Lo veo venir con cara de mucha angustia. Es mi amigo, el de la felicidad. Parece que se le ha perdido, esa diosa tan presente en su vida.
¿Qué te pasa, amigo? Me mira, respira profundamente y exhala. No me responde.
Vuelvo a insistir: ¿qué pasó con esa búsqueda de la felicidad?
Se me queda mirando fijamente y respira con intensidad. Me responde:
“¿Dónde vivirán estos funcionarios públicos? ¿En qué país, inexistente?”-me responde-.
¿Qué te ocurre, le pregunto?
“Pues, ahora dizque los muchachos volverán a clase en formato a distancia. En qué estarán pensando estos cretinos del gobierno” –exclama-.
Yo sigo sin entenderle. ¿Qué te pasa? Te parece mal la idea. Al menos así se cuidan del corona virus, los más jóvenes, le replico.
“Si claro, eso es una cosa”.
“Es decir, evitar los contagios. La otra es que puedan tener clases y que sirvan para aprender algo aprovechable. Te explico", me dice y continua…
“Sabes, desde hace un tiempo varios amigos me envían sus escritos para que se los corrija. Algunos de ellos escriben regularmente en portales digitales.”
Sí, sí lo sabía, le respondo. Pero, ¿qué tiene que ver eso con lo de las clases a distancia? Pues mucho, me contesta y al fin le veo otra cara.
“Para que los amigos me manden sus escritos son necesarias varias cosas elementales. Primero que la electricidad les permita escribir en sus computadoras. Segundo que la red esté funcionando mas o menos bien y los archivos salgan de sus aparatos y me lleguen a mi. Yo también debo tener luz eléctrica para poder verlos y corregirlos en mi computadora. Y después mandárselos a los amigos, una vez corregidos, si hay red”.
Sigo sin entender la relación de las clases con todo esto que me explica. Y…, le digo yo…
Mi amigo de la felicidad me observa con cara de asombro y exclama: “Pero bueno, eso es lo mismos y lo mínimo necesario para que los alumnos se puedan conectar con sus maestros y con sus discípulos. Si yo, no lo puedo hacer o lo hago con mucha dificultad, con unos pocos amigos una vez a la semana, cómo piensan que se pueden impartir clases a distancia a cientos de miles de alumnos?”.
Y continua: “Eso que está diciendo el innombrable de iniciar las clases a distancia es una soberana necedad. No tienen la más remota idea de lo que se necesita para que eso se pueda realizar: luz eléctrica sin interrupciones; red de internet de calidad y continua; tener los aparatos (computadoras, tabletas y teléfonos inteligentes) tanto los maestros como los alumnos. Pero hay más amigo: qué pasa con la preparación técnica de los maestros para ordenar los contenidos educativos en formato que se pueda comunicar por internet. Saber qué es lo que van a hacer los alumnos con eso. Además, qué se espera que devuelvan a los maestros y estos cómo evaluar esa actividad de los estudiantes. De todos los estudiantes de su curso. Cree el innombrable y sus ministros de educación, que dando ruedas de prensa y ordenando que esto se haga ya es suficiente. Qué ridículos, para decir lo menos.”
Y mi amigo de la felicidad siguió raudo, a ver si podía tomar una buseta para irse a su casa, llevando con mucho cuidado unos huevitos que compró con toda la quincena que le pagaron en la Universidad...
Yo me quedé pensativo y lleno de dudas. ¿Qué será de la educación, ya mala de este país, ahora con la pandemia? ¿Qué piensan amigos (as) lectores (as)?.
Dura realidad. Pero, muy ciert. Esa es la verdad, verdadera. Todo un fraude.
ResponderEliminarFantasías de los que nos gobiernan. Ademàs, en el caso que fuera posible en términos materiales, està que tanto maestros/profesores como alumnos y estudiantes no están preparados para este tipo de educación, en donde, por una parte la principal responsabilidad recae en el estudiante que usa estos medios para guiarse en su aprendizaje: tiene que tener disciplina, constancias y hàbitos de independencia en estudiar y hacer las cosas sin estar pegado a lo que dice el profesor. Y por la otra, el profesor es mas guía/facilitador que ser el tipo que da una conferencia por internet/o la graba para que los estudiantes la bajen cuando tengan condiciones. Se requiere un cambio de actitud en la relaciòn profesor/estudiante y por consiguiente en todo el sistema educativo. Ademàs hay carreras en que la presencia, el uso de laboratorios (hay programas de simulaciòn) no pueden suplirse a distancia. Y si bien la telemedicina existe y se pràctica entre nosotros, se basa en la experiencia in situ que ya tienen los mèdicos.
ResponderEliminarMientras tanto estamos atrapados en las fantasíaas de unos gobernantes que piensan que la realidad cambia porque se decreta
En cada coyuntura hay que volver a quienes han pensado los problemas con anterioridad. Un libro excelente sobre este tema es por el venezolano ya fallecido Jose Silvio (2000)La virtualizacion de la universidad, publicado por el IESALC/UNESCO. Laamento desmontar el hecho de que la escuela no puede ir al hogar y ambas desarrollan logicas contradictorias entre si. No puede emparejarse la logica de la educacion con aquella de la escolaridad. Si se añade la logica del poder gubernamental se crea una discusion extraña al objetivo de la escuela y se interviene el espacio educación (hogar) con resultados contrarios a lo deseado. Un educador venezolano, un maestro de escuela, tambien ya fallecido, Federico Montenegro, cuando se organizó la Universidad Nacional Abierta (UNA), que preguntó cuando se informó de aquel esfuerzo de Luis Manuel Peñalver: ¿A qué distancia? Personalmente ¿como preservar y proteger la intimidad, aquella del hogar del agresor educador, de presencia racional en el espacio escolar,redundante en el espacio educacion, en este caso la escolaridad del despojo politico? Util la reflexion.
ResponderEliminar