sábado, 2 de febrero de 2019

Hoy volví a caminar

Av. Tulio Febres Cordero de Mérida (Vzla).
Hoy volví a caminar las calles que en los últimos 20 años hemos caminado incansablemente, sabiendo que multitudes simultáneamente lo están haciendo en toda Venezuela y más allá también, en ese inédito fenómeno que llaman la diáspora a partir del cual Venezuela ha regado al mundo de sus jóvenes que huyen con el corazón partío, el alma en vilo y los suyos que dejaron en el alma. 

Millones de aquí y millones de allá que lo único a que aspiran es al retorno del sentido común, a un país con paz y con progreso, a un receptor de gente y no a un expulsador de su savia más vital; pero desde el 23 de enero y hoy 2 de febrero del 2019 una profunda convicción nos embarga, un optimismo a flor de piel nos alimenta. El fin de la tiranía y la pesadilla se huele. 


No es un cálculo politológico, no es un juicio serio y documentado de un intelectual o académico de las ciencias humanas después de advertir las tendencias y los escenarios. 

Podría serlo pero es mucho más que eso, se respira en las aceras colmadas de gente, de ancianos, mujeres, jóvenes y niños, de tricolores y pitos, de gritos y risas, de llanto contenido por los ausentes, los que se inmolaron sonriendo, ofreciendo sus tempranos años en el miserable horno del abuso, la tiranía y el oprobio; es alegría y tristeza a un mismo tiempo, es esperanza y padecimiento combinados, son todos nuestros humores revueltos, sangre, sudor, lágrimas y fe. 

Lo digo con dolor, lo digo con miedo, lo digo con alegría y con revuelo, lo rio y lo lloro, lo grito y lo imploro, lo sueño y lo creo. Pienso en mi hijo y en mi sobrino en Buenos Aires, en mi hermano en Valencia, España, la de mis colegas dispersos en 5 continentes. Pienso en mi Universidad soportando altiva durante este destructivo pedazo de sus 233 años de fundada. Pienso en mi nieta y el futuro que merece y que los venezolanos estamos demostrando que vamos a darle, pacifica, masiva, constitucional y contundentemente, pienso en Guaidó y descubro que podría ser mi hijo y me siento orgulloso de él, de los míos y de todos los hijos de Venezuela que aguantaron, soportaron, nunca nos rendimos, nos equivocamos, nos derrotaron algunas veces en buena lid pero al final siempre a punta de pura trampa y de profunda burla. 

Ahora que estamos en la víspera del desenlace pues la nación se ha congregado y habla tronante por todas sus calles y con la mayoría absoluta de los que hemos dicho ¡basta! Les quiero pedir a mis congéneres, a mis compatriotas, a mis hijos y los hijos de Venezuela que empecemos otra cosa, que aprendamos de esta dolorosa lección, a que no hagamos lo que hicieron los causantes de este desmadre, cero odio, cero venganza, cero resentimiento, cero oportunidad a lo peor de nosotros, abramos las puertas a lo mejor de nosotros, a lo luminoso, a lo alto, a lo humano. Pidamos justicia si, garanticémosla nosotros dando siempre el mejor ejemplo. Tenemos con que, bien vale la pena, los hijos y nietos nuestros se lo merecen. Rescatemos la libertad para construir la justicia y el progreso para todos, superemos el sectarismo, promovamos la tolerancia, construyamos la prosperidad, abrámonos al mundo, que regresen los que puedan, hagamos redes con los que conquistaron el primer mundo, volvamos a ser receptores de gente, reconstruyamos nuestras instituciones, tengamos por primera vez en doscientos años una REPÚBLICA verdadera. 

!!!Que comience por fin el siglo XXI en Venezuela!!!

Oscar Aguilera.

No hay comentarios:

Publicar un comentario