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Por Roberto Rondón Morales.
MIRADAS MULTIPLES analizó de nuevo con preocupación la situación actual de Venezuela. Empíricamente, opiné que la situación actual de Venezuela no puede escrutarse a la luz de la clásica politología de golpes de estado, que conduce a que estos ocurren cuando se alían las fuerzas económicas desagredadas, apoyadas por la Iglesia y con la mano ejecutora de los militares, en algunos casos inesperados porque los militares son demócratas, sí pero hasta cualquier madrugada.
Eran los actores principales y únicos de los golpes de estado. Se aceptó que los civiles solo salían a festejar o a lamentar las gracias o desgracias derivadas de los golpes militares una vez ocurridos y “exitosos”. Igualmente, que sin militares era imposible pensar en cambios de gobierno.
Decía que esta vez, es la sociedad civil venezolana la que se ha rebelado en una especie de golpe de estado civil, a plena luz del día y sin lesionados, en cámara lenta y sin violencia, contra el gobierno, los militares irredentos y los viejos y nuevos partidos políticos que no comprendan esta nueva era, con las armas de la movilización y la opinión.
Esto ocurre porque la sociedad civil venezolana se cansó del desamparo absoluto en que se encuentra. La nación y el país donde quiere vivir está desintegrada, invadida y dirigida por cubanos en núcleos estratégicos como la inteligencia militar, los registros públicos y la identificación nacional; garimpeiros, ELN, militares extraviados y guerrilleros de toda índole que pululan la frontera y el arco minero; grupos colectivos sin ley; una nación dividida en tentativas clases de ricos y pobres, escuálidos y del proceso, ambos en pésimas condiciones generales de vida, con una población talentosa y joven que huye despavorida de un país que había sido acogedor.
El estado moderno con organización política de poderes separados se disgregó. Vivimos un estado natural, primitivo, violento, sin orden ni concierto y cuando aparece el estado es absolutista; su organización territorial está deshecha con ministros, gobernadores y alcaldes municipales que actúan sólo como cajas de pagos de salarios; un sistema de justicia que es el brazo ejecutor de las persecuciones y venganzas del gobierno; mecanismos de seguridad pública que en lugar de protección son un peligro para la integridad de bienes y de vidas; unos sistemas de salud, de educación y seguridad social desguazados con gran esplendor de los institutos de salud y educación privados que torcieron el brazo al gobierno y cobran matrículas y servicios a su criterio sin reglas conocidas porque las que fija el gobierno todos las irrespetan.
El estado se disolvió, y los comerciantes de bienes y servicios se escudan en la hiperinflación y el desabastecimiento, y han creado una red espontánea de micro capitalismo salvaje de especulación, con la amenaza de comprar hoy porque mañana valdrá más, todo a la vista complaciente de organismos fiscalizadores que reciben coimas en dinero o especies. Hay ciudadanos tristes y humillados y resignados que por su pobreza y desamparo, independientemente de la edad y el sexo, deben hacer colas interminables por horas para adquirir dos bolsas de harina pan, o un kilogramo de azúcar, arroz o pasta, entre otros alimentos básicos.
En el único sitio donde no se hacen colas es en las farmacias por los altísimos costos que son inalcanzables o porque no hay medicamentos. Como una contradicción inexplicable para un país petrolero, las personas, incluidos viejos y mujeres deben hacer colas, guardias diurnas y nocturnas para evitar las vivezas criollas ahora fomentadas y estimuladas, maltratos y con el riesgo de robos y la aparición de colectivos disparando al aire y aterrorizando para demostrar su fuerza y su impunidad garantizada por el gobierno nacional, el bachaqueo, figura estandarte de la distribución de bienes y servicios propiciado por el régimen, en este caso de gas doméstico, gasolina y baterías para vehículos.
Sueldos y pensiones de jubilados y pensionados, y pensiones para múltiples grupos sociales son disueltos por la hiperinflación, empeorados a pesar de la ilusión de los aumentos. La sociedad está desintegrada por la persecución a gremios, sindicatos y otro tipo de asociaciones de las colectividades. Las familias, único reducto social, están escondidas por el miedo a la inseguridad, a la desesperanza, por las lágrimas por un pariente que acusa maltratos por su diáspora al exterior, y la falta de transporte público y privado por los costos de cauchos, aceite y repuestos.
Fueron insostenibles e inaceptables las explicaciones del gobierno para achacar la crisis humanitaria a una guerra económica, autoimpuesta por incompetencia y altísima corrupción en dólares, y señalando la culpa a un dólar traidor ofrecido por conspiradores, para cuyo control el gobierno ofreció su “devaluación” con los inventos improvisados de dólares Dicom, Casas de cambio en la frontera, la compra de “petros” inexistentes y de “lingoticos de oro”, y ahora el nuevo sistema privado de venta y adquisición de dólares que toda la población informada, al revés de lo que piensa el gobierno, cree que son “trampas” para el lavado de dinero obtenido de malas maneras en bolívares y con estos mecanismos fraudulentos, convertirlos en imperialistas dólares.
Empíricamente se puede afirmar que esta crisis irreversible se produjo por cansancio en la espera inútil de soluciones anunciadas por todo el mundo pero obviadas por el gobierno, por la campante corrupción oficial y por un discurso interminable de boberías. La crisis tiene dos componentes, uno micro y local como es la movilización masiva y definitiva de la sociedad venezolana, que vio saturado el tonel sin fondo de esperanzas, después de años de desconsuelo y frustración. Esta movilización es una fuerza popular indetenible que echará por tierra al régimen usurpador, a los militares que lo sostienen con explicaciones amañadas y mostrando sólo uniformes verde oliva, fusiles y ejercicios de defensa de la patria. También posiblemente a los jefes de partidos que no entiendan que la democracia de partidos es historia, que da sus últimos suspiros.
hora la democracia es de la gente, que se ve así misma con su neto y real valor político y que no regresará a casa, sitio de trabajo, estudio o descanso a sufrir de nuevo su fracaso y su desesperanza. En medio, apareció el líder que los venezolanos demandaban y pero que no veían en el escenario.
Obviamente hay un ambiente macro donde interviene el mundo externo compuesto por la mayoría de latinoamericanos, americanos del norte, vecino de largas sospechas y dudas, y europeos. Es obvio pensar que nos hemos convertido en una pieza, bocado de cardenal, para la geopolítica mundial. Sus consecuencias dependerán de venezolanos libertadores y no esclavos. Venezuela se libera para restaurar su estado social de derecho, pluricéntrico, fuente de energía para el desarrollo político, social y económico fortalecido por la infausta experiencia previa, que busque respuestas concertadas y no piadosas frente a la proliferación y crecimiento de demandas sociales, que asegure el orden público y la certeza jurídica, garantice el bienestar general y el equilibrio dinámico de la sociedad. En el plano del juego de los poderes internacionales, no olvidemos la expresión de Madelaine Ulbright, Secretaria de Estado norteamericana al explicar las razones de la inversión de Estados Unidos en la anterior Europa comunista antes que en la occidental: Estados Unidos no tiene amigos, tiene negocios. Sobre la guerra que se anuncia entre Estados Unidos, Rusia y China, hago uso de una expresión argentina en las disputas entre dirigentes agropecuarios conservadores y citadinos liberales: “El liberalismo con sus palabras nos separa, pero la economía con el dinero nos une”. China y Rusia son también negociantes, no amigos. Los cubanos son chulos peligrosos.
Finales de enero 2019.
Nota del editor:
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(*) Ya los amigos lectores saben el cuento de las flores hermosas para aliviar lo difícil de los análisis y de la situación del país. Gracias.
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