Ilustración aparecida en el primer número de El Cojo Ilustrado |
Por: Alejandra Ruiz Hidalgo
Como creo que las cosas pasan por “causalidades" y no por “casualidad”, éste semestre logré inscribir la materia. Para quienes no conozcan, un seminario es una asignatura que te enseña las metodologías para elaborar un trabajo de investigación. Por lo general, el tema a trabajar lo asigna el profesor y los alumnos (felices o no) trabajan en él.
Dirige el seminario la Profa. Carmen Diaz, quien desde el primer día captó mi
atención con el tema a desarrollar. Sin duda, se lo atribuyo a
su manera eufórica y de rebosante alegría con que dicta el curso. Podemos sin duda
decir, que le apasiona el tema. ¿Y cuál es el tema? Pues nada más y nada menos
que la famosa revista venezolana de finales del siglo XIX y comienzos del XX: “El Cojo Ilustrado de Caracas” donde se plasmó
la conducta y el vivir de los venezolanos de aquella época.
Venezuela para finales del
siglo XIX era una nación que pretendía salir de la barbarie a toda costa y deseaba darse a conocer como país moderno
luego de la entrada a la republica y salida del yugo español. Sin embargo,
Venezuela avanzaba entre guerras civiles y nefastas enfermedades como la “peste
negra” que azotaba a la población, generando índices barbaros de mortalidad. A
pesar del difícil panorama, la nación salió adelante y en un lapso (a mi
parecer) no muy corto Venezuela evoluciono creando así las primeras escuelas y
colegios, universidades, hospitales, cárceles, sistema de acueductos, etc. Pero
lo que sin duda llamó mi atención mayormente fue la capacidad que tuvo el
pueblo venezolano, en ese momento, para hacer crecer el país desde la evolución
individual de cada habitante. Al revisar El Cojo Ilustrado… se siente el amor y
la dedicación por modernizar a Venezuela, en todo sentido.
El instituto
PASTEUR de Caracas (1895-1902) fue el fruto de la entrega de un grupo de venezolanos
como pueblo, siendo fundado por médicos de clase alta para traer y producir conocimientos
y avances en el area de la medicina para Venezuela. Sin esperar, por otro lado,
a que el gobierno de turno lo hiciera. Esto me llevó a
imaginarme a Venezuela, mi Venezuela, nuestra Venezuela, progresando con cada
grano de arena que aporten los habitantes como individuos. Si el venezolano
sintiera esa deuda con la nación y se comprometiera a retribuirle más que a
dañarla, o simplemente como dice el dicho haciendo el bien sin mirar a quien.
No me cabe duda que habriamos más venezolanos luchando por hacer crecer a esta
nación, que nos ha dado todo, en vez de esperar a que un gobierno “milagroso”
nos salve.
A esta materia, el seminario de investigacion, le debo mucho. Sin duda, muchas cosas que aprender
faltan aun, pero si logramos ver la esencia de las cosas que se nos cruzan en
nuestro caminar, creo que podemos encontrar nuestro propósito y sin duda ayudar
a nuestra querida tierra llamada Venezuela a caminar hacia delante, sin
importar quien la ha desmoronado, teniendo presente que solo importa hacerla avanzar.
Añoro el día en que mi Venezuela entera tenga la
dicha de trabajar por el progreso, la reconciliación y la unión de todos. ¡Por eso
pido un seminario para Venezuela!
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