgina si se responsabilizaría de la administración de este Hospital. Las Hermanas Georgina Febres Troconis y Julia Picón Febres quisieron conocer previamente la opinión del Obispo, quien comisionó por razones de un viaje, al  Provisor Dr. F. Franco Lizardo para entrevistarse con las Hermanas, a  quienes les comunicó que debían asumir esta responsabilidad a pesar de ser sólo dos personas. Finalmente, la lamentable despedida de las Hermanas de Santa Ana ocurrió el 5 de julio de 1900. Pronto se acercaron a la congregación incipiente, las señoritas Rosa Rodríguez,  María Jiménez Pulido y Victoria Chuecos como aspirantes,  y la  señora Ángela de Chuecos para colaborar en otras funciones. 

 

El nombre de la nueva institución religiosa propiciada por las Hermanas Georgina y Julia fue Santa Rosa de Lima por la admiración a la virgen limeña, nombre con el que estuvo de acuerdo su Director Espiritual, Presbítero Evaristo Ramírez. Finalmente, se completó el nombre como Hermanas de la Caridad de Santa Rosa de Lima.

 

La erección de la Congregación Diocesana de las Hermanas  de la Caridad de Santa Rosa de Lima se realizó el 21 de febrero de 1903, por el Obispo que decidió declarar canónicamente a la nueva Congregación. 

 

En estos  actos, recibieron de manos de Monseñor Antonio Ramón Silva, el sayal las postulantes Luisa Lárez, Josefa Moreno y Rosa Chuecos. Renovaron sus votos las Hermanas Julia Picón Febres, María Jiménez, Isabel Uzcátegui y Antonia Picón. Finalizaron  las ceremonias religiosas y culturales conmemorativas en el Hospital San Juan de Dios, de cuya administración se encargaron.

 

Las primeras Hermanas del Hospital San Juan de Dios  fueron Georgina Febres Cordero Troconis, Julia Picón Febres, Isabel Uzcátegui, María Jiménez Pulido, Rosa Chuecos, Antonia Pino, Josefa Moreno y Eva María Lacruz.

 

En septiembre de 1917, en el Hospital y en  conversación sobre la posibilidad de practicar una variedad de caridad cristiana, incluida la formación de niñas, pensaron en la alternativa de encontrar una casita para tal fin. En charla posterior con el Pbro. Enrique María Dubuc, se planteó la advocación de San José para la futura institución. 

 

Con estas ideas,  llegó a las puertas del Hospital San Juan de Dios, un joven con un mensaje para la Madre Superiora Sor Margarita del Corazón de Jesús. En esta misiva,  la señora Josefa Salas de Salas ofrecía a la Congregación la escritura y  las llaves  de un terreno y una casita ubicada en Milla,   futura base de la  Congregación, la Casa Generalicia y el Asilo de Niñas o Internado San José de la Sierra, de lo que “estarán  eternamente agradecidas”.

 

Con  gran regocijo por esta donación, manifestaron que “Sería la Casa de las Niñas Pobres”. Esta casa comenzó a ser organizada con contribuciones de algunas señoras caritativas que regalaron camas, colchones, loza,  y otros útiles, pero se decidió no habitarla  hasta hacerle reparaciones, para lo que no había recursos económicos. Para ello, las Madres Margarita y Julia decidieron recoger colaboraciones tanto en la ciudad como en el campo.

 

En el recorrido en búsqueda de colaboraciones para el Asilo, hubo un hecho curioso. En la casa Burguera de Tovar, contactaron con la ciudadana norteamericana Lydia Hannel, quien luego de conversaciones de tipo religioso, decidió convertirse a la religión católica, tomó los sacramentos,  y luego hizo profesión de vida religiosa con el nombre de Sor María de San José. 

 

La recolección de colaboraciones estuvo bajo la responsabilidad de la Madre  Margarita del Corazón de Jesús, y luego, de las Hermanas  Trinidad de la Virgen María  y Sor María de San José. Con estos recursos, se construyó la Capilla de la Casa San José, que se bendijo el 19 de marzo de 1918, y que dio paso a las futuras construcciones del  nuevo Santuario y de la Casa Generalicia.

En abril de 1918, en esta nueva residencia, la Madre Julia y las Hermanas Francisca, Jesús y Escolástica abrieron  el Asilo con catorce (14) niñas.

 

El Santuario San José, financiado a base de limosnas, era una obra maravillosa,  finalizado en agosto de 1922, y bendecido el día de la celebración de la Patrona Santa Rosa de Lima por el Obispo Antonio Ramón Silva, los Canónigos y otros venerables sacerdotes, entre los cuales estaba Monseñor Enrique María Dubuc, ya obispo de Barquisimeto, quien presidió la ceremonia.

 

El 10 de enero de 1920, el benefactor de la Obra y Capellán  del Asilo de Niñas, Pbro. Guillermo Parra  sugirió la elaboración de una hermosa pintura  del Patriarca San José, que luego, el reverendo padre Luis Apolinar Granados solicitó al reconocido pintor Marcos León Marín.

 

En 1923, fue designada como Madre Luisa de los Dolores, quien tenazmente, y a pesar de las recriminaciones formuladas porque se perdería la libertad lograda como Congregación Diocesana, insistió en la afiliación con la Congregación Santo Domingo de Guzmán, que había reingresado a Venezuela  por el Estado Táchira en 1926, para dirigir institutos educacionales y parroquiales; luego a Mérida, donde establecieron la Cofradía del Santísimo Rosario en la Catedral y  la Venerable Orden  Terciaria de Santo Domingo para seglares.

 

Los dominicos llegados desde  Colombia regresaron a ese país  en 1951, pero fueron reemplazados   en Venezuela por religiosos venidos de Filipinas,  Vietnam y China, que huían de las persecuciones religiosas.

 

La idea de la anexión a la Congregación Dominica fue consultada a la Reverenda Madre  Julia, una de las fundadoras de la Congregación Santa Rosa de Lima en Mérida, y quien era muy apreciada por la Superiora Dominica Madre Luisa de los Dolores, responsable de esta Congregación en Venezuela.

 

Luego de la  anuencia, el Padre Jesús María Alegretti, amigo de ambas congregaciones, se responsabilizó de hacer las gestiones para esta afiliación, que Monseñor Silva de otro lado, reconoció a “esta nueva relación  como un esfuerzo  para progresar espiritualmente a esta humilde congregación”.

 

El 3 de octubre de 1923, el padre Jesús M Alegretti envió una primera carta a manera de consulta, al Padre General de la Congregación Dominica Rvdmo. Fray Luis Theissling  en relación con esta aspiración de las Hermanas de Santa Rosa de Lima,  al tiempo que solicitaba información sobre el mecanismo para esta afiliación, en el caso que se aprobara.

 

A los cuatro meses,  el Reverendo Fr.  Alberto Blat. O.P.,   en nombre del Padre General, manifestó la aprobación de la afiliación, comunicación que fue leída en toda la ciudad. En la comunicación, se exigía añadir al nombre de la Congregación  la designación de Dominicas,  adaptar el uniforme al de las Hermanas Terciarias, modificar las Constituciones y recitar el Oficio Parvo según el rito dominico.

 

El 30 de abril de 1924,  Monseñor Antonio Ramón Silva pidió a Roma oficialmente el Diploma de Afiliación a la familia dominica, pero ya desde el 24 de marzo de 1924, se había emitido el Diploma de Agregación a la Orden Dominica firmada por el Reverendo Padre Fray Luis Theissling, Maestro General de la Orden y el Fray Angélico María Ferretti, Secretario,   Se denominarían Hermanas Dominicas de la Caridad de Santa Rosa de Lima.

Se solicitaron las Constituciones para adaptarlas, copias del Canto Parvo para cumplirlo, y se hicieron  los arreglos para el cambio del vestido.

 

“La vestición del hábito se hizo en las residencias existentes para el momento, Rubio, San Cristóbal, Trujillo y Mérida, donde  presidió la ceremonia  el para ahora, Arzobispo Antonio Ramón Silva”.

 

“Un silencio invadía a la catedral, roto por el órgano que cribaba con penetrante misticismo, cuando asomaron nuestras Hermanas vestidas de blanco”. “En verdad, no se podía comparar la pureza que irradiaba el hábito blanco con la serenidad que emanaba del anterior. Arrodilladas de nuevo frente al altar, semejaban una bandada de palomas  a los pies del Sagrario”. 

 

EVOLUCION DEL ASILO INTERNADO  DE NIÑAS POBRES

 

Desde la Ley de Instrucción Pública del 23 de junio de 1923 y el Decreto del 20 de agosto de 1923, el Asilo se debió  registrar en el Ministerio,  lo que se ratificó en Leyes de 1924, cuando se prohibió la obligación como asignatura de Religión. Se inició con  la Educación Primaria Elemental de cuatro grados, incorporando más tarde la Primaria Superior de dos grados. Después de la crisis por el decreto 321 de 1946, se afilió a la Asociación Venezolana de Educación Católica.

 

A partir del Estatuto Provisional de Educación de 1949, se favoreció  con ayudas oficiales a la educación privada. En la Ley de Educación de 1955, además  se igualaron los sistemas de evaluación en institutos públicos y privados, eliminando este conflicto.

El crecimiento geográfico y humano de la ciudad, ha obligado a una permanente expansión, que incluyó por exigencias de ciertos núcleos de la ciudad, la creación de los Colegios Nuestra Señora de Fátima y de La Presentación.

 

La Ley Orgánica  de Educación de 1980, lo convirtió en una Unidad Básica de Educación,  inicial de nueve grados, y establecimiento  de un nivel secundario tradicional y de técnico medio.

 

Luego hubo una adaptación a la Ley Orgánica de Educación de 2009. Un primer nivel de educación preescolar, un segundo nivel de educación básica con tres etapas, hasta tercer grado, 4º y 6º grados, 7º y 9º grados  dirigidas a “aprender a ser, a conocer, hacer y convivir”. Un  tercer nivel medio, diversificado y profesional con salidas como técnico medio.


Mérida,  Agosto de  2021.


 

 

 

 

 

 

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