Templo de la Sagrada Familia Foto H. Ruiz |
Humberto Ruiz
Barcelona tiene fama de ser la más europea de todas las ciudades españolas. Muchos son los encantos de la capital catalana: las Ramblas, el barrio judío, el parque de Montjui, los museos de Picasso y Miró y la Sagrada Familia, para sólo indicar algunos atractivos turísticos.
En el último caso, el templo Expiatorio de la Sagrada Familia, como es su nombre, son muchas las cosas que se pueden decir. Quiero sólo narrar a Uds. algunas de las que más impresionan de ésta monumental obra.
El arquitecto, Antoni Gaudi (1852-1926) pasó cuarenta y tres años de su vida dirigiendo la construcción y sólo vio una de las tres fachadas concluida. Recibió el encargo en 1883, habiéndose iniciado las obras un año antes. Le puso su impronta y de un templo neogótico lo convirtió en otro de carácter naturalista. Lo primero que llama la atención es la profusión de imágenes de personas, animales y objetos que adornan cada espacio de sus fachadas y columnas. Es una explosión inmensa de imaginación y detalles que no parece detenerse. Puede uno pasar no sólo días, sino semanas, meses y años recorriendo cada lugar de la obra y no se dejarían de encontrar nuevos detalles.