lunes, 4 de febrero de 2013

El Documento de Mérida


Explicación

A inicios del año 2013 recibimos en Mérida un documento interno de la MUD sobre la situación del país y las acciones que la oposición democrática deberían tomar. Los organizadores de la Tertulia de los Martes llamaron a un grupo de personas quienes asistimos a esta actividad en Mérida, para analizar el documento en cuestión. Producto de las varias sesiones de trabajo se acordó dirigir a la MUD una comunicación que, para algunos amigos  que lo han leído, pone un  cierto orden y dirección en la discusión de la realidad actual venezolana y le han tItulado: El Documento de Mérida.


Creemos que lo menos que se puede hacer en los actuales momentos es discutir, analizar la vida política y social venezolana  y proponer ideas para mejorar al país.  Hemos tomado la decisión de publicar el documento, con la autorización del responsable del mismo. En el Documento de Mérida se dan algunas ideas sobre lo que ocurre en el país y aquello que los sectores democráticos deben hacer. Nos encantaría  que el documento sirva para orientar la conducta de los venezolanos preocupados por esta parodia de democracia que vivimos.  Además, que el documento nos ofrezca un punto de vista diferente,  frente a esta vociferación  atronadora que hemos vivida en esta fecha (04.02.2013), que no hace mas que ocultar los múltiples problemas y retos que tenemos como país.  HRC.



Mérida, 17 de enero de 2013.

Ciudadanos
Dr. Ramón Guillermo Aveledo,
Secretario Ejecutivo y
Demás integrantes de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD)
Caracas.


Distinguidos amigos:

Quienes suscribimos, participantes del espacio de discusión pública que en Mérida funciona desde hace seis años bajo el nombre de “La Tertulia de los Martes”, en atención a los rasgos más pronunciados del actual cuadro político nacional, hemos convenido hacerles conocer algunas de las inquietudes suscitadas por el examen de la situación, sin más interés que el de permitirles tener un registro de lo que en otras partes del país, fuera de Caracas, se piensa sobre nuestro destino actual y sus perspectivas.


I

El tránsito del año 2012 al 2013 en la política venezolana es una vuelta de página en el desenvolvimiento del régimen establecido en el país por el Tte. Cnel. Hugo Chávez a partir de febrero de 1999. Tres hechos nos permiten darle esa calificación.

El 8 de diciembre pasado, cuando el Presidente de la República informó a la colectividad nacional que debía abandonar otra vez el país para someterse a tratamiento quirúrgico por causa de su delicado estado de salud, advirtió que ese alejamiento podía impedirle el 10 de enero tomar posesión, mediante juramento, del cargo para el que había sido reelecto. Previó también el caso de una eventual falta absoluta suya que obligaría a convocar nuevas elecciones presidenciales, para lo cual tomó la decisión de designar a su Vice-Presidente como el candidato en ese, al parecer, inminente proceso. En la práctica, el Presidente dejaba abierto otro proceso electoral presidencial y consciente de la brevedad de la previsión constitucional para llevarlo a cabo, que no da tiempo de mayores discusiones para seleccionar el abanderado, hizo valer su voluntad y lo escogió.

El 5 de enero debía escogerse a quien, en calidad de Presidente de la Asamblea Nacional, debería asumir la Presidencia interina del país en la coyuntura de la nueva elección presidencial. La sesión del Poder Legislativo para elegir a su directiva correspondiente al año 2013, normalmente un acto rutinario interno cumplido por los integrantes de la Asamblea Nacional, fue convertida en esta ocasión en un acto de estado al que solo faltó la representación diplomática acreditada en el país. Se ejecutaba con toda la pompa nacional lo que en, en realidad, era el primer paso en la sucesión del liderazgo de Chávez mediante un pacto entre los herederos visibles del régimen.

Y el 10 de enero de 2013, con ayuda de un forceps constitucional expedido a petición de parte interesada y en medio de solemnidades propias de un traspaso de poderes, se instaló un gobierno chavista sin Chávez, que solo en apariencia es el mismo que él presidía. En el chavismo se ha cerrado un ciclo y se ha abierto otro.

Hay, por lo tanto, en nuestra opinión, razones para que la MUD adopte en el corto plazo orientaciones electorales precisas, y en el mediano y largo plazo orientaciones políticas ajustadas a los elementos del nuevo cuadro político nacional. Tenemos el deber de suponer que entre gente tan avezada como ustedes eso debe estar ocurriendo ya. En todo caso, la modesta contribución en opiniones que procuramos no debe considerarse como una impertinencia.

En el corto plazo, referido al marco de unas previsibles elecciones presidenciales y a las que están pendientes para elegir Alcaldes y a los integrantes de los Concejos Municipales, vale decir el año 2013, nos permitimos someter a ustedes las siguientes proposiciones:

1.      Escoger cuanto antes, ya, al candidato que representaría a las fuerzas democráticas en la eventualidad de una nueva elección presidencial. Subrayamos algo que, estamos seguros, no se les escapa a ustedes. El Presidente de la República hizo el disparo con el que comienza la carrera presidencial, el gobierno está montado ya en la campaña electoral y tiene un candidato en la calle. En nuestro criterio, para las fuerzas democráticas el cuadro político actual circunscribe el asunto al nombre del gobernador reelecto del estado Miranda. Así lo creemos por las siguientes cinco razones:

         a) La candidatura de Henrique Capriles Radonski a la Presidencia de la República en las elecciones del pasado 7 de octubre salió de una consulta al país que tuvo lugar    hace apenas once meses;
         b) A pesar de su derrota, cumplió un papel en esas elecciones que todos le     reconocieron como altamente encomiable;
         c) El reciente triunfo electoral para la gobernación del estado Miranda pese a haber            sido derrotado en esa entidad en las presidenciales y en medio de la debacle de las fuerzas democráticas en las elecciones regionales del 16 de diciembre tiene un valor político incuestionable;
         d) La obligante circunstancia de que de producirse la falta absoluta del Presidente de la República, la elección para cubrir la vacante deberá realizarse en los 30 días   siguientes, vale decir, sin el ámbito temporal requerido para pensar en fórmulas o métodos más o menos complejos, y
         e) el hecho de pertenecer Capriles Radonski al partido integrante de la MUD   más votado en las últimas elecciones y que  seguramente debe haber examinado ya algunos de los excesos en que incurrió en la oportunidad de dirigir la campaña para    las presidenciales.

2. La unidad no es o no debe ser solo de los partidos. La unidad nacional tiene que ser una estrategia capaz de garantizar el encuentro de todos los venezolanos que aspiran a producir un cambio en positivo frente a quienes ejercen el poder. En consecuencia, ante la casi total certeza de nuevas elecciones, proponemos la escogencia de la tarjeta única para aglutinar al país democrático. La tarjeta única, en nuestra opinión tiene las siguientes ventajas:

         a) Permite construir una mayoría electoral más sólida, coherente y organizada para   la búsqueda del voto;
         b) Facilita la unidad entre las fuerzas democráticas y los factores disidentes del chavismo;
         c) Permite a la oposición conectarse con un porcentaje importante de la abstención;
       d) Permite la simplificación del proceso electoral, reducir la cantidad de votos nulos    y conocer más pronto los resultados;
         e) Reduce los costos de la campaña en toda la cadena publicitaria y operativa;
         f) Facilita la existencia de una sola maquinaria electoral,
      g) Sería una fórmula más asequible para que los sectores democráticos del     oficialismo pudieran votar por la Unidad Nacional para el cambio.

3. Debe adoptarse alguna fórmula nacional para que la escogencia de los candidatos a los Concejos Municipales sea el resultado de consultar a la gente, en cada Municipio, y no el producto de acuerdos cupulares adoptados exclusivamente por los partidos en las capitales de los estados o en Caracas.

4. Establecer, desde ahora mismo, una suerte de bisagra entre las formulaciones programáticas para una coyuntura electoral y las propuestas de fondo estratégicas que apuntan al mediano y largo plazo. Después de un sereno intercambio de opiniones, hemos llegado a la conclusión que ese punto de encuentro es el texto de la vigente Constitución. En medio de circunstancias en que la Constitución comienza a ser una camisa de fuerza para importantes sectores del chavismo que, en consecuencia, han buscado la fórmula de evadir su cumplimiento o de violarla abiertamente con ayuda de los otros poderes del estado, asumirla integralmente por parte de las fuerzas democráticas como su programa político tiene innegables ventajas electorales y políticas.

5. Hay que afinar aspectos del discurso y de la propaganda electoral de manera que, sin ser una repetición del discurso chavista, estén claramente dirigidos y tengan la posibilidad de ser acogidos por destinatarios electoralmente muy sensibles como la franja más pobre de la sociedad hoy cautiva del oficialismo, los abstencionistas, los sectores rurales y la juventud, que no debe ser confundida con el movimiento estudiantil.


II

Pero hay que pensar y actuar también para el largo plazo. Aparte de un inexcusable error de perspectiva, sería una inefable ingenuidad histórica llegar a creer o a imaginar que la desaparición física de Chávez o su derrota electoral pueden permitirnos a los venezolanos retornar, pura y simplemente, al momento en que se rompió el hilo que nos guió hasta diciembre de 1998. Quienes mantengan esa ilusión (líderes políticos, partidos o sectores económicos y sociales influyentes del pasado) y aspiren simplemente a que todo vuelva a ser como antes del advenimiento del chavismo, deben despertar de lo que no es más que un sueño. Se ha avanzado bastante en la identificación de la naturaleza del régimen que actualmente existe en Venezuela, pero se han hecho muy pocos progresos en la caracterización precisa de la crisis que ha llevado al país a la situación en que se encuentra hoy. Este no es un asunto académico sino de la mayor relevancia política. Si llegáramos a ponernos de acuerdo en esta materia tal vez podríamos superar las barreras que hasta ahora han impedido la formulación de un nuevo proyecto nacional que le ahorraría a nuestra sociedad el destino de un largo período de incertidumbre y desasosiego. Si no afinamos la mira política y, para colmo, erramos el blanco por carecer de brújula, la derrota electoral y política de Chávez puede empantanar el futuro de Venezuela quien sabe por cuantos años. Por todo lo cual permítasenos las siguientes respetuosas consideraciones.

La MUD, sin la menor duda, ha cumplido desde su constitución una reconocida performance política, particularmente en el dominio electoral. El ensayo unitario debe ser mantenido, pero como se ha movido en medio de particularidades que muestran insuficiencias, se impone un esfuerzo por su corrección. Por ejemplo, la existencia de la MUD es el resultado de entendimientos entre partidos que son pequeños o se han hecho pequeños, que difícilmente volverán a ser grandes dado el grado de empoderamiento alcanzado por la sociedad civil y que se comporta más como una federación de organizaciones regionales en las cuales la perspectiva de la región en la cual operan dificulta tener una visión global, nacional, trascendente, de la política. Ahora bien, hasta ahora la MUD carece de una visión política estratégica capaz de ir más allá del hecho electoral y proyectarse como una opción política de largo plazo. El cemento que une a las partes componentes de la MUD es, básicamente, el antichavismo y no un proyecto nacional.

Para utilizar una expresión de moda, no existe en la oposición un proyecto compartido de país, lo cual, por cierto, no es incompatible con la existencia de partidos con estructuras y concepciones ideológicas diferentes. Desde otra perspectiva, la MUD debe ser algo más que una estructura solamente interpartidista y debe empeñarse en mejorar su organización, sobre todo en los estados, en los cuales el establecimiento de Secretarias Ejecutivas, a imagen y semejanza de la nacional, evitaría la fragmentación y la improvisación por la alta rotación de coordinadores entre los representantes de los partidos. Pero, sobre todo, hay que idear y materializar la manera de que otras fuerzas sociales, además de los partidos, tengan representación en la MUD, de tal manera que potencien no solo su capacidad de dirección política sino su arrastre electoral.

La MUD debe ser en la práctica un movimiento orientado a la organización democrática de la sociedad venezolana. Ese movimiento debe ser percibido como diferente del chavismo y, más allá de las vertientes tácticas, el núcleo duro debe ser el correspondiente a un modelo de mercado (entendido como un mecanismo de intermediación del proceso civilizatorio), acompañado por políticas públicas de protección a los sectores más débiles de la sociedad. Ese modelo debe estar centrado en la búsqueda de la eficiencia productiva, orientado a la creación de empleos como el instrumento más eficaz para el empoderamiento de los individuos y abierto a los mercados internacionales. El modelo de organización política debe estar centrado en la existencia de partidos políticos y en movimientos de promoción democrática capaces de atender o centrar su actuación en grupos societarios definidos como los trabajadores de la ciudad y del campo, los sectores marginales, el empresariado y la juventud. Es necesario identificar muy bien, para poder liquidarla, esta fábrica de creación y de mantenimiento de la pobreza que es la esencia del régimen chavista. La MUD debe arbitrar fórmulas y procedimientos para que en su visión futura del país el rentismo, que se ha exacerbado hasta límites que rayan en la irracionalidad, se pueda metamorfosear y convertir en un instrumento inteligente capaz de contribuir a su propia liquidación mediante la edificación progresiva de una sociedad productiva, caracterizada por la extensión creciente de sus clases medias y liberada de la dependencia avasallante del estado. No se trata de destruir el estado sino de reconstruir nuestra sociedad. Honestamente creemos que, en el largo plazo, este es el camino más seguro para enfrentar con éxito las perversiones del populismo y derrotar el mesianismo junto con las demás tentaciones totalitarias que se han convertido en la amenaza latente más seria contra la sobrevivencia de la república.

Hablando francamente, no nos hacemos demasiadas ilusiones con que el país democrático pueda sortear el trance actual de Venezuela confiando solamente en una eventual elección presidencial a realizarse en 2013. Lo que ha ocurrido en la República en estos últimos años es parte de un proceso que a estas alturas tiene un cierto grado de complejidad y superarlo para edificar una nueva democracia supondrá otro proceso, sobre todo si se toma en cuenta que la inmensa mayoría de las fuerzas opositoras al actual gobierno han optado por la vía democrática y constitucional para lograr sus objetivos, lo cual supone asumir la lucha en condiciones de desventaja con respecto a lo que el gobierno se permite, pero en el entendido que ello le confiere a sus acciones una fuerza moral incuestionable.

Al anticiparle las gracias por la atención que dispensen a esta comunicación, les reiteramos nuestros sentimientos de estima democráticos.

Atentamente,

José Mendoza Angulo,
Néstor López Rodríguez,
Miguel Rodríguez Villenave y
Genry Vargas Contreras (Ex –Rectores de la ULA)
Germán Monzón Salas (Ex Gobernador del Edo. Mérida)
Fortunato González Cruz (Ex-Alcalde de Mérida)
Teodoro Vielma (Ex-Alcalde Campo Elías, Mérida)
Humberto Ruiz Calderón (Ex –Vicerrector Académico ULA)
Manuel Mendoza Angulo (Ex –Decano FACES ULA)
Luis Caraballo Vivas (Prof. Humanidades y Educación ULA)
Malín Pino (Profa. Ciencias Jurídicas ULA)
Oscar Aguilera Dugarte (Ex –Director CDCHTA ULA)
Diómedes Cordero (Prof. Humanidades y Educ. ULA)
John William Páez (Prof. FACES. ULA)         
Andrés Rojas (Prof. Ciencias Forestales ULA)
Jesús Mora Contreras (Prof. FACES. ULA)   
Alejandro Gutiérrez (Prof. FACES. ULA)


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