Humberto Ruiz
Reproducción H. Ruiz |
Catalina Banko y Ramón González Escorihuela propusieron a Ramón J. Velásquez, en marzo de 2009, que les concediera unas entrevistas para conversar sobre “su vida pública y su participación en los principales hechos históricos de la Venezuela contemporánea.” Un mes después se iniciaron las diez y ocho sesiones de trabajo a lo largo, exactamente, de un año y cinco días.
En diciembre de 2010 salió publicado el libro que reúne las entrevistas bajo el título: Ramón J. Velásquez: un país, una vida. San Cristóbal, Fondo Editorial “Simón Rodríguez” de la Lotería del Táchira.
Treinta y ocho temas son abordados a lo largo de las entrevistas. Parte evocando sus primeros años en San Juan de Colón (Estado Táchira) donde nació y explicándose de dónde le viene la afición por la lectura y los libros, hasta concluir sus recuerdos y reflexiones sobre los ocho meses (junio 1993 - febrero1994), durante los cuales debió encargarse de la Presidencia de la República, para concluir el segundo período de Carlos Andrés Pérez.
Banko y González Escorihuela dejan que la voz que se recoge en el libro sea exclusivamente la del entrevistado. Es una palabra segura, fuerte, elegante, fluida y precisa. Es la voz de un joven de 93 años de edad.
Ramón J. Velásquez es un venezolano que estuvo en el centro del poder político como testigo o actor principal desde 1945: su vida está estrechamente enlazada con la historia política del país. Es uno de los dos presidentes de Venezuela, nacidos en el Táchira y civil, -los otros fueron militares- del siglo XX. Sus reflexiones sobre el mundo de la política y sus actores principales son relativamente conocida. Pero, hay aspectos fundamentales. Deben leerse y además no olvidarse. Cosa muy importante, para las nuevas generaciones.
En 1934 con su entrañable amigo, Leonardo Ruiz Pineda hizo su primer viaje desde San Cristóbal hasta Caracas. Viaje que duró cinco largos días. El proceso de articulación espacial que vivió Venezuela posteriormente hizo que a mediados de los años setenta del siglo XX, cualquier población de importancia, estuviera conectada con el centro del país en una hora de vuelo. Y que de San Cristóbal a Caracas o de la capital de la República a Tucupita o Ciudad Bolívar se pudiera ir por vía terrestre en un viaje de 12 a 14 horas de duración.
El lento y complejo proceso de desarrollo regional con sus éxitos en la construcción de Puerto Ordaz y sus industrias básicas fue obra de unas pocas décadas. Así mismo, la creación de la pionera Corporación de lo Andes que originó muchas otras dependencias de este tipo. No obstante, la potencialidad regional se frustro y burocratizó hasta volver a viejos esquemas de centralismo hoy muy acendrados, aun con el impulsó a la descentralización política que permite la elección de gobernadores y alcaldes. Importantes factores de poder partidista, son responsables de estos hechos, que habrán de corregirse en el futuro.
Simón Alberto Consalvi, recuerda que Ramón J. Velásquez, durante la presidencia de Jaime Lusinchi (1984-1989), presidió y coordinó un olvidado proyecto de reforma del Estado que: “como tantas tareas… quedó inconclusa. El país es así”. Hay sin duda un dejo de frustración y dolor en estas apreciaciones de Consalvi.
Las reflexiones de Velásquez de quiénes y cómo hicieron el análisis de la situación del país y qué propusieron al Presidente Carlos Andrés Pérez (1989-1993) es quizás de lo más brillante y preciso de todo el libro. Retrata los errores que nos han llevado a gobierno actual y que habrán de sobreponerse. Pérez tildó de “lista de lavandería china” el informe y en su defecto trajo “al Presidente de la FIAT, a un alto gerente de la Toyota… y a Henry Kissinger para que le hicieran otro diagnóstico...” La conspiración continuó.
Al finalizar el libro se interrogó a Ramón J. Velásquez: ¿cómo ve el futuro del país?
“Yo veo al país más allá del tránsito bolivariano actual o del socialismo bolivariano. Veo a la gente animada, trabajando, haciendo deporte, pensando en el mañana. No está paralizada ni enquistada y mucho menos aterrorizada. Está en acción...”
Carlos Andrés Pérez, hizo famosa la frase popular: ”llueve y escampa”. Ramón J., como cariñosamente le llaman sus allegados más cercanos, sabe por su visión de historiador, que los desvelos políticos de los preparados jóvenes y la acción aguerrida de las mujeres venezolanas, encontrarán una salida al militarismo personalista que vivimos. Es optimista, aprestándose a entrar con lucidez en el último quinquenio del primer siglo de su vida. Y dice: “Tengo la esperanza de que todo puede cambiar. La historia no ha terminado.”
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