Por Cristian Uzcátegui Terán
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El crimen
en Venezuela ha conseguido imponernos a fuerza de balas y violencia su forma
tiránica de existencia. Es tanto el poder de acción que posee el hampa, que tiene
la capacidad de suspender nuestras garantías constitucionales en cualquier momento.
El Estado venezolano ha fracasado frente a este poder, ya que el hampa ha creado
un “Estado espurio y paralelo” que controla jurisdicciones territoriales en
el país, se adueña de competencias que son de su estricta incumbencia, que
tiene capacidad de decidir sobre la vida de los ciudadanos, y que ha expandido
sus tentáculos de organización, deformando la función de gobierno con la
corrupción como principal cómplice del delito.