Humberto Ruiz
Venezuela
entró en los primeros días del 2013, en
la semana más corta y compleja que vivirá en mucho tiempo. La semana se inició
el 5 de enero con la instalación de la directiva de la Asamblea Nacional que
colocó de nuevo a Diosdado Cabello en la presidencia de esa institución. La
semana corta y compleja debe finalizar el 10 de enero de este año, con una
decisión sobre la juramentación, en la Asamblea Nacional o en el Tribunal
Supremo de Justicia, de Hugo Chávez como
presidente de Venezuela para el período
2013-2019.
Lo
único verdadero es que desde el 10 de junio de 2011 –hace diez y nueve meses- ya
se sabía que Chávez sufría una grave
enfermedad. A pesar del secretismo, las
idas y venidas sobre la cura y la recurrencia de la enfermedad, ahora es evidente que este proceder del gobierno ha servido
para consolidar el control político del chavismo en todas los ámbitos del
Estado venezolano: se adelantaron las elecciones presidenciales para mostrar a
un Chávez con signos de vitalidad y de recuperación de su enfermedad. Se usaron
grotesca y groseramente los recursos de todos los venezolanos para ganar la reelección
del 7 de octubre de 2012, es decir diez y seis meses después de descubrirse la
enfermedad que sufría. Se fijó la elección de los gobernadores en una fecha
que, por toda la historia
electoral de Venezuela, se sabía que habría una alta abstención y que
entonces el poder de los aparatos políticos harían la diferencia a favor de los
candidatos gubernamentales. Todo eso se hizo con la connivencia de un Consejo
Nacional Electoral afectó y dispuesto a atender todas las solicitudes de
Chávez. Y con el conocimiento de los mas cercanos factores de poder del
Presidente Chávez (¿quienes son? el tiempo lo develará).
Pero,
por supuesto, era imposible controlar todas las variables. Por ejemplo, la
precisión de conocer la fecha exacta
cuando el enfermo ya no podría ejercer el poder. Y el problema hoy es
que parece que no podrá presentarse el 10 de enero ni ante la AN ni ante el TSJ
para juramentarse. Se entra en una fase compleja para justificar ese “formalismo” del artículo
231 fe la Constitución del 10 de enero. Ese formalismo no controlado, pone a Diosdado Cabello a las
puertas de ser quien se deba encargar de la Presidencia del Ejecutivo Nacional
a pesar de ser Nicolás Maduro el ungido por Chávez el pasado diciembre. Semana
corta y compleja. Ya Diosdado Cabello tiene un cuerpo de ventaja. Pero él, ni nadie tiene aún el poder
suficiente para saltarse la decisión de Chávez (¿y de quienes más?), a favor de
Maduro.
No
hay milagros. La enfermedad es grave,
muy grave. Y a fin de cuenta todos somos
humanos y finitos. No se pudieron controlar todas las variables, pues a pesar
del dominio ejercido por Chávez y sus adláteres, son humanos y no dioses. Todo
ello es el foco de la complejidad que se debe resolver en pocas horas. Esperemos
que la sindéresis se imponga.
En
el pasado, Juan Vicente Gómez, cambió la constitución cada vez que le fue necesario,
pero sus ungidos desaparecieron con él por la fuerza de los procesos sociales desatados a su muerte. Hoy como que
se apelará a la “interpretación flexible" de la constitución. Amanecerá el 11 de enero y
veremos hasta donde se habrá llegado.
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