Bosque entre Lugo y Melide (*) |
Alejandra Ruiz Hidalgo
Luego de leer un escrito de mi abuelo, creador de éste singular blog, recordé con cariño que le debía un artículo (o varios).
Así que, sin más y acorde a lo que va a hacer su próxima charla, escribiré desde mi perspectiva, del Camino de Santiago.
A finales de septiembre del 2018, emprendimos, mis abuelos y una tía, un encantador recorrido por tierras gallegas.
Hicimos el Camino de Santiago, desde Lugo, culminando en la Catedral de Santiago de Compostela. Fueron 5 días de caminata, aproximadamente 20 kms. diarios.
Cada quien fue agarrando su ritmo y con el pasar de los días mi abuelo y yo logramos sincronizar el nuestro, cosa que me fascinó pues soy amante del deporte y había soñado éste viaje, desde antes de emigrar.
Por muchas razones y fortuna de la vida, la relación con mi abuelo se ha fortalecido cada vez mas, desde hace unos pocos años. ¡Así, fue la perfecta combinación de poder hacer El Camino con él!
Escuché muchos cuentos de mi abuelo en esos kilómetros que caminamos juntos. Me insistió mucho en ser ordenada y bien administrada en la vida, la capacidad de admirar hasta la más diminuta flor (así como situaciones de la vida) y la reflexión que tiene mi abuelo de la existencia de cada quien.
Nos cruzamos con muchas personas de distintas nacionalidades, vimos variados paisajes y nos topamos con diferentes situaciones por el camino. Mi abuelo y yo hablamos y algunos ejemplos en la ruta nos hicieron resaltar para alcanzar el éxito, la capacidad de voluntad que tenemos los seres humanos. Vimos personas de 80 años haciendo largas caminatas, personajes solos alimentándose de los frutos que se encontraban en el camino y un sin fin de historias más.
La reflexión que tenía mi abuelo de cada una de ellas me sorprendía y estimulaba nuestra curiosidad. Al llegar a Santiago y sentarnos frente a la catedral fue un momento mágico, ahí se sello por siempre la imagen de mi abuelo en mi cabeza. Analítico, reflexivo y sobre todo, lo que mas aprecio de él, confidente.
Al despedirme sentí un gran vacío pero, inmediatamente, gran felicidad por los momentos vivido. Y lo mejor de todo ¿saben qué es?...
Como siempre le digo: ¡nos veremos pronto, abuelo!.
Nota del editor:
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(*) Uno de los bosques que atravesamos entre Lugo y Melide tenía arboles tan hermosos como el de la fotografía. Debo indicar que luego de varios intentos esta fue la mejor foto, y la visión me la propuso ARH. Se aprende en cada momento de todo y de quienes te dan buenas ideas. Gracias.
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