Ayer fui a buscar una batería
para mi carro en una distribuidora de esos aparatos en
Mérida.
Primero una cinta amarrilla cerraba la entrada al negocio.
Afortunadamente todos los que llegaban, a la venezolana, nos la saltamos y entramos.
"Sí hay baterías",
contestó un personaje mal encarado y quizás muy aburrido de responder la misma
pregunta.
Pero, que culpa tengo de que ése sea su trabajo: ¿cómo hacemos? Eso es lo que buscaba, por tercera o
cuarta vez en el día.