Humberto Ruiz
Foto: J. A. Rivas Leone |
Vargas Llosa es un escritor creativo y prolífico. Su consagración entre los venezolanos se produjo cuando ganó el Premio Rómulo Gallegos en 1967 con su novela: La Casa Verde. Se le recuerda también, como el galardonado que dijo lo que deseaba expresar sobre la literatura y el compromiso político, en el momento de recibir el premio.
El discurso titulado “La Literatura es Fuego”, desde ese momento engrosó el mundo de los clásicos de la izquierda latinoamericana. En ese momento, como casi todos los intelectuales de la región Vargas Llosa estaba esperanzado con la Revolución Cubana y abrazaba el socialismo. Hoy como todo sabemos, el escritor, está no solo distanciado del gobierno de Cuba y de Fidel Castro, sino que es un crítico de ellos.
Pero volviendo al discurso. Dijo Vargas Llosa, en ese momento, que la literatura es compromiso: “Nuestra vocación ha hecho de nosotros, los escritores, los profesionales del descontento, los perturbadores conscientes o inconscientes de la sociedad, los rebeldes con causa, los insurrectos irredentos del mundo, los insoportables abogados del diablo”. Sigue pensando de manera similar sobre el compromiso social de la literatura, no de la ideología que profesaba. Refirámonos ahora, a la otra noticia: el asunto universitario.
Las universidades en América Latina, han sido epicentro de protestas y el lugar privilegiado del pensamiento crítico. Nada más molesto que una institución que da trabajo a gente de distinto pensamiento político y les permite trabajar sin limitaciones. Ser un espacio para quienes se pueden volver críticos -y de hecho lo hacen- de los poderes económicos, políticos o de cualquier tipo. Algo así como lo que declaraba Vargas Llosa, era la literatura. Los estudiantes universitarios venezolanos estuvieron en el siglo XX contra Gómez, López Contreras, Pérez Jiménez y contra todos los presidentes de la democracia. ¿Porqué debe ser distinto ahora?
Da lastima ver altos funcionarios del gobierno nacional, que son profesores universitarios o recién egresados de sus aulas, cumplir el papel de “mujiquitas”, al justificar que cuatro años de presupuestos con montos repetidos son suficientes para que funcionen de manera adecuada las universidades venezolanas. Observarlos tartamudear para argumentar lo imposible: que sus profesores, empleados y estudiantes no son afectados por una de las inflaciones más altas del mundo. ¿Será por ignorancia o maldad que ahora, parecen no comprender lo que practicaron en su momento? La literatura, según Vargas Llosa, es fuego. La universidad también. ¡Y de eso sabe el Vicepresidente!
No hay comentarios:
Publicar un comentario