Hace unos días me propuse escribir un texto sobre la historia de mis intereses académicos de investigación. Luego de varios días maquinando, sobre qué decir, creo haber logrado el objetivo. Van las reflexiones.
Ingresé como profesor en la ULA, a los pocos meses de graduado de licenciado en Educación en 1974. Es decir, que lo que deseo mostrar es una trayectoria universitaria de medio siglo.
Cuando egresé de la Escuela de Educación de la ULA. de Mérida, en 1974, hacia poco tiempo que el Gobierno de Carlos Andrés Pérez había instituido El Plan de Becas “Gran Mariscal de Ayacucho”. Hay que recordar que, por ese tiempo el Estado venezolano comenzó a recibir una muy importante cantidad de recursos por el incremento del precio internacional del petróleo. De allí que el gobierno tuviera una gran capacidad económica que tenía que gastar o invertir, como en el caso del famoso “Plan de Becas Ayacucho”.
El esfuerzo propagandístico, del gobierno venezolano era muy grande sobre el plan de becas en el exterior y afirmaba, al menos tres cosas de dicha actividad gubernamental: 1) Era un plan para los venezolanos más pobres; 2) serviría para transferir Ciencia y Tecnología desde EEUU y Europa hacia Venezuela, a donde iban a estudiar estos venezolanos y; 3) Era un programa similar al del Gobierno japonés de 1868 con la llamada restauración Meiji.
Luego de analizar con detalle estas tres afirmaciones llegué a la conclusión que ninguna era absolutamente cierta. Demostrar esa falacia fue mi primer trabajo de ascenso, para ascender en el escalafón universitario, de profesor instructor a profesor asistente. Con la ayuda de un colega de la UCV inmigrante argentino, Tomás Amadeo Vasconi, logré que publicaran el material, convirtiéndose en mi primer libro: Ruiz Calderón, Humberto (1979): El Plan de Becas Ayacucho: Mito y Realidad. Caracas, Editorial del Ateneo de Caracas, 151 pp.
En la presentación de la obra que hizo T. A. Vasconí afirmó que la investigación: “… se inscribe en una corriente, felizmente más numerosa en este país, de estudios que inspirándose en la teoría del materialismo histórico pero sin ningún tipo de ortodoxia sectaria, han emprendido lo que llamaría ahora una seria crítica ideológica de los mitos en los que se escuda cotidianamente la democracia burguesa venezolana. Y, muy particularmente, en lo que concierne a uno de los más importantes Aparatos Ideológicos de la sociedad contemporánea como el constituído por el sistema educacional”. (El Plan de Becas… p. I).
Otro momento importante en esta historia de mis temas de investigación académica fue cuando escribí la publicación para obtener el Doctorado en Estudios del Desarrollo, en el Centro de Estudios del Desarrollo (CENDES) de la UCV, bajo la tutoría de Heinz Sonntag. Fueron varios años metido en los archivos en Caracas, del Ministerio de Relaciones Exteriores de Venezuela y en el Archivo de Miraflores, para determinar la historia de los becarios venezolanos en el exterior, desde mediados del siglo XIX hasta 1996. Con ello demostré que el Plan de Becas Ayacucho (1974) no había sido el primer esfuerzo gubernamental de este tipo educativo. Sin embargo, el libro que logré que me publicara la editorial Nueva Sociedad, solo reunió el tema de los becarios durante casi la totalidad del siglo XX: Humberto Ruiz Calderón (1997) Tras el fuego de Prometeo: Becas en el exterior y modernización en Venezuela (1900-1996). Caracas, Nueva Sociedad, 283 pp.
En el epílogo del libro: Tras el fuego…, escrito por Orlando Albornoz expresó: “… es un riguroso intento por reconstruir, a lo largo del siglo (diremos nosotros XX, HRC), los caminos que han transitado los hombre que han buscado el saber más allá de nuestras fronteras. Unas veces por sus propios medios, otras ayudados por el Estado; en algunas oportunidades como un instrumento de camino hacia el destierro, otras como premio y, probablemente en otras oportunidades, incluso como castigo..” Tras el fuego…, p. 279.
Efectivamente, en diez capítulos que abarcan los primeros 96 años del siglo XX, dimos cuenta de la historia de los becarios venezolanos en el exterior. El relato va desde aquellos quienes fueron a formarse como artistas, médicos y militares en los primeros ocho años del siglo XX; hasta aquellos de la clase media que estudiaron disciplinas científicas con posterioridad a la caída de la dictaduda de Pérez Jiménez y, hasta casi el final del siglo XX, en 1996.
Cuando visité la sala Hispanoamericana del Archivo del Congreso de los EEUU en Washington, la directora a quien le dejé un ejemplar de Tras el fuego…, me dijo que, pese a sus muchos años en el mundo de los libro, era el primero que ella veía que tratara el tema de los becarios en el exterior de un país, durante casi un siglo. En síntesis, tocó el tema de la originalidad, que es un aspecto determinante en el valor de las investigaciones académicas. Por supuesto, que esto me llenó de orgullo.
Las publicaciones sobre los becarios venezolanos en el exterior estuvieron vinculadas con otro tema. Es decir, el desarrollo de la investigación en ciencia y tecnología en Venezuela. Por ejemplo la Física y la Energía Nuclear en el IVIC; la Geografía Física en la ULA y la obra de Antonio Luis Cárdenas Colmenter; la CyT en el Programa de Febrero de 1936 de López Contreras; el saber y la técnica en los discurso presidenciales de Venezuela del siglo XX: y finalmente, un grupo de temas relacionados a la CyT en Venezuela. En fin, fueron cerca de cincuenta artículos publicados en revistas y libros, sobre la CyT en Venezuela, todos ellos con el requisito del arbitraje para su publicación.
La labor de investigación y la publicación de sus resultados, antes descrita, llevaron a dos actividades más, que deseo exponer aunque sea brevemente. Primero la actividad de investigación nos orientó también a fundar una revista científica digital: Bitácora-e y a la organización del Simpociso del Grupo Venezolano de Historia y Sociología de la Ciencia y La Tecnología, que se realiza cada año desde el 2001, en el marco de la Convención Anual de la AsoVAC. Ambas actividades, las hemos realizado en conjunto con Yajaira Freites, investigadora del IVIC, del Departamento de Estudios de la Ciencia, fundado por Marcel Rocha.
Este es el resumen que hemos denominado, como la primera etapa de mis memorias de la investigación académica. Con ello se busca mostrar nuestra historia de la actividad universitaria de investigación que he desarrollado como profesor de la Universidad de Los Andes (Mérida- Venezuela). Proximamente publicaré, en este mismo blog, la segunda parte de nuestros intereses de investigación que desarrollé luego de mi jubilación, en 1999, pero aún estando activo en muchas actividades universitarias y de trabajo académico. Gracias por su lectura. Agradecería comentarios.
Que buen escrito, es importante dejar evidencia sobre nuestros esfuerzos por construir un futuro mejor y este es un buen ejemplo. Esperamos con ansia la próxima entrega ;)
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