Humberto Ruiz
Dedicado a Néstor, Juancho, Fabricio y Adriana
Entender y explicar el sentido de la vida ha sido
obsesión de hombres y mujeres comunes y corrientes y también de filósofos. ¿Cuántas
hora y páginas se han dedicado a ello? Innumerables, sin duda. Después de seis
décadas de existencia algo habremos logrado entender de la vida para decirlo –o
intentar expresarlo- a quienes nos quieran escuchar o leer.
El
sentido de la vida puede ser tan amplio, variado, complejo o simple como las personas. ¿Qué nos preocupa de
nuestra existencia o de la de nuestros seres queridos y cercanos? ¿Cómo atendemos esas inquietudes y cómo incide ello en
nuestros esfuerzos de vida? Así, de seguido va aquello que nosotros creemos
resume el sentido de la vida, desde nuestra perspectiva, y quizás pueda ser compartida
por algunas otras personas.
Lo
primero que hay que atender en la vida de cada quien es determinar: ¿qué nos
gusta hacer?. ¿Queremos ser constructores, cocineros, profesores, diseñadores, empresarios,
médicos, hoteleros, cineastas, enfermeros, artistas, por decir sólo algunas de las miles de
ocupaciones posibles?. Hay quienes pasan
su vida sin saber qué es lo que quieren hacer: ¿qué es lo que les gustaría
realizar en la vida?. No es extraño que muchos no logren descubrirlo, pues no es
sencillo saberlo. Muchas personas pasan su existencia detrás de averiguar qué
hacer y luego salen despavoridos ante la rutina en que se convierte lo que creen les gusta hacer. Otros la logran encontrar y les llena plenamente
de satisfacción la existencia. Les permite pasar horas detrás de su realización
y para ellos no hay dificultades por la rutina y la cotidianidad. En fin, qué nos gusta hacer en la vida, es lo primero,
o lo principal, que debemos descubrir, averiguar o determinar. No es sencillo.
Si lo fuera, todos lo sabríamos y seriamos felices.
Lo
segundo que se debe realizar es dedicar un gran esfuerzo para hacer de la mejor manera posible, aquello que se cree nos llena
en la vida. Aquello que nos gusta hacer. Como todo, ello es relativo. Así, por
ejemplo, no es lo mismo ser chef en París que en Montevideo. Productor de
vino en Venezuela que en España. Ser
poeta en Nueva York o en Centralia (Pensilvania). Pero, en todo caso, hay que hacer
bien aquello que hemos decidido que es el interés de nuestras vida, en el
contexto que nos corresponde vivir. Hacerlo implica que nos preparemos profesionalmente parar realizarlo lo mejor posible. Hacerlo de la mejor manera, en el
contexto histórico social, en donde vivimos, es la segunda decisión que debemos
tomar en la vida. No es un decisión
sencilla. Y ello tiene que ver con el horizonte de nuestras aspiraciones. En
fin, realizar lo que deseamos, de la mejor manera posible y tratar de ubicarnos entre los mejores, tiene un requerimiento inicial que tengamos codiciones para hacerlo y que dediquemos mucho a profesionalizarnos de la mejor manera posible en dicha actividad.
Lo
tercero es lograr que alguien pague por lo que hacemos. La vida es una realidad
social. No somos autónomos, somos seres
sociales. Debemos lograr que alguien esté
dispuesto interesarse por lo que hacemos. Que aquello que sea el
producto de nuestra actividad social le interese al resto de la sociedad, o a una parte de ella, y esté dispuesto a
pagar por ello. Esto es el centro de la realidad social. Algunos lo ven como el
poder de la capacidad humana para estimular necesidades: reales o ficticias.
Esto es el centro de la existencia humana, históricamente. Le importa a los
demás, lo que tú haces, o solo a ti. Si es lo último, tendrás que pagar
socialmente por ello con la dificultad presente que ello acarrea y quizás con
la miseria tuya actual. ¿Cuántos artistas han vivido una vida de limitaciones
económicas y más adelante su obra se ha valorado monetariamente en forma
espectacular? Pues muchos. Lamentablemente, para ellos la sociedad de su tiempo
no los entendió. Y solo fueron valorados
cuando ya no estaban entre los vivos.
En
cuarto lugar, cada quien debe entender que sus aspiraciones deben sincronizarse con los intereses de la
sociedad. Y ello se traduce por lo que otros
estén dispuestos a pagar, aceptar y reconocer, por lo que tú haces. Si
lo que tú quieres hacer es por ejemplo poesía, atender a los desamparados, dedicarte a la
investigación sobre el cáncer o atender a los niños con síndrome de down, pues
muy bien. Pero, debes vivir de acuerdo a lo que la sociedad de tu tiempo y
entorno, esté dispuesto a reconocer por
tú trabajo y tú quehacer.
¿Qué
quieres hacer en tu vida; lo puedes hacer de la mejor forma posible en tu
contexto, tienes condiciones para ello y has dedicado tiempo a prepararte; la sociedad te va a recompensar por ello tanto como tu requieres para
vivir a tú satisfacción? Si logras resolver todo ello en la medida de tus
aspiraciones, serás feliz y también sabio.
Inténtalo!!!
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ResponderEliminarMirando el facebook ví que lo publicastes para que una nieta lo pudiera leer y reflexionará al respecto. A mi edad estoy en un nuevo ciclo: nuevo país, nueva lengua y los 66 para conseguir trabajar. Tengo está reflexión desde hace meses mientras aprendo la lengua! La vida me ha dado giros inesperados y siempre los acompañó con oficios nuevos, para los que aprendí haciéndo y estudiando. No me pare en que no fue para lo que estudié, y descubrí en mí otras habilidades.
ResponderEliminarEstoy a la vuelta de ver cuáles son las nuevas puertas que se abrirán. Gracias por tu escrito querido amigo. Abrazos
Gracias por tu comentario y éxito en tu nuevo camino.
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