Paraninfo de la ULA. Foto J-L Crucificx |
El año pasado fue la fallida Ley de Educación Universitaria, aprobada por la moribunda Asamblea Nacional monocolor, en la madrugada del 24 de diciembre. Este año de 2011 han sido las acciones de violencia facistoide de los camisa roja contra la UCV y la elección de sus órganos de dirección estudiantil, donde salieron estrepitosamente derrotados.
Otra modalidad de perversión institucional del Estado, es la aprobación de un decreto presidencial de expropiación de terrenos de la ULA que, desde que la Universidad los adquirió durante el rectorado de Rincón Gutiérrez, estaban destinados a su programa de desarrollo institucional. Muchos cercanos al gobierno actual aplauden el expolio: ¡la historia los juzgará!
En 1958, la agenda establecida fue de carácter académico. Permitió la modernización de las universidades nacionales. En el segundo caso, los años recientes, se busca imponer a la vida de las universidades, una agenda que nada o poco tiene de las discusiones académicas, que en el mundo se están dando, sobre el futuro de las universidades.
Como una manera de mirar hacia metas de trascendencia y de mejoramiento que nos acerque a lo que son las universidades hoy, colocamos en el blog, el discurso que ofrecí en el acto del otorgamiento, por parte de la Seccional de Profesores Jubilados, de la orden Pedro Rincón Gutiérrez, el pasado 8 de diciembre, en el Paraninfo de la ULA. Los tiempos no son sencillos, pero nada debe desviar a la universidad de discutir y acometer los cambios necesarios para ponernos a tono con las exigencias que se hacen actualmente a las universitarias en el mundo. Un buen ejemplo de ello fue la gestión de Rincón Gutiérrez, en tiempos convulsos, pero no por ello se desechó pensar y construir un mejor futuro. Pedro Rincón Gutiérrez un hombre destinado a ser rector. Un rector en todo el sentido de la palabra.
UNIVERSIDAD, TRADICIÓN Y CAMBIO
UNIVERSIDAD, TRADICIÓN Y CAMBIO
Humberto Ruiz Calderón
El compromiso de pronunciar el discurso de orden, en el acto de entrega de la condecoración “Pedro Rincón Gutiérrez”, que otorga la Seccional de Profesores Jubilados de la Universidad de los Andes, a tres universitarios ejemplares, lo asumo con gratitud y satisfacción.
¿Qué decir de Pedro Rincón Gutiérrez que no se haya expresado con anterioridad? ¿Cómo exponer una obra dilatada, rica y novedosa como la que nos muestran los tres homenajeados de esta noche: Adelis León Guevara, William Lobo Quintero y Antonio Rafael Van Grieken Molina? ¿Qué expresar en un momento tan confuso y tan poco halagador como el que vive la universidad venezolana, sobre su existencia actual y su futuro? ¿Cómo decir algo interesante y hermoso, con la promesa de que un poeta de fina palabra y escritura, también hablará, en nombre de los catedráticos que hoy son reconocidos? Estas son algunas de las preguntas que me he hecho reiteradamente, para asumir con el mínimo de originalidad e inteligencia, nuestro responsabilidad en un acto de tanta significación, que nos honra gratamente.
Ha pasado mucho tiempo desde el siglo XII en la Europa medieval cuando nacieron las universidades. Es la universidad una de las instituciones humanas de mayor tiempo de existencia. Boloña y París, las primeras en Europa. Salamanca (1242) y Alcalá de Henares (1293) en España, así como las más añejas instaladas en nuestro continente Santo Domingo (1538), San Marcos (1551) y Santa Fe de Bogotá (1594). Todas ellas son una pléyade de instituciones que entre la tradición y el cambio han sorteado el paso del tiempo y justificado su razón de ser.
La tradición de mayor raigambre de las universidades es sin duda la enseñanza de nivel superior. Es decir, la de transmitir la tradición del saber conocido. Labor que tuvo como única finalidad preparar a los grupos dirigentes hasta la fundación de la Universidad de Berlín por Humboldt, a comienzos del siglo XIX. De allí en adelante, la función primordial de las universidades más importantes en el mundo comenzó a cambiar. Las instituciones se convirtieron en instrumentos para la producción de saber. Por supuesto, la anterior función -formar profesionales- ha seguido teniendo gran importancia. La universidad sigue cumpliendo ambas funciones y en América Latina, desde la Reforma de Córdoba, es un espacio para el cambio social, para la preparación de los nuevos poderes sociales, es en una caja de resonancia de las nuevas ideas y expectativas sociales.
No puede estar la universidad alienada a los poderes establecidos, sean ellos políticos, económicos, religiosos, ni siquiera a los de sus propios actores. La universidad es y seguirá siendo un contrapoder. Un espacio para el debate y para el pensamiento crítico. Así lo entendió claramente Pedro Rincón Gutiérrez.
Un hombre y un destino
Los antiguos filósofos del período helenístico-romano fueron quienes primeramente se ocuparon del término destino. Destino como problema filosófico. Criscipo, Cicerón, Plutarco y Alejandro de Afrodisia dedicaron reflexiones al término.
Las más importantes preguntas que se hicieron se pueden ver hoy, como elementales, pero fueron sin duda trascendentes: ¿Existe el destino? ¿Qué es ese recorrido existencial que cada quien tiene en su vida como parte del andamiaje del cosmos? ¿Puede conocerse previamente? ¿Cómo compatibilizar el destino con la libertad?
Mucho más cercanos a nuestros tiempos Spengler y Scheler también dedicaron sus capacidades filosóficas a pensar sobre el destino, sobre el “fatum”. El primero de ellos expresó: “la historia real se halla grávida de destino, pero no tiene ley”. Es decir, no hay regulación, causalidad, o previsión posible. Apuntó entonces Spengler a una de los rasgos que los filósofos han determinado sobre el destino: la imposibilidad de preverlo.
Scheler por su parte, en evidente contraposición al sentido inexplicable e imprevisible del destino que formuló Spengler, expresó: “Lo peculiar del destino… es que al contemplar el panorama de una vida entera o de una larga serie de años o acontecimientos, sentimos tal vida como absolutamente contingente… refleja precisamente eso que creemos… constituye el núcleo de la persona en cuestión”.[1]
Desde tan lejanos tiempos de la humanidad, las preguntas siguen presentes y los hombres y mujeres se afanarán en buscarle respuesta. Pero, como todo lo que inquieta a la humanidad, siempre seguirán abiertas las preguntas, esperando nuevas interpretaciones y nuevas interrogantes.
Destinado a ser rector
Era muy difícil prever el destino de Pedro Rincón Gutiérrez, el Rector Magnífico, tal como que se le terminó conociendo.[2] Nacido en los Puertos de Altagracia de Maracaibo en 1923, en su ciudad natal sólo se logró reinstalar la universidad, clausurada en 1903, cuarenta y tres años más tarde (1946).[3] Es decir, que de haber continuado en la ciudad que lo vio nacer, Rincón Gutiérrez, se hubiera tenido que trasladar hasta Caracas o Mérida como finalmente lo hizo para seguir una carrera universitaria. Fueron otras las circunstancias que le acercaron a su destino rectoral, en una ciudad distinta a la cercana Maracaibo del pueblo que le vio nacer.
Su padre, agricultor con tierras en la zona sur del lago de Maracaibo, no tuvo preocupaciones universitarias. Sin embargo, la temprana muerte del progenitor y las dificultades que su madre debió sortear, hicieron peregrinar al niño Rincón Gutiérrez, por instituciones educativas de Táchira y finalmente recalar en el prestigioso colegio San José de Mérida, regentados por los Jesuitas. Allí destacó como brillante alumno y deportista, graduándose de bachiller. Seguidamente ingresó a la Universidad de Los Andes de la que egresó como médico en 1948. Graduado de Médico, Rincón Gutiérrez se quedó en Mérida.
¿Existe el destino? Claro que sí. Lo imposible es preverlo, tal como aseguró Spengler, a pesar de la mirada escrutadora de algunos seres privilegiados. Cada persona es una brizna de paja en el devenir histórico. Hoy, el recorrido existencial de Pedro Rincón Gutiérrez lo vemos absolutamente contingente con su labor como rector al frente de la Universidad de Los Andes y constituye el núcleo característico de su persona. Sin embargo, por qué razón, con antecedes tan alejados a la vida universitaria, una persona, en nuestro caso el joven catedrático que fue Pedro Rincón Gutiérrez, termina al final de 1957 a las puertas del rectorado de la Universidad de Los Andes?
Si, efectivamente, escucharon bien. No me he equivocado: al final de 1957. Estuvo el Dr. Rincón Gutiérrez a pocos días de ser el último rector de la Universidad de los Andes, del gobierno que fenecía. Pero no lo fue. El destino le tenía previsto que fuese el primer rector de la democracia que se inició luego del 23 de enero de 1958. ¿Desdice en algo esta realidad con la historia personal y universitaria del Dr. Rincón Gutiérrez?. No. En lo absoluto. Es la expresión que todos los sectores, aún los que estaban enfrentados estaban de acuerdo para que llegara al rectorado y ello muestra el ritmo, la fuerza y la dirección indetenible del destino. Muchos años después con la bonhomía que le caracterizó narró el propio Rincón Gutiérrez los hechos que hoy quiero exponer, a uno de sus jóvenes amigos de entonces.[4] Y, recientemente, también escuché estas anécdotas a otro catedrático de la Universidad de Los Andes.[5] Ya en este momento se han restañado buena parte de las heridas que se causaron en la universidad al caer la dictadura de Pérez Jiménez. De tal manera que no cometo ninguna indiscreción y sólo nos mueve destacar la fuerza ontológica del destino que hizo de Pedro Rincón Gutiérrez el rector modernizador de la Universidad de Los Andes, aunque pareciera que los hechos le mostraban otra dirección distinta. ¿Cómo y por qué ocurre esta situación? Podremos adelantar cómo ocurrió, lo que no sabremos es por qué. El destino no da razones, sólo se impone. Veamos.
Terminaba el período rectoral al frente de la ULA, Joaquín Mármol Luzardo. Todos los ojos buscaban, quién habría de sucederlo. Un joven catedrático, obstetra y Presidente del Colegio Médico de Mérida lograba el consenso de las autoridades locales y fuerzas vivas de la ciudad, para ocupar tan alta responsabilidad. Se recogieron firmas para evidenciar los apoyos sociales, al candidato en ciernes. Pero la huelga estudiantil del 21 de noviembre de 1957 y los hechos posteriores en enero del año 58 mostraron, a quienes lo auspiciaban, que era prudente no hacer públicos los apoyos y mucho menos enviar en ese momento la carta de postulación con las firmas recogidas, hasta Miraflores.
Las circunstancias políticas se precipitan y un nuevo tiempo histórico se inicia en Venezuela la madrugada del 23 de enero de 1958. Un solitario avión sobrevuela los cielos de Caracas y el rechazado dictador abandona el poder. La Junta de Gobierno, presidida por el Contraalmirante Wolfgang Larrazabal, recibe a los pocos días la carta de postulación, por supuesto sin la firma de las antiguas autoridades locales salientes, particularmente del rector y el gobernador del Estado. Y con la fuerza que el destino impone, Pedro Rincón Gutiérrez inaugura una etapa de modernización de la universidad de Los Andes, al ser designado para dirigir la institución emeritense por el nuevo gobierno. Y poco después es elegido por el claustro para continuar al frente de la Universidad.
El hombre estaba escogido por las fuerzas de la vida a ser rector. Si las condiciones del entorno determinan el destino de las personas, las circunstancias tempranas de su familia y de su ciudad natal, Maracaibo, lo alejaban de la vida universitaria. Y sin la paciencia de quienes le auspiciaban, para esperar el desenlace final del gobierno de Pérez Jiménez, Pedro Rincón Gutiérrez no hubiera sido el primer rector de la democracia.
Modernización de la ULA
Pedro Rincón Gutiérrez fue rector de la Universidad de Los Andes por un poco más de 22 años, en tres etapas. La primera, desde 1958 cuando fue designado y posteriormente elegido por el claustro hasta 1972, fue la mas dilatada e innovadora. Luego, la segunda etapa de 1976 a 1980 y la tercera y última de 1984 a 1988. No queremos agotar a quienes nos escuchan haciendo una detallada reconstrucción de las vicisitudes y logros de estos años. Que por lo demás ya han sido expuestos por otros en forma brillante y amena.[6] Sólo queremos mostrar tres rasgos que hacen a la Universidad de Los Andes una institución distinta luego del extendido rectorado de Rincón Gutiérrez.
Los años que se inician a finales de enero de 1958 fueron para la ULA tiempos de dificultades y también de fecundas novedades. Es indudable que el talante universitario del rector Rincón Gutiérrez, así como el sentido de amplitud y a la vez de firmeza, y el esfuerzo que impuso para estimular a los mejores talentos de la institución, permitieron transformar a la Universidad de Los Andes. Allí la figura del Rector de Siempre se elevó y contrario a lo que ocurre con el común de los venezolanos, sus congéneres le respetan y reconocen la dilatada y exitosa labor universitaria.
La Institucionalización de la investigación académica
Los proceso de modernización del aparato gubernamental venezolano iniciados durante el gobierno de Eleazar López Contreras a partir de 1936, junto con la llegada a Venezuela de inmigrantes europeos, con capacidades científicas y técnicas, a consecuencia de la Guerra Civil Española y posteriormente de la Segunda Guerra Mundial, aventaron a la lejana ciudad de Mérida a grupos de profesionales que le dieron impulso a la investigación científica. Allí había una base humana que fue importante para desarrollar la capacidad científica de la institución, pero no era suficiente. Durante el rectorado del Dr. Rincón Gutiérrez se aprobó el reglamento de funcionamiento del CDCH (1965), contemplado en la Ley de Universidades de 1958 y posteriormente el Conejo de Postgrado. Así mismo, se fundó la Facultad de Ciencias (1969). Otra acción que deseo destacar, no suficientemente valorada y hasta poco comprendida fue la departamentalización de la ULA. Esos cuatro medidas dieron el fundamento para la institucionalidad de la investigación académica, la educación de postgrado, dentro de una nueva y moderna estructura académica, como se esperaba fueran los departamentos.[7] Las anteriores medidas se completaron con una agresiva y masiva política de becas para estudiantes de excelencia y profesores instructores para realizar estudios de postgrado en universidades del exterior. Durante años la ULA mantuvo más del 10% de su planta profesoral realizando estudios de postgrado en el exterior del país. Política que abarcó a todas las áreas del conocimiento. Y al finalizar la década de los 80 del siglo XX, la ULA tenía carreras de pregrado en todas las áreas del conocimiento, tal como son clasificadas por la UNESCO, a excepción de las artes militares y la formación de los ministros del culto religioso. Todo obra desarrollada durante los períodos rectorales de Rincón Gutiérrez y continuados hasta hoy. Se colocaron así las base en terreno firme de la institucionalidad de la investigación académica, allí esta el primero y mas importante rasgo de la modernidad de la Universidad de los Andes.
Incremento matricular e importancia de los estudiantes
La Universidad de Los Andes para 1957 escasamente tenía 1.186 estudiantes en cinco facultades. Unos años después la matrícula creció hasta alcanzar 29.939 estudiantes al final del último período rectoral de Rincón Gutiérrez (1988).[8] Pero algo mas, a partir de diciembre de 1958, con la promulgación de la Ley de Universidades se reconoció la representación estudiantil en los órganos de cogobierno universitario y pese a ser una representación minoritaria, la dirigencia estudiantil pasó a tener un gran peso político muy importante en la toma de decisiones de la Universidad. Desde los inicios de su rectorado la actitud del Dr. Rincón Gutiérrez fue de aceptación y auspicio para con este nuevo actor político de la vida universitaria. Lo canalizó y muchas veces logró orientarlo hacia metas de superación, manteniéndolo dentro de los caminos de la legalidad y la legitimidad. Así mismo, se convirtió en un muro de contención de los enfrentamientos entre facciones estudiantiles, lo que muchas veces le valió críticas de diversos sectores sociales. Se ha insistido que este rasgo de apoyo e identificación con los ideales e inquietudes estudiantiles le venía de muy atrás.[9] Recordemos los años de convivencia con los Jesuitas del Colegio San José de Mérida y la arraigada convicción de la orden religiosa de dedicar su labor terrenal a preparar a las elites dirigentes de la sociedad, desde los postulados iniciales del fundador de la orden.[10]
De universidad local a universidad nacional
En enero de 1958 la Universidad de los Andes recibía en sus aulas a estudiantes de todas las regiones del país. Hasta 1928 fue la universidad del occidente de Venezuela, con un área de influencia estudiantil circunscrita mayoritariamente del Zulia y en especial Maracaibo, Trujillo, Táchira y Barinas. Las restricciones que vivió la Universidad Central de Venezuela en 1928 y posteriormente en 1952 incrementaron en ambos momentos la matrícula de la ULA y la expandieron acogiendo estudiantes de todas las regiones del país. A partir de 1958 el crecimiento de la matrícula amplió también la procedencia que había ganado en los últimos años. Pero, lo que deseo destacar es que durante las gestiones de Rincón Gutiérrez se crearon lo que hoy son los Núcleos Universitarios “Rafael Rangel” en Trujillo y el Núcleo del Táchira. que hoy lleva su nombre[11] Cada uno de los núcleos al final de la gestión de Rincón Gutiérrez tenía más estudiantes que toda la universidad de los Andes cuando comenzó su rectorado.[12] Con este hecho la Universidad de Los Andes dejó de ser la universidad de Mérida y creció para extenderse y ser la universidad de los Andes venezolanos.
Los homenajeados
Los tres rasgos, de la nueva universidad muestran una visión comprensiva de las transformaciones que lideró y auspició Pedro Rincón Gutiérrez el hombre que estaba destinado a ser rector. Su nombre se le ha dado a una orden honorífica que la Seccional de Jubilados de la ULA otorga anualmente a profesores jubilados de la institución. Hoy nos honra acompañar a quienes se les otorga este año: Adelis León Guevara, William Lobo Quintero y Antonio Rafael Van Grieken Molina. En su conjunto los destacados profesores son un buen ejemplo de los cambios que Rincón Gutiérrez auspicio a partir de 1958. Provienen de tres campos distintos del saber: la literatura, la ingeniería civil y las ciencias farmacéuticas. Vinieron de tres regiones distintas del país: la cercana Barinas, la cálida ciudad de Ejido, vecina de la Mérida serrana y de la región costera caribeña de Coro. Todos ellos por distintos caminos geográficos e intereses profesionales estudiaron en la Universidad de Los Andes y han dedicado su vida al quehacer intelectual que en la nueva universidad se implantó. Los tres fueron decanos de sus respectivas facultades y uno de fue Secretario de la institución: Antonio Rafael Van Grieken. Pero algo más quiero destacar, en estos tres académicos: la diversidad de sus orientaciones políticas. Es decir, asumieron con sus vidas las transformaciones de la institución. El crecimiento de las áreas disciplinarias en la formación profesional y en la investigación académica, aportaron a la diversidad de procedencias de estudiantes y de profesores y fortalecieron la aceptación y el reconocimiento de la diversidad política de quienes hacían vida en la institución.
Tendencias de la universidad actual
Al clarear la segunda década del siglo XXI la universidad como institución se ha expandido a todos los rincones del planeta. Y, tal como ha sido desde siempre, nuevas tendencias e inquietudes le acompañan. ¿Cuáles son los temas que los analistas universitarios, sus autoridades y la dirigencia social señalan que deben ser la preocupación de las universidades para seguir siendo instituciones a tono con los cambios de la sociedad del siglo XXI? En un esfuerzo de síntesis diremos que son cinco: calidad, acceso, pertinencia, responsabilidad social y visión de futuro.
La calidad
El educador norteamericano John Dewey en Educación y Sociedad expresó que la escuela tiene que proveer los conocimientos para formar ciudadanos y posibilitar el desarrollo de la sociedad democrática. Más recientemente se ha acuñado el concepto de sociedad evaluadora. De esa revisión de propósitos y logros no ha escapado la universidad.
La búsqueda de la calidad durante las últimas décadas del siglo XX, estimuló las actividades de evaluación y acreditación en las instituciones de educación superior latinoamericanas. Los obstáculos que se enfrentan en relación al criterio de calidad que da soporte a estas labores son muchos y complejos. La evaluación y la acreditación debe darse en una perspectiva de proactividad de los cambios, para asegurar la calidad como un activo social de las instituciones y no como un mecanismo de control o de restricción de los sistemas internos de las universidades. Cuando se analiza lo qué ha pasado en la región, los especialistas indican que de ser un postura teórica se ha pasado, con la diversidad de lo casos nacionales, a ser una política en casi todos los países de la región,[13]salvo, lamentablemente, Venezuela. Algo que debemos indicar es la necesidad que las instituciones evaluadoras y acreditadoras tengan la autonomía necesaria para enfrentar el peso del poder político, empresarial o religioso, que puede orientar y -lo que sería peor- distorsionar sus prácticas. Además, con base en nuestra experiencia interna, estamos convencidos de la necesidad que estos programas sean voluntarios y estimulen los procesos de cambio institucional, antes que sustentarse en mecanismos coercitivos y de control.[14]
El problema del acceso y la equidad
El tema de la desigualdad en el acceso a la educación superior, la permanencia y la prosecución de sus estudiantes, en Latinoamérica deja, al igual que el tema del financiamiento, muchas más propuestas que resultados positivos. Si bien hay una conciencia creciente no sólo en los distintos actores vinculados a la educación superior, sino en la propia sociedad, la necesidad de controlar los factores de la exclusión, y destacar los beneficios económicos y sociales de los estudios de educación superior. Por ello, “a pesar del aumento de la demanda y la oferta de oportunidades de estudio (acceso) en la región, la tendencia en la expansión se caracteriza por una diferenciación en la cobertura, un aumento de los costos de los estudios y la heterogeneidad en los niveles de calidad de las instituciones de educación superior, resultando en más exclusión que inclusión”.[15] En razón de esto último no podemos afirmar cuál es el resultado de la ampliación de la cobertura en el caso venezolano. Hay instituciones recientes de carácter público diversas, con dificultades muy grandes en la preparación científica de sus profesores, así como en su dotación, en particular bibliotecas y laboratorios.
Pertinencia y responsabilidad social
La educación como bien público ha permeado no sólo hacia los niveles iniciales del sistema sino también hacia la educación superior. Por ello, se entiende que: “no sólo todos tienen derecho a la educación, (…) también es un deber del Estado proveer a todos una educación de calidad… Al ser pública, la educación tiene que ser de calidad para todos.”[16] Hay una diversidad conceptual sobre el tema de la calidad y en particular de la Educación Superior. Casi siempre mostrando su origen en lo que, desde la empresa privada, ha querido significar calidad. Pero también hay consenso que no es transferible desde allí hacia la educación. La calidad no puede ser para pocos, ni sólo atendiendo algunos aspectos. En todo caso, pese a que la calidad y la pertinencia en educación superior se debe mirar por un conjunto de indicadores de rendimiento académico hay que incorporar aquellos otros de responsabilidad social universitaria, formación de ciudadanía, tolerancia de las diferencias y aceptación de las minorías, como parte de la formación deseable en la educación superior del siglo XXI. En estos aspectos, en Venezuela desde la apertura democrática de 1958, figuras como Edgar Sanabria, Rafael Pisani, Francisco de Venanzi, Antonio Borjas Romero y Pedro Rincón Gutiérrez hicieron de la lucha por universidad autónoma, popular y democrática una praxis que permitió la participación política estudiantil y dio un impulso importante para su vida ciudadana. Acción precursora, de la tendencia por las preocupaciones sociales, que hoy nos llena de orgullo muestra la dirigencia estudiantil con que contamos, tanto en universidades públicas como en las privadas.
El aporte a la visión y el quehacer del futuro
La principal función de la universidad es producir conocimiento y dar respuestas a los ingentes problemas de la humanidad. Por ello sufren de miopía histórica quienes insisten en hacer “ciencia local”. La ciencia debe responder al esfuerzo por incrementar el fondo universal del conocimiento humano. Por ello también el espacio universitario es el lugar social privilegiado para el debate y el desarrollo del pensamiento crítico. Crítico frente a todos los poderes incluso el suyo propio. Ser capaces de mirar los obstáculos que el mundo actual enfrenta a la existencia de la humanidad y por supuesto, sin desatender la realidad mas cercana.
En el caso de América Latina las universidades están ante el desafío de ser competitivas frente al reto de la globalización y del futuro del continente. Pero también atender los retos de la sustentabilidad del planeta y de la especie humana. Ello requiere una reflexión continua y profunda entorno a los temas que deben analizarse y enfrentarse, para tener mejores países y universidades de excelencia .[17]
Tensiones de la universidad venezolana actualmente
Frente a la discusión internacional sobre la universidad de hoy, nos preguntamos: ¿cuáles son las tensiones que sufre la universidad venezolana actualmente? ¿Están las tensiones en sintonía con los temas que se discuten en el contexto internacional: calidad, acceso, pertinencia, responsabilidad social y ofrecer respuestas viables para el mundo del porvenir? Con dolor debemos indicar que no lo están. ¿Se ha perdido la sintonía que Pedro Rincón Gutiérrez logró darle a la Universidad de los Andes, con las universidades de sus tiempo? Quiero creer que no es así. Pero, sólo debemos destacar que hay diferencias marcadas con los tendencias internacionales y lo que se debate hoy en Venezuela, no sólo por parte importante de la dirigencia política del país sino por sectores de la propia comunidad universitaria.
La tensión mas pronunciada que vive la universidad venezolana es la injerencia en su vida cotidiana por parte de instituciones del Estado. No en balde hace pocos días la medida disciplinaria tomada contra un estudiante de la UCV fue revocada por el Tribunal Supremo de Justicia, conminando a la universidad a restituirlo como alumno regular. En los últimos tiempos ese mismo órgano público suspendió las elecciones para autoridades universitarias en varias casas de estudio superiores. La discusión que se quiere imponer es la supuesta pertinencia de incorporar como parte de la comunidad académica de la universidad a sectores que no son, ni han sido, parte de ella. Igualmente, la lamentable restricción presupuestaria a la que el Gobierno Nacional está sometiendo a las universidades es otra forma perversa de atentar contra su existencia y desempeño.
Adicionalmente, hemos de señalar el frustrado acto de la Asamblea Nacional de legislar sobre la educación universitaria, que restringía las funciones autonómicas de la universidad venezolana a límites inauditos. Remitiendo para su decisión última, todas las decisiones que tomasen las universidades, al Ministerio de Educación Superior. Se restringía así seis de los siete ámbitos de la autonomía universitaria, salvo el de la autonomía territorial. Se limitaba y desvirtuaba la capacidad para determinar sus objetivos; establecer sus programas académicos; definir sus reglas y normas de funcionamiento; darse sus órganos de gobierno; determinar su actuación económica y financiera. La ley fue devuelta a la Asamblea Nacional, pero quedó allí al descubierto, la tensión mayor entre el gobierno y las universidades.
Todo lo anterior contraviene la garantía que el constituyente de 1999 incluyó sobre la autonomía universitaria. Garantía que un importante grupo de docentes de derecho público ha explicado como: “una protección especial otorgada por el constituyente a instituciones cuya regulación no conviene entregar a los caprichos y ligerezas del legislador ordinario”. [18] Todo lo contrario a lo que ha ocurrido.
La discusión internacional no aparece por ninguna parte en la realidad antes descrita. Penosa situación la que estamos viviendo. Muy alejada de la que se existió durante las gestiones rectorales de Pedro Rincón Gutiérrez. Sirvan actos como el presente para reconocer caminos exitosos y también para darnos luz y construir conciencia sobre las dificultades que estamos viviendo. Pese a todo, somos optimistas y esperamos transitar por senderos de cambios positivos, para construir mejor universidad.
[1] Ferrater Mora, José (1981): Diccionario de filosofía. Madrid, Alianza Editorial, t.1, p. 772.
[2] Entrevista con Jesús Rondón Nucete (Mérida 02.12.2011).
[3] Rincón Finol, Imelda y Morales, Aquilina (compiladoras) (2006): Cátedra Libre. Historia de la Universidad del Zulia. Bogotá, Talleres Gráficos de Panamericana, 351.pp. Formas e Impresos, SA. Vol. I, 352 pp.
[4] Rondón Nucete, Jesús.
[6] Ver: Aguirre Pe, Julián (2011): Palabras en el acto de develación del retrato de Pedro Rincón Gutiérrez en la Academia de Mérida, el 30 de noviembre.
[7] Sobre el tema de la departamentalización ver incluso los criterios que expresó posteriormente Rincón Gutiérrez. Ver: Sánchez, Julio (2004): “Pedro Rincón Gutiérrez. Modernizador de la Universidad de Los Andes”. Investigación. Núm. 10, Septiembre-Diciembre. Universidad de Los Andes, CDCHT. P. 15.
[8] La información es de los archivos mecanizados de OCRE publicados en boletines estadísticos de los años 1988 y 1989.
[10] Hasta ahora no hay mayores análisis publicados sobre la influencia del hermano del Rector Rincón Gutiérrez, Gonzalo Rincón Gutiérrez, en las ejecutorias al frente de la ULA. Por ejemplo, su militancia comunista, su formación histórica y sociológica como egresado del Pedagógico de Caracas y su labor como periodista en El Nacional y otras publicaciones nacionales, le muestran como una persona de gran formación intelectual y con múltiples relaciones profesionales. Conversaciones con José Mendoza Angulo (09.12.2011) y Jesús Rondón Nucete (02.12.2011 y 12.12.2011).
[11] El Consejo Universitario de la ULA a petición del Conejo del Núcleo del Táchira le dio el nombre de Pedro Rincón Gutiérrez, luego de su muerte en 2004.
[12] Para el año 1988: Total matrícula de la ULA: 29.939 estudiantes (núcleos incluidos). Núcleos: 7.677 estudiantes, ( son 4.660 para Trujillo y 3.017 para Táchira). La información es de los archivos mecanizados de OCRE publicados en boletines estadísticos de los años 1988 y 1989.
[13] Ver: Pires y Lemaitre (2008): Sistemas de acreditación y evaluación de la educación superior en América Latina y el Caribe”. En Gazzola, Ana Lúcia y Didriksson, Axel (editores): Tendencias de la Educación Superior en América Latina y el Caribe. Caracas, Ministerio de Educación Superior/Asociación Colombiana de Universidades. Caracas, IESALC, pp. 297 ss.
[14] Ruiz et all (2006): Universidad y calidad: experiencias y proyectos. Mérida, Universidad de Los Andes.
[15] Ver: Gazzola, Ana Lúcia y Didriksson, Axel (editores) (2008): “Prefacio” en Tendencias de la Educación Superior en América Latina y el Caribe. Caracas, Ministerio de Educación Superior/Asociación Colombiana de Universidades. Caracas, IESALC, pp. 9-19.
[16] Ver: Dias Sobrihno, José: “Calidad, pertinencia y responsabilidad social de la universidad latinoamericana y del caribe”. En: Gazzola, Ana Lúcia y Didriksson, Axel (editores) (2008): Tendencias de la Educación Superior en América Latina y el Caribe. Caracas, Ministerio de Educación Superior/Asociación Colombiana de Universidades. Caracas, IESALC, pp. 87 y ss.
[17] Cordera Campos, Rafael y Sheinbaum Lerner, Diana: “Los retos de la autonomía universitaria en la sociedad del conocimiento”. Documento que aparece en el Link de Autonomía Universitaria de la UDUAL. Consultar en:
www.udual.org/AutonomiaUniversitaria/RetosAU.pdf (25.05.2010)
[18] Ver: Antela G, Ricardo; Njaim, Humberto; Sánchez F., Enrique (2011): Bases constitucionales para la redacción de una Ley de Educación Universitaria. Grupo de Profesores de Derecho Público de las Universidades Venezolanas. Caracas, Academia de Ciencias Políticas y Sociales/Universidad Metropolitana, 55 pp.
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