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Dedicado a SARR a quien
espero ver estudiando pronto
Una
de las profesiones más peligrosas en los últimos tiempos es sin duda la de periodista.
Pero, no por las dificultades que enfrentan quienes la asumen valiente y responsablemente, dejan las generaciones jóvenes de interesarse en su labor y en estudiar para formarse como comunicadores sociales.
La
primera cohorte de estudiantes de comunicación social de la ULA en Mérida,
comenzó clases hace pocas semanas.
Una de las actividades académicas que realizan actualmente es un taller de “competencias comunicativas”. Es un grupo no muy grande y como en casi todas las carreras de la institución las mujeres son mayoría. Fui invitado por el profesor del taller para tener una conversación con los estudiantes sobre mi experiencia “comunicativa”. Primera y gratísima sorpresa: habían revisado el blog, leído algunos de los textos y me lo expresaron muy tajantemente.
Mi
experiencia docente me planteaba que la
actividad debía ser lo más dinámica posible y comencé haciéndoles una pregunta:
¿Qué
han aprendido hasta ahora en
comunicación social? Dos
levantaron la mano y después fue necesario cerrar las intervenciones, pues el
invitado –es decir yo- también debía hablar.
Lo
primero que me llamó la atención es que, con solo unas pocas semanas de
actividad en la universidad, mostraban un muy claro sentido de pertenencia a la
institución y conocían con precisión sus funciones. “La
Universidad es como una casa: aquí pasamos casi todo el día”. Nos “llena
la actividad académica”. Hemos aprendido que es necesario desarrollar y “aprender el espíritu crítico”. Qué es
fundamental “Leer entre líneas”. En
fin, lo aprendido es “redescubrir nuestra
realidad”.
La
pregunta nuestra motivó y las respuestas continuaron: un comunicador social
debe tener una “amplia cultura general”.
Que los periodistas son –diría yo serán en el futuro- la voz de los que no la
tienen. Que han aprendido a “leer por obligación y no por placer”. Que
ahora tienen conciencia de la amplitud de muchos campos de lo que antes ni
siquiera conocían. Que en la carrera podrán
desarrollar habilidades que ciertamente tienen.
Incluso una de las jóvenes, egresada ya de una carrera científica pero
estudiando ahora comunicación social, nos dijo con firmeza: quiero ser “periodista en la NASA”. Otra confesó que
su vocación inicial era la medicina pero que con su nueva carrera, antes que
salvar vidas esperaba salvar almas. En general que ahora percibían –pese al
poco tiempo de sus actividades académicas- “un
enriquecimiento cultural” y una identidad con sus condiscípulos.
Bueno,
fue evidente que motivé a los estudiantes a interesarse por lo que les iba a
decir. Entonces comencé con lo de las competencias comunicativas y mi
experiencia como escritor.
Comencé
afirmando: lo primero que debe tener quien desee escribir es una historia.
Puede ser cierta o simplemente inventársela. Y en este aparte nos extendimos.
Hablamos de las formas literarias más comunes, como la novela y el cuento. Y
también de la versión más cercana con hechos reales como el ensayo. Pero, también de las expresiones más
cercana con nosotros, en estos tiempo que vivimos de las redes sociales: el
twiter o los blogs.
Pero
eso no es todo. Teniendo la historia hay que escribirla. Recordé que según
Aristóteles – este año se están celebrando los 2.400 años de su nacimiento, nos
comentó el profesor del taller- la
estructura de todo discurso es “impacto, desarrollo, ejemplo y conclusión”. Expliqué con cierto detalle esta afirmación y
puse algunos ejemplos, tanto políticos como docentes. Referí que no debe olvidarse esta estructura
cuando uno desea contar su historia.
Pero,
de lo macro de la historia que pensamos escribir hay que ir a lo micro. La
unidad de todo discurso es la oración es decir: “Sujeto, verbo y predicado”. Así, Amado Alonso y Pedro Henríquez Ureña en su Gramática
Castellana, indican: “Predicado es lo que se dice (pre-dica) en la oración;
sujeto aquello de que se dice (o aquel de quien se dice). Y esto es clave para quien
escribe.
En
la medida que cada oración esté claramente escrita, ello es fundamental para la
comprensión de quien lo lee. Luego
pasamos a la extensión de las oraciones.
Dos líneas o máximo tres, es suficiente. Luego el punto y seguido o el punto y
aparte. Si los párrafos son más largos la gente se pierde y no es extraño que deban
regresar para recordar la idea desarrollada. En esta parte hay que reconocer la
existencia de escritores que son brillantes y se han saltado esto, a pesar de que escriben
párrafos larguísimos. Pero, hay que ser verdaderamente brillante para hacerlo.
Y aquí estamos dando consejos para gente "normalita".
Siempre
es bueno que alguien escuche o lea la historia y nos haga las críticas. Es preferible una crítica personal a tiempo
que una colectiva y pública posterior a la publicación. Manuel Caballero se
enorgullecía de expresar: “no soy escritor, soy corrector”. Es muy difícil que la historia salga a la
primera. Hay que insistir hasta que
quede lo mejor posible. Siempre se podrá superar. Si no es así, estás frente a
la perfección. ¿Es posible ello? No lo
sé. Pero el trabajo de un escritor (comunicador social) es buscar la perfección
en la escritura. Pero hay que corregir muchas veces. Muchas.
Ya
al final, les insistí a los estudiantes: escribir no lo es todo. Se escribe
para publicar, se hace para otros. Es la expresión, en este trabajo, del
sentido de lo social. Que además tiene su complemento, pues el entorno social
brinda los elementos para construir la historia, bien sea por su similitud con
lo real o su inverso.
En
fin, esto de las competencias comunicativas no es más que tener una historia,
escribirla y publicarla para que la lean. Como en política lo fundamental es
que la lean, indistintamente si les gusta o les disgusta. Que se hable de la historia
escrita. Lo terrible y lamentable es que no se hable de esa historia.
Al
llegar aquí, concluimos nuestra parte y volvimos a abrir el derecho de palabra.
En otra oportunidad contaré las muchas preguntas que me hicieron. Pero, ello exceden la extensión de lo que
rutinariamente tienen nuestros post en éste blog. Debo confesar: la pasé muy bien. Gracias
profesor Albornoz. Espero que de algo sirvan nuestras palabras, a los futuros
comunicadores sociales de la ULA. Luego
de conocerlos estoy seguro que tendremos cada vez mejores periodistas.
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(*) La imagen la hemos tomado de: http://www.clasesdeperiodismo.com/2015/02/10/los-periodistas-se-convirtieron-en-2014-en-un-claro-objetivo-de-guerra/
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