Joaquín Crespo solicitó 25 salesianos para dirigir ocho escuelas en Caracas, Valencia, Barquisimeto, Coro Puerto Cabello y La Victoria. Vinieron 6 y se instalaron inicialmente en Caracas y Valencia. En 1927, asumieron la dirección del Colegio Santo Tomás de Aquino, previamente existente en Valera. En 1941, trasladaron a Táriba el Colegio San José que habían fundado en Maracaibo en 1915. Faltaba una Obra en Mérida para cubrir a Los Andes.
Diligencias con este fin, hicieron el Arzobispo Acacio Chacón y el Gobernador Dr. Ramón Barrios Mora ante el Inspector Salesiano Padre Pedro Tantardini para su trámite a Turín, sede de la Congregación. Desde un principio en 1949, se planteó la creación de un Colegio dedicado a la enseñanza y entrenamiento agrícola y a la educación de jóvenes de los alrededores del Colegio en Mérida: La Loma de la Virgen, El Rincón y el Pie del Tiro. Apoyaría también la agricultura de hortalizas del páramo y de plátanos y cítricos de la tierra llana. Se adquirió con facilidades la hacienda “La Esperanza” de la señora Josefa María Salas de Salas, promotora del proyecto, y viuda del rico hacendado y comerciante señor Carlos Salas Uzcátegui, en la Otra Banda del Municipio EL Llano, en Mérida.
En la advocación del San Luis, coinciden dos versiones. De un lado, la vendedora, casi donante de la hacienda y benefactora del Colegio, solicitó ese nombre en honor a su primogénito Luis María Salas Salas. También por una recomendación de los jesuitas reinstalados en Mérida desde 1927 en el Colegio San José, para honrar a San Luis Gonzaga. La instalación del colegio estuvo bajo la responsabilidad del padre salesiano español de Navarra, Tomás Foronda y de los padres Enzo Cecarelli, futuro obispo de Puerto Ayacucho y Andrés Goga, los hermanos salesianos Aureliano Albornoz y Giussepe Lemo, maestros, Luis Pogliani, granjero y apicultor, Otto Calvi, enfermero. Luego el maestro laico Publio Lacruz. Había un Grupo laico de Cooperadores Salesianos. El padre Foronda murió en diciembre de 1952 por una crisis hipertensiva y un accidente cerebrovascular, complicado con una neumonía, después de un paseo con alumnos al Páramo Los Conejos para buscar musgo como era la costumbre, en esas fechas. Su muerte conmovió, y mereció muchos reconocimientos.
La hacienda tenía una casona en ruinas, invadida por murciélagos, con un patio central enladrillado para secar café, circundado por pasillos donde se recogían cuando llovía y en las noches. Había habitaciones, cocina, comedor que fueron reformadas por la Gobernación del Estado. También se construyó un dormitorio para cien alumnos y otro para los curas y hermanos salesianos, un teatro, la capilla, aulas de clases, la dirección y una sala de recibo y espera. La dotación y mobiliario también fue responsabilidad de la Gobernación. Esta participó de una manera muy importante en el financiamiento del funcionamiento del colegio, al aprobar sesenta (60) becas por un monto de ciento veinte bolívares (Bs 120.oo) mensuales cada una, para un total de veintisiete mil doscientos bolívares (Bs 27.200). EL padre Tomás Foronda logró, además de la colaboración importante de la Gobernación del Estado, contribuciones privadas y del Ministerio de Agricultura y Cría, la dotación de una camioneta, un viejo tractor para remover la tierra hortícola, un pozo artesiano por inexistencia de acueducto, vacas, gallinas, instrumentos de labranza, semillas seleccionadas y la ayuda para la construcción de la vaquera y cochinera.
Aparte de las instalaciones residenciales, había un gallinero, una conejera y un apiario para huevos, carne y miel muy apreciada, todo lo cual se vendía en parte en la ciudad para obtener dinero y adquirir materiales y artículos de consumo. Alejadas de allí y al frente, había una vaquera y una cochinera, atendido todo por el hermano Luis Pogliani, quien manejaba una vieja camioneta donada para llevar los productos a la lejana ciudad, situada a tres kilómetros por carretera de tierra que comunicaba con la Cruz Verde del Llano.
Había tablones de caña de azúcar para fabricar panela para consumo interno, procesada en trapiche cercano del señor Francisco Uzcátegui. Había dos estadios de futbol, especialidad deportiva de los salesianos italianos y españoles, potreros y parcelas, cada una responsable de un grado, donde se hacían prácticas agrícolas de huerta dos veces por semana, con siembra de lechuga, perejil, cilantro, cebollín, zanahorias para la cocina colegial. A veces sobraba para el mercado local.
En 1950, había 87 alumnos desde primer al sexto grado. En 1953, se redujo a los cuatro últimos años de primaria y desde 1954, sólo a 4º, 5º y 6º grados por los cuidados especiales que requerían los niños de poca edad. En 1970, se cerró el internado por las dificultades de mantener la disciplina, el mayor requerimiento de personal, los costos y por recomendaciones pedagógicas.
Los sábados en la tarde, todos los alumnos internos salían a paseo al Rincón y al Pie del Tiro para recoger futas entre ellas, caimitos en las cosechas, arrastrarse en cueros secos de vacunos por las pendientes y visitar trapiches cercanos para comer melcocha. Se oficiaban misas para los vecinos los domingos. Se presentaban obras de teatro, películas y filminas. Había el llamado Oratorio Festivo mediante el cual, niños de las vecindades iban al Colegio los domingos en la tarde, a recibir instrucción religiosa, hacer deportes, ver películas y oír música. Los padres visitaban a sus hijos, llegando generalmente a pie desde la Cruz Verde del Llano y una carretera de tierra solitaria que cruzaba donde actualmente está el Colegio Monseñor Silva, iba por El Llanito donde había fábricas de ladrillos y tejas de arcilla, terrenos que eran popiedad de los González Puccini, Gonzalo Salas, Carlos Edmundo Salas; y por donde están ahora las urbanizaciones Don Pancho con haciendas de Julio Gutiérrez Arellano, Francisco Uzcátegui; Los Sauzales y el Rincón donde había una bodeguita atendida por el señor Rufino Trejo, que vendía acemas y guarapo fuerte, una delicia para los cansados, sedientos y hambrientos visitantes de sus hijos. Era una zona de haciendas y de conucos campesinos. El proyecto inicial de la escuela agrícola y artesanal terminó en educación formal hasta 6o grado porque los terrenos eran arcillosos, sin riego, no hubo ayuda técnica ni financiera estable, y sobre todo, por la falta de vocación de los estudiantes, aun los hijos de campesinos vecinos. Lo supervisaba periódicamente el profesor Obdulio Picón, Inspector Escolar, quien interrogaba a los estudiantes.
Entre 1970 y 1980, todo cambió. La ciudad se desplazó a la Otra Banda. Se construyeronlas avenidas Las Américas y los Próceres, viaductos, urbanizaciones y barriadas y otras edificaciones. El Colegio San Luis se convirtió en una Unidad Básica de Educación para ambos sexos, con bachillerato completo. Se construyeron nuevas edificaciones escolares. Es una Parroquia Eclesiástica Nuestra Señora del Rosario. Tuvo 20 Directores Salesianos, pero debido a la carencia de sacerdotes, la dirección la asumió desde 2009, la Congregación Hijas del Divino Salvador.
Mayo de 2021.
Nota
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Foto (*): Exhibición de Gimnasia en la hoy conocida como "Casa Vieja". Fotografía: Archivos del Colegio San Luis. Tomada de:
https://colegiosalesianosanluismerida.blogspot.com/2020/03/historia-colegio-san-luis.html
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