Explicación
A
inicios del año 2013 recibimos en Mérida un documento interno de la MUD sobre
la situación del país y las acciones que la oposición democrática deberían
tomar. Los organizadores de la Tertulia
de los Martes llamaron a un grupo de personas quienes asistimos a esta
actividad en Mérida, para analizar el documento en cuestión. Producto de las
varias sesiones de trabajo se acordó dirigir a la MUD una comunicación que, para algunos
amigos que lo han leído, pone un cierto orden y dirección en la discusión de
la realidad actual venezolana y le han tItulado: El Documento de Mérida.
Creemos
que lo menos que se puede hacer en los actuales momentos es discutir, analizar la
vida política y social venezolana y
proponer ideas para mejorar al país. Hemos tomado la decisión de publicar el
documento, con la autorización del responsable del mismo. En el Documento de Mérida se dan algunas
ideas sobre lo que ocurre en el país y aquello que los sectores democráticos
deben hacer. Nos encantaría que el
documento sirva para orientar la conducta de los venezolanos preocupados por
esta parodia de democracia que vivimos.
Además, que el documento nos ofrezca un punto de vista diferente, frente a esta vociferación atronadora que hemos vivida en esta fecha
(04.02.2013), que no hace mas que ocultar los múltiples problemas y retos que
tenemos como país. HRC.
Mérida,
17 de enero de 2013.
Ciudadanos
Dr.
Ramón Guillermo Aveledo,
Secretario
Ejecutivo y
Demás
integrantes de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD)
Caracas.
Distinguidos
amigos:
Quienes
suscribimos, participantes del espacio de discusión pública que en Mérida
funciona desde hace seis años bajo el nombre de “La Tertulia de los Martes”, en
atención a los rasgos más pronunciados del actual cuadro político nacional,
hemos convenido hacerles conocer algunas de las inquietudes suscitadas por el
examen de la situación, sin más interés que el de permitirles tener un registro
de lo que en otras partes del país, fuera de Caracas, se piensa sobre nuestro
destino actual y sus perspectivas.
I
El
tránsito del año 2012 al 2013 en la política venezolana es una vuelta de página
en el desenvolvimiento del régimen establecido en el país por el Tte. Cnel.
Hugo Chávez a partir de febrero de 1999. Tres hechos nos permiten darle esa
calificación.
El 8 de
diciembre pasado, cuando el Presidente de la República informó a la
colectividad nacional que debía abandonar otra vez el país para someterse a
tratamiento quirúrgico por causa de su delicado estado de salud, advirtió que
ese alejamiento podía impedirle el 10 de enero tomar posesión, mediante
juramento, del cargo para el que había sido reelecto. Previó también el caso de
una eventual falta absoluta suya que obligaría a convocar nuevas elecciones
presidenciales, para lo cual tomó la decisión de designar a su Vice-Presidente
como el candidato en ese, al parecer, inminente proceso. En la práctica, el
Presidente dejaba abierto otro proceso electoral presidencial y consciente de la
brevedad de la previsión constitucional para llevarlo a cabo, que no da tiempo
de mayores discusiones para seleccionar el abanderado, hizo valer su voluntad y
lo escogió.
El 5 de
enero debía escogerse a quien, en calidad de Presidente de la Asamblea Nacional,
debería asumir la Presidencia interina del país en la coyuntura de la nueva
elección presidencial. La sesión del Poder Legislativo para elegir a su
directiva correspondiente al año 2013, normalmente un acto rutinario interno
cumplido por los integrantes de la Asamblea Nacional, fue convertida en esta
ocasión en un acto de estado al que solo faltó la representación diplomática
acreditada en el país. Se ejecutaba con toda la pompa nacional lo que en, en
realidad, era el primer paso en la sucesión del liderazgo de Chávez mediante un
pacto entre los herederos visibles del régimen.
Y el 10
de enero de 2013, con ayuda de un forceps constitucional expedido a petición de
parte interesada y en medio de solemnidades propias de un traspaso de poderes,
se instaló un gobierno chavista sin Chávez, que solo en apariencia es el mismo
que él presidía. En el chavismo se ha cerrado un ciclo y se ha abierto otro.
Hay, por
lo tanto, en nuestra opinión, razones para que la MUD adopte en el corto plazo
orientaciones electorales precisas, y en el mediano y largo plazo orientaciones
políticas ajustadas a los elementos del nuevo cuadro político nacional. Tenemos
el deber de suponer que entre gente tan avezada como ustedes eso debe estar
ocurriendo ya. En todo caso, la modesta contribución en opiniones que
procuramos no debe considerarse como una impertinencia.
En el
corto plazo, referido al marco de unas previsibles elecciones presidenciales y
a las que están pendientes para elegir Alcaldes y a los integrantes de los
Concejos Municipales, vale decir el año 2013, nos permitimos someter a ustedes
las siguientes proposiciones:
1. Escoger cuanto antes, ya, al candidato que
representaría a las fuerzas democráticas en la eventualidad de una nueva
elección presidencial. Subrayamos algo que, estamos seguros, no se les escapa a
ustedes. El Presidente de la República hizo el disparo con el que comienza la
carrera presidencial, el gobierno está montado ya en la campaña electoral y
tiene un candidato en la calle. En nuestro criterio, para las fuerzas
democráticas el cuadro político actual circunscribe el asunto al nombre del
gobernador reelecto del estado Miranda. Así lo creemos por las siguientes cinco
razones:
a) La candidatura de Henrique Capriles
Radonski a la Presidencia de la República en las
elecciones del pasado 7 de octubre salió de una consulta al país que tuvo lugar
hace apenas once meses;
b) A pesar de su derrota, cumplió un
papel en esas elecciones que todos le reconocieron
como altamente encomiable;
c) El reciente triunfo electoral para
la gobernación del estado Miranda pese a haber sido
derrotado en esa entidad en las presidenciales y en medio de la debacle de las fuerzas democráticas en las elecciones
regionales del 16 de diciembre tiene un valor político
incuestionable;
d) La obligante circunstancia de que de
producirse la falta absoluta del Presidente de la
República, la elección para cubrir la vacante deberá realizarse en los 30 días siguientes, vale decir, sin el ámbito
temporal requerido para pensar en fórmulas o métodos
más o menos complejos, y
e) el hecho de pertenecer Capriles
Radonski al partido integrante de la MUD más
votado en las últimas elecciones y que seguramente
debe haber examinado ya algunos de los
excesos en que incurrió en la oportunidad de dirigir la campaña para las presidenciales.
2. La
unidad no es o no debe ser solo de los partidos. La unidad nacional tiene que
ser una estrategia capaz de garantizar el encuentro de todos los venezolanos
que aspiran a producir un cambio en positivo frente a quienes ejercen el poder.
En consecuencia, ante la casi total certeza de nuevas elecciones, proponemos la
escogencia de la tarjeta única para aglutinar al país democrático. La tarjeta
única, en nuestra opinión tiene las siguientes ventajas:
a) Permite construir una mayoría
electoral más sólida, coherente y organizada para la búsqueda del voto;
b) Facilita la unidad entre las fuerzas
democráticas y los factores disidentes del chavismo;
c) Permite a la oposición conectarse
con un porcentaje importante de la abstención;
d)
Permite la simplificación del proceso electoral, reducir la cantidad de votos
nulos y conocer más pronto los
resultados;
e) Reduce los costos de la campaña en
toda la cadena publicitaria y operativa;
f) Facilita la existencia de una sola
maquinaria electoral,
g) Sería una fórmula más asequible para
que los sectores democráticos del oficialismo
pudieran votar por la Unidad Nacional para el cambio.
3. Debe
adoptarse alguna fórmula nacional para que la escogencia de los candidatos a
los Concejos Municipales sea el resultado de consultar a la gente, en cada
Municipio, y no el producto de acuerdos cupulares adoptados exclusivamente por
los partidos en las capitales de los estados o en Caracas.
4.
Establecer, desde ahora mismo, una suerte de bisagra entre las formulaciones
programáticas para una coyuntura electoral y las propuestas de fondo
estratégicas que apuntan al mediano y largo plazo. Después de un sereno intercambio
de opiniones, hemos llegado a la conclusión que ese punto de encuentro es el
texto de la vigente Constitución. En medio de circunstancias en que la
Constitución comienza a ser una camisa de fuerza para importantes sectores del
chavismo que, en consecuencia, han buscado la fórmula de evadir su cumplimiento
o de violarla abiertamente con ayuda de los otros poderes del estado, asumirla
integralmente por parte de las fuerzas democráticas como su programa político
tiene innegables ventajas electorales y políticas.
5. Hay
que afinar aspectos del discurso y de la propaganda electoral de manera que,
sin ser una repetición del discurso chavista, estén claramente dirigidos y
tengan la posibilidad de ser acogidos por destinatarios electoralmente muy
sensibles como la franja más pobre de la sociedad hoy cautiva del oficialismo,
los abstencionistas, los sectores rurales y la juventud, que no debe ser
confundida con el movimiento estudiantil.
II
Pero hay
que pensar y actuar también para el largo plazo. Aparte de un inexcusable error
de perspectiva, sería una inefable ingenuidad histórica llegar a creer o a
imaginar que la desaparición física de Chávez o su derrota electoral pueden
permitirnos a los venezolanos retornar, pura y simplemente, al momento en que
se rompió el hilo que nos guió hasta diciembre de 1998. Quienes mantengan esa
ilusión (líderes políticos, partidos o sectores económicos y sociales
influyentes del pasado) y aspiren simplemente a que todo vuelva a ser como
antes del advenimiento del chavismo, deben despertar de lo que no es más que un
sueño. Se ha avanzado bastante en la identificación de la naturaleza del
régimen que actualmente existe en Venezuela, pero se han hecho muy pocos
progresos en la caracterización precisa de la crisis que ha llevado al país a
la situación en que se encuentra hoy. Este no es un asunto académico sino de la
mayor relevancia política. Si llegáramos a ponernos de acuerdo en esta materia
tal vez podríamos superar las barreras que hasta ahora han impedido la
formulación de un nuevo proyecto nacional que le ahorraría a nuestra sociedad
el destino de un largo período de incertidumbre y desasosiego. Si no afinamos
la mira política y, para colmo, erramos el blanco por carecer de brújula, la
derrota electoral y política de Chávez puede empantanar el futuro de Venezuela
quien sabe por cuantos años. Por todo lo cual permítasenos las siguientes
respetuosas consideraciones.
La MUD, sin la menor duda, ha cumplido desde su
constitución una reconocida performance política, particularmente en el dominio
electoral. El ensayo unitario debe ser mantenido, pero como se ha movido en
medio de particularidades que muestran insuficiencias, se impone un esfuerzo
por su corrección. Por ejemplo, la existencia de la MUD es el resultado de
entendimientos entre partidos que son pequeños o se han hecho pequeños, que
difícilmente volverán a ser grandes dado el grado de empoderamiento alcanzado por
la sociedad civil y que se comporta más como una federación de organizaciones
regionales en las cuales la perspectiva de la región en la cual operan
dificulta tener una visión global, nacional, trascendente, de la política.
Ahora bien, hasta ahora la MUD carece de una visión política estratégica capaz
de ir más allá del hecho electoral y proyectarse como una opción política de
largo plazo. El cemento que une a las partes componentes de la MUD es,
básicamente, el antichavismo y no un proyecto nacional.
Para utilizar una expresión de moda, no existe en la
oposición un proyecto compartido de país, lo cual, por cierto, no es
incompatible con la existencia de partidos con estructuras y concepciones
ideológicas diferentes. Desde otra perspectiva, la MUD debe ser algo más que
una estructura solamente interpartidista y debe empeñarse en mejorar su
organización, sobre todo en los estados, en los cuales el establecimiento de
Secretarias Ejecutivas, a imagen y semejanza de la nacional, evitaría la
fragmentación y la improvisación por la alta rotación de coordinadores entre
los representantes de los partidos. Pero, sobre todo, hay que idear y
materializar la manera de que otras fuerzas sociales, además de los partidos,
tengan representación en la MUD, de tal manera que potencien no solo su
capacidad de dirección política sino su arrastre electoral.
La MUD
debe ser en la práctica un movimiento orientado a la organización democrática
de la sociedad venezolana. Ese movimiento debe ser percibido como diferente del
chavismo y, más allá de las vertientes tácticas, el núcleo duro debe ser el
correspondiente a un modelo de mercado (entendido como un mecanismo de
intermediación del proceso civilizatorio), acompañado por políticas públicas de
protección a los sectores más débiles de la sociedad. Ese modelo debe estar
centrado en la búsqueda de la eficiencia productiva, orientado a la creación de
empleos como el instrumento más eficaz para el empoderamiento de los individuos
y abierto a los mercados internacionales. El modelo de organización política
debe estar centrado en la existencia de partidos políticos y en movimientos de
promoción democrática capaces de atender o centrar su actuación en grupos
societarios definidos como los trabajadores de la ciudad y del campo, los
sectores marginales, el empresariado y la juventud. Es necesario identificar
muy bien, para poder liquidarla, esta fábrica de creación y de mantenimiento de
la pobreza que es la esencia del régimen chavista. La MUD debe arbitrar
fórmulas y procedimientos para que en su visión futura del país el rentismo,
que se ha exacerbado hasta límites que rayan en la irracionalidad, se pueda
metamorfosear y convertir en un instrumento inteligente capaz de contribuir a
su propia liquidación mediante la edificación progresiva de una sociedad
productiva, caracterizada por la extensión creciente de sus clases medias y
liberada de la dependencia avasallante del estado. No se trata de destruir el
estado sino de reconstruir nuestra sociedad. Honestamente creemos que, en el
largo plazo, este es el camino más seguro para enfrentar con éxito las
perversiones del populismo y derrotar el mesianismo junto con las demás
tentaciones totalitarias que se han convertido en la amenaza latente más seria
contra la sobrevivencia de la república.
Hablando francamente, no nos hacemos demasiadas ilusiones
con que el país democrático pueda sortear el trance actual de Venezuela
confiando solamente en una eventual elección presidencial a realizarse en 2013.
Lo que ha ocurrido en la República en estos últimos años es parte de un proceso
que a estas alturas tiene un cierto grado de complejidad y superarlo para
edificar una nueva democracia supondrá otro proceso, sobre todo si se toma en
cuenta que la inmensa mayoría de las fuerzas opositoras al actual gobierno han
optado por la vía democrática y constitucional para lograr sus objetivos, lo
cual supone asumir la lucha en condiciones de desventaja con respecto a lo que
el gobierno se permite, pero en el entendido que ello le confiere a sus
acciones una fuerza moral incuestionable.
Al
anticiparle las gracias por la atención que dispensen a esta comunicación, les
reiteramos nuestros sentimientos de estima democráticos.
Atentamente,
José
Mendoza Angulo,
Néstor
López Rodríguez,
Miguel
Rodríguez Villenave y
Genry
Vargas Contreras (Ex –Rectores de la ULA)
Germán
Monzón Salas (Ex Gobernador del Edo. Mérida)
Fortunato
González Cruz (Ex-Alcalde de Mérida)
Teodoro
Vielma (Ex-Alcalde Campo Elías, Mérida)
Humberto
Ruiz Calderón (Ex –Vicerrector Académico ULA)
Manuel Mendoza
Angulo (Ex –Decano FACES ULA)
Luis
Caraballo Vivas (Prof. Humanidades y Educación ULA)
Malín
Pino (Profa. Ciencias Jurídicas ULA)
Oscar
Aguilera Dugarte (Ex –Director CDCHTA ULA)
Diómedes
Cordero (Prof. Humanidades y Educ. ULA)
John
William Páez (Prof. FACES. ULA)
Andrés
Rojas (Prof. Ciencias Forestales ULA)
Jesús
Mora Contreras (Prof. FACES. ULA)
Alejandro
Gutiérrez (Prof. FACES. ULA)
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