Hace casi dos décadas terminé el doctorado en Estudios del Desarrollo, en el CENDES de
la Universidad Central de Venezuela.
Pasé en esa institución varios años pues
primeramente realicé la maestría y luego el doctorado, gracias -en ese
momento- a una generosa becas de la Universidad de Los Andes. Emolumentos
que eran nuestro sueldo y que alcanzaban para vivir dignamente.
Fuimos de los profesores que luego del
llamado jueves negro nuestras aspiraciones de estudiar postgrado en el exterior se
diluyeron. Pero, nuestra tesis fue sobre -justamente- los venezolanos
que estudiaron en el exterior durante el siglo XX y la modernización
del país.
Hoy viene a cuento todo este pasado, ya no tan reciente, de
nuestra vida profesional, pues quien fue nuestro tutor, Heinz R. Sonntag, acaba
de morir y los recuerdos no dejan de fluir en nuestra mente.
Estaba dejando de dirigir el Centro de Estudios del Desarrollo (CENDES) cuando le
fui a solicitar una constancia para tramitar la extensión de la beca a la ULA,
luego de graduarme de maestría. En ese momento Sonntag me propuso
convertirme en su tutorado. Ya estaba adelantado en los compromisos docentes
del postgardo y también estaba muy adelantada la investigación del doctorado.
Pero faltaba, casi nada, escribir los resultados de nuestra investigación.
Un director de tesis doctoral tiene la muy delicada
función de ayudar a que un investigador novel se convierta en investigador
reconocido. Esa no es una tarea sencilla. Heinz R Sonntag lo logró conmigo. El trabajo fue publicado en forma de libro, tal como la
caratula que acompaña al texto muestra y el jurado que se encargo
de evaluarlo le dio Mención Honorífica, otorgada por unanimidad y expresó
que se “… aprecia altamente la originalidad del tema, inédito hasta ahora…
contiene un trabajo riguroso sobre las fuentes, lo que le permite visualizar
algunos aspectos… del proceso de modernización y especialización
particularmente de las élites políticas. La tesis sugiere temas
adicionales en cuanto al planteamiento de nuevas vías para explorar
comparativamente experiencias de otros países, todo ello en un estilo claro y
elegante, dada la aridez aparente del tema.”
Un poco después Francisco Kerdel Vega en su libro Diáspora
del Talento (2000) expresó que es: "un libro notable donde hace
análisis ponderado y sagaz de los estudios emprendidos por los venezolanos
fuera de nuestro país, en lo que va del siglo (de 1900 a 1996), y sus logros
ulteriores -consecuencia de esa preparación especializada– al regresar a su
medio".
Tres reuniones tuvimos, Sonntag y yo, para discutir
los avances de nuestra investigación. En la primera, luego de entregarle con varios dias antes de nuestra entrevista unas
treinta páginas, me dijo, sin el menor rubor: "bota esas páginas son una
perfecta porquería." En la segunda oportunidad -quizás unos dos años
después de la primera reunión- le di una larga explicación sobre
cómo iba el trabajo. Me miró largamente, suspiró y lacónicamente me dijo:
“Escríbelo”. La tercera reunión ya le
había entregado el escrito. Nos reunimos en Mérida luego de una actividad
académica en la ULA a la que había venido.
Cuando le pregunté qué pensaba
del manuscrito me dijo: “entrega esa vaina ya”.
Y así fue.
Hoy, hablando con otro entrañable académico con
quien compartimos el recuerdo de Heinz R. Sonntag, llegamos a la sencilla conclusión que fue un hombre útil al país, a la UCV y a la formación de
sociólogos en Venezuela y América Latina. Un sentido
reconocimiento a su familia son nuestras palabras finales.
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