Fotos, HRC (*) |
Por Alejandra Ruiz Hidalgo
Soy ciudadana venezolana en el exilio.
Desde hace unos mese por mi salud y tranquilidad mental, había estado apartada (lo que se puede) de la situación de constante caída libre de mi país.
Hoy 5 de junio detrás de un escritorio de la tienda de ropa para la que trabajo, mientras repasaba para mis exámenes finales, escuche un audio enviado por mi abuelo sobre la respuesta del canciller chileno a Jorge Arreaza canciller del parapeto de gobierno que hoy destruye Venezuela.
Quise escuchar cuál era el discurso que dio inicio a dicha respuesta por parte de Chile.
Así pues me dispuse a escuchar a Jorge Arreaza con el mismo dialogo repetitivo del gobierno: “la guerra económica, mediática, etc, etc.” Nada nuevo.
Sin embargo, cuando dijo “es gracias a esta guerra económica que no podemos comprar alimentos ni medicina” me detuve y a mi cabeza saltaron las siguientes preguntas:
¿Venezuela acaso no tiene tierras fértiles para cultivar? ¿acaso los farmaceutas venezolanos no son capaces de hacer medicinas en esta, -como lo dicen siempre ellos- “Venezuela potencia del siglo XXI”? ¿EEUU esta en las alcabalas montadas por la Guardia Nacional, extorsionando, robando a la población que valientemente (por que hay que serlo para producir hoy en día en Venezuela) produce algo, a lo largo del país? ¿está Chile o Colombia en las oficinas publicas chantajeando y cobrando sobornos para otorgar permisos a los agricultores, constructores y pare de contar? ¿fue Trump o Uribe quienes expropiaron las empresas de cemento (entre las miles expropiadas) y que ahora lo que se produce es para venderlo al mejor postor?, ¿será Macron quien lidera las empresas de luz y agua en Venezuela y se roba el dinero del mantenimiento para hacer pasar penurias a la población privándolos de este servicio?.
Luego de todas estas preguntas concluyo: nos han querido doblegar en todos los ámbitos de la vida rutinaria de cualquier ciudadano normal del mundo. Qué nos queda a los venezolanos… seguir tratando de sacar la cabeza del agua cada día, reinventarnos y seguirnos reinventándonos.
Tengo la esperanza siempre que esta es solo una experiencia de la cual tenemos que aprender y que jamás se nos olvide el valor de una vida, la importancia de nuestras universidades, el potencial que tenemos y que sin duda debemos explotarlo para seguir adelante y ser mejor. No volver a lo que éramos, no. Ser mil veces mejor de lo que fuimos antes, solo mirar hacia nuestro futuro y porvenir que esperemos, sea mejor.
Nota (Editor)
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Desde hace algún tiempo cuando el tema de los textos es sobre Venezuela, siempre coloco una fotografía de una hermosa flor o paisaje para minimizar el texto. Hay cosas hermosas en este país aún en los peores momentos.
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