A partir del 9 de noviembre de 2013, y mediante varias alocuciones televisivas, el presidente venezolano instó a
los ciudadanos de este país a ponerle
fin al proceso inflacionario que se ha
desatado en los últimos tiempos, mediante
una argucia infeliz: los
culpables de la inflación son los
comerciantes y por ninguna razón el
desastroso modelo económico, que impulsa
desde 1999 el gobierno chavista. Modelo que
en síntesis, exacerba la demanda y restringe la oferta de bienes y
servicios, mediante un perverso control y uso de las divisas, producto de la
actividad petrolera pública.
De los compradores compulsivos solo deseo decir que, con la inspiración presidencial de presionar
a los comerciantes a bajar los
precios, desentendiéndose de la
inflación, de los costos de reposición de las mercancías y de la más absoluta incertidumbre por el futuro económico
del país, tomaron la calle y están convencidos de preservarse
de la inflación, comprando lo que supone
–en buena lógica económica capitalista-: comprar barato, electrodomésticos y cualquier otro bien
valioso. Amanecerá y veremos.
Lo más lamentable fueron las colas, el trajín de la autoridades policiales y militares para que el “saqueo” fuera con orden y beneficio para ellos mismos. Otro aspecto lamentable fue el “pajarobravismo” que inmediatamente
salió a relucir entre quienes aspiraban ansiosos que se desbocaran las masas “revolucionarias”
de “consumidores”.
Los comerciantes como
el resto de los mortales no son
artífices de la inflación, sino víctimas del modelo económico. Las
responsabilidad de la inflación es del
gobierno y el clientelismo
electoral. Pero, siempre es bueno buscar
culpables donde no los hay. Y este
pueblo “vivo” parece ser incapaz de ver la complejidad y a la vez simpleza de
lo sucedido. Pretender que se puede detener
la inflación mediante una norma a la ganancia
y la venta “justa”, no solo es trabajo imposible, sino que nos hace el hazmerreír internacional.
Esa misma semana, un juez español, dictaminó que sólo el
capitán de El Prestige tuvo alguna
responsabilidad por el más grave vertido de fuelóleo, frente a las costas del
Cantábrico. El “accidente” de El Prestige,
ocurrido el 13.11.2002, fue el resultado de un cúmulo de insensateces, de
aspiraciones al lucro fácil y de
ligerezas de mucha gente. El capitán, que en cierto momento se le condecoró por
su acción como Capitán del Año, luego del accidente, es sólo un chivo
expiatorio de todos: propietarios, comerciantes de petróleo, autoridades
marítimas y políticos de todos los niveles.
Pero, dentro de ese mundo de disparates y temeridades quiero resaltar dos
aspectos positivos: la primera la presencia de miles de voluntarios que se trasladaron hasta las costas
gallegas para limpiar el vertido de fuelóleo
(convertido en chapapote) que parecía nunca
se iba a detener de verter al mar y de contaminar la costa norte de Portugal, España y
Francia.
El 06 de diciembre de 2002 se informaba,
en la prensa española, que entre 10 y 20 mil voluntarios estaban
trabajando en una labor de hormigas para
limpiar las costas y eso es digno de resaltar. Miles de personas en trabajo
voluntario mostraron una cara solidaria, comprometida y cuerda
en medio de tanta insensatez.
Lo otro que deseo destacar es que
hundido El Prestige se llevó en su entrañas toneladas de petróleo que eran una amenaza tan grave como el que ya se había vertido al mar y había
llegado a las costas. Una solución
científica y no política ha estado poniendo remedio a ésta última
parte de la tragedia. Dos microbiólogos
de la Universidad de Granada junto con otros
investigadores de la Universidad de Tejas A&M, idearon el nutriente de nitrógeno, fósforo y
hierro para que bacterias biodegraden lo que quedó en las entrañas
del maltrecho barco. Todo el proceso culminará
en el 2020. En fin, deseamos destacar
que la solidaridad y el conocimiento son dos fuerzas determinantes para palear
este desastre medioambiental desgraciado. Y en donde salió a relucir lo
peor y lo mejor de una sociedad.
El tercer hecho que deseamos relatar para nuestros lectores, el pasado domingo, se realizó un almuerzo
en un conocido restauran del centro de la ciudad de Mérida para degustar un
menú peruano. La finalidad, más allá de
lo gastronómico, tuvo su origen en una invitación de la Fundación Alegría de Vivir,
que tiene como slogan: para ganar mas vidas.
Institución sin fines de lucro que busca: “brindar apoyo
prioritariamente a pacientes provenientes de familias vulnerables con bajos
recursos económicos, que padecen enfermedades hemato-oncológicas del Estado
Mérida”. Ciento cincuenta personas se
dieron cita en el lugar para degustar el menú -que estaba exquisito- y
además, dejar constancia del compromiso solidario con aquellos que se ven
afectados por la grave enfermedad, en especial los niños.
De todo hemos tenido en la semana pasada: desde
dislates televisivos, arreglos judiciales sin justicia y expresiones de vocación solidaria con los niños enfermos
de cáncer. Quiera el destino que se minimice lo primero y se amplié y desarrolle lo último.
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Nota:
Foto tomada de: http://politica.elpais.com/politica/2012/10/11/album/1349981512_607330.html#1349981512_607330_1384353035
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