José Manuel Quintero Strauss*
“En una hermosa mañana de mayo, el mes de las flores por excelencia, la ciudad melancólica se alegra, sus desiertas
calles se llenan de gente, las campanas se echan al vuelo, y en los balcones y
ventanas de sus casas simiarábigas, brillan ardientes y seductores, entre dulces sonrisas, los negros ojos de
recatadas doncellas, que esperan anhelantes el desfile de la vistosa comitiva,
donde viene el guerrero afortunado, el caballero de la Torre de Plata y la Celeste espada. Es Bolívar que llega”.