Carlos Guillermo Cárdenas D.
Foto: R. Pico |
La creación de la institución del Vicerrectorado Académico y la autoridad académica correspondiente quedó plasmada en la reforma parcial de la Ley de Universidades promulgada el 8 de setiembre de 1970, pero fue el 31 julio de 1972 cuando después que el claustro universitario eligió el nuevo equipo rectoral, el Consejo Universitario, por decreto, instrumentó la creación del Vicerrectorado Académico de la Universidad de Los Andes. La autoridad rectoral académica correspondiente tomó posesión del cargo el primero de setiembre de 1972.
La reforma parcial de la Ley de Universidades de 1970 le concedió, como atribuciones al vicerrector académico, supervisar y coordinar, en concordancia con el rector, las actividades de enseñanza, investigación y extensión, presidir el Consejo de Desarrollo Científico y Humanístico, coordinar los servicios estudiantiles y cumplir con otras funciones que le fueran asignadas por el consejo universitario. La asignación de las actividades académicas a una autoridad en particular significó el fortalecimiento de la misión de la institución. La academia tenía una representación directa con voz y voto en el consejo universitario y en el equipo rectoral. A la investigación se le asignó un porcentaje fijo del presupuesto universitario; también para la enseñanza de postgrado y los servicios bibliotecarios. Más tarde se crearon los programas de actualización docente, intercambio científico y formación de personal, que se tradujo en el relevo generacional del personal académico.
Los programas académicos se han afectado seriamente por la recurrencia presupuestaria de los últimos cinco años. La merma de los recursos para la investigación y creación del conocimiento, para la enseñanza de cuarto nivel y las bibliotecas, ha sido un hecho inédito en la vida de las universidades.
Hagamos de esta conmemoración, motivo de reflexión y evaluación del desempeño que ha tenido la universidad en su quehacer académico, los aciertos y desaciertos, las fortalezas y las debilidades, las bondades y las fallas, para que reciba nuevamente la Universidad de Los Andes, la fuerza que engrandece el corazón de la institución, la academia.
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