Por: Carlos Guillermo Cárdenas D.
Con el nombre de Julen conocí al ingeniero Julián Aguirre Pe por amigos comunes. Sus compañeros del Colegio San José de Mérida, asi usaban llamarlo. Venía del colegio de los Jesuitas donde estudió la primaria y el bachillerato. De los Jesuitas aprendió la disciplina del orden y la puntualidad, además de la doctrina cristiana y los principios que siempre acompañaron, la ética. Como estudiante de la Facultad de Ingeniería, su compañero de estudios Homero Ramírez Duque confesó que Julen siempre fue el primero en rendimiento de la clase. El rector Pedro Rincón Gutiérrez cuando se refería a él, resaltaba esos valores que los acompañaron como un legado de la compañía de Jesús.
Me correspondió acompañarlo como Coordinador General del Consejo de Estudios de Postgrado en su segunda gestión como autoridad universitaria. El sentido de responsabilidad y cumplimiento de las obligaciones lo indujeron a presidir las Plenarias del Consejo de Desarrollo Científicio Humanístico y Tecnológico (CDCHT) regularmente. Se motivaba por los proyectos de investigación que se analizaban en la plenaria, impulsaba con denuedo las políticas de investigación de la institución y era celoso guardian del respeto al porcentaje del presupuesto que le correspondía al área de investigación y postgrado. Su voz en el Consejo Universitario era escuchada con atención. De manera que puede afirmarse que el área académica tuvo bajo su gestión voz propia en los organismo de dirección universitaria.
Cuando el claustro universitario me eligió vicerrector académico y ante la disyuntiva de nombrar como director general del CDCHT a un académico de incuestionables credenciales, propuse al equipo rectoral que su nombre fuera en la terna de candidatos. Asumió la responsabilidad del organismo coordinador de la investigación de la ULA. Su corta y fructífera gestión al frente de esta dependencia se resintió por la irreverencia de profesores que en tono elevado hacían reclamos.
A los días me llamó para poner el cargo a la orden; alegó que como vicerrector académico nunca profesor alguno había golpeado la puerta del despacho y ahora como director general del CDCHT era usual. La renuncia del doctor Aguirre fue lamentada por la comunidad académica. Afortunadamente otro excelso profesor asumió esa responsabilidad, el doctor Walter Bishop.
La correspondencia que escribía manualmente con esmero, personalmente la revisaba antes de estampar la firma y el sello. Cuando alguna observación tenía sobre un detalle o tópico, lo hacía con tal consideración que se tenía la sensación que se estaba recibiendo un consejo u orientación.
En la etapa final de la primera gestión como vicerrector académico, llamó a los directores para consultarnos sobre la propuesta que recibía de amplios sectores universitarios que pensaron en su nombre como candidato a rector. Nuestra respuesta fue afirmativa pero al final tomó la decisión de no aceptar la candidatura. Muchos en la Movimiento Carta Académica afirmaban que el doctor Aguirre sí quería llegar al rectorado pero no quería ser candidato. Años después me confesó que lo anterior era incierto.
Lo mismo sucedió al concluir la segunda gestión como autoridad universitaria. El doctor Aguirre contaba con amplios sectores de la comunidad universitaria que veían en él el próximo rector. El profesor Miguel Rodríguez Villanave, vicerrector administrativo para la época, me confesó que si el doctor Aguire presentaba su candidatura, él retiraría la suya. El profesor Rodriguez Villanave al final conformó la plancha con Genry Vargas candidato a vicerrector administrativo, Luís Velázquez Alvaray candidato a secretario y el suscrito al vicerrectorado académico. El claustro universitario votó afirmativamente por los dos candidatos a vicerrector.
El doctor Aguirre fue gran universitario, un gran académico, un gran ciudadano. De una integridad moral y ética incuestionables. El recto proceder en todos los órdenes hicieron de él el paradigma de profesor. Estricto como autoridad, humano como persona, profesó el humanismo cristiano como principio y valor del ser humano.
La Universidad de Los Andes está de luto, el mundo académico universitario venezolano deberá izar la bandera y los símbolos académicos a media asta en su honor.
Para sus familiares y amigos, de manera especial para Deisy Gil de Aguire su esposa e hijos, nuestros sentimientos de solidaridad y condolencia. Su ejemplo siempre lo llevaremos en lo más íntimo de nuestro ser, el legado que deja a las generaciones venideras, tanto las presentes como las que tocarán las puertas de la Universidad para seguir estudios superiores.
QEPD.
06 de octubre de 2024.
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