He contado a nuestro lectores que tengo un conocido: “el amigo de la felicidad”, de quien he narrado aquí, otros episodios muy interesantes [1].
Es un personaje muy especial. Siempre me plantea temas sugestivos y además, los desarrolla de manera muy peculiar. Eso ocurre cuando nos asegura que, “está muy feliz” por algo que le ha pasado en su vida. En otras circunstancias distintas a la descrita, eso no se presenta. Entonces, el personaje es hosco y hasta grosero. Pero, yo le tengo paciencia y lo disfruto cuando está de buen genio. Hace días me lo volví a encontrar en la Plaza Bolívar de nuestra ciudad (Mérida-Venezuela) y me regaló la foto que acompaña al texto.