Esta vez mi amigo, el de la felicidad (1), me lo encuentro en una venta de empanadas en la Plaza Glorias Patrias (Mérida). Discutía pues, las empanadas tenían mucha grasa y además estaban frías.
Cuando logramos vernos y hablar ya se le había pasado la molestia… Y con una sonrisa amplia me dijo: “pasé unos días felices en Barcelona. Sí, en Cataluña”. Y por supuesto sus recuerdos son absolutamente del mayor contento.
¿Y eso a qué se debió el viaje?, le pregunté.