Humberto Ruiz
Tsunami, avalancha, revolución electoral. Lo anterior
son algunos de los términos utilizados por los analistas para señalar lo que
pasó ayer, 12 de febrero de 2012, con las elecciones primarias de la Mesa de la
Unidad Democrática (MUD) en Venezuela.
María Sol Pérez Schael, en una interesantísima entrevista que le hizo Roberto Guisti, publicada
también el pasado domingo en El
Universal, expresó: “Con la MUD y las primarias la oposición está
convenciendo y apelando a la gente”. Y
es que apenas se está comenzando a transitar el camino que se ha venido
construyendo a partir de 2002, cuando surgió, a propósito del documento “Bases
para un Acuerdo de Reconstrucción Nacional” el esfuerzo de la Mesa Democrática
de Partidos y la Sociedad Civil, en la cual participó Pérez Schael.
Conociendo tan profundamente esta experiencia, Pérez Schael ha indicado que “la MUD será cada vez más importante en los días por venir.” Y allí hay una figura que decidió no aspirar a
ser presidente de este país, no obstante su experiencia política, formación
académica y producción intelectual. Ha de reconocerse el trabajo de filigrana y
la perseverancia de Ramón Guillermo
Aveledo en los éxitos de la MUD: acuerdos, lineamientos programáticos y
elecciones primarias. Ahora hay candidato presidencial y también a 17
gobernaciones y más de 200 alcaldías. Se dice fácil.
El
discurso de Henrique Capriles Radonski la noche del domingo, así como la
presencia del resto de los contendores en
la primarias y sus palabras de aceptación de los resultados son ejemplares. Nunca fue tan verdadero
aquello que se puede decir mucho en poco tiempo. Bastaron cerca de treinta
minutos, para evidenciar la solidez de la unidad. Todas las voces de
desconfianza en la MUD se vinieron abajo con el término de Pablo Pérez al decir
que Henrique es “su alto pana”, reconociendo su triunfo con hidalguía y comprometiéndose
para ayudar a llevarlo a Miraflores. Así
como lo expresado por el resto de los competidores.
Orlando
Albornoz nos recordó que los ciclos
político son implacables y con las primarias se cerró uno y se abrió otro. “Ganó la democracia, la
diversidad política y la juventud ilustrada. De una semana a otra cambió el
discursos de la sociedad.” Por
supuesto, no va a hacer fácil el nuevo
ciclo político. Comparto con Albornoz
que aún es factible que Chávez gane las elecciones del 7 de octubre. De
hecho el miedo sigue estando presente en
amplios sectores sociales.
Como
un ejemplo de los temores existentes, puedo referir lo que hablé con tres
personas, pertenecientes a distintos niveles socioeconómicos. Todos manifestaron
no haber ido a votar. Un comerciante a
quien se le aprobó un crédito por la Gran Misión Vivienda para construir su
casa. Un joven profesor que tiene 30 horas de trabajo en un liceo público. Y,
finalmente , un joven cuya actividad económica se reduce a lo que le genera un
estacionamiento de escasos quince puestos y a quien también está por salirle un
préstamo público para arreglar su
vivienda. ¿Cómo hacer para que esta gente vaya a votar en octubre y lo haga
contra quien le infunde sus temores? Esa es una labor no sólo de Capriles
Radonski y de los partidos políticos que lo apoyan. Esa labor de convencimiento
es lenta y la debe hacer también cada quien, cada día, hasta salir
democráticamente de esta pesadilla. No podemos acostumbrarnos a vivir con el
miedo y la mentira por nuestras creencias y opiniones.
Los
éxitos logrados hasta ahora no deben asumirse como que la tarea está concluida.
Hay necesidad de mirar la letra chiquita
de los resultados de las primarias y encontrar qué dice. Seguir buscando
acuerdos, construyendo el triunfo electoral del 7-O y la plataforma para la
gobernabilidad. Lo alcanzado es inmenso, lo que falta es inconmensurable. Se ha
demostrado hasta ahora que es posible hacerlo y hacerlo bien. Reconozcámoslo y
continuemos.
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