miércoles, 15 de mayo de 2013

Una muchacha guapa e inteligente


Vino desde la cercana Pamplona, la misma ciudad de donde partieron los conquistadores españoles para fundar a Mérida, sólo que ella llegó casi cuatro siglos después. La Hermana República era una sociedad pobre, en esos tiempo. Pobrísima. No vivían bien ni los que tenían tierras y menos los que ejercieran profesiones liberales. Sociedad paupérrima, sobre todo si se la comparaba con la pujante Venezuela de la década de los años cuarenta del siglo XX. ¡Cómo han cambiado los tiempos!

Se vino a Mérida por que su familia se había dispersado luego de la muerte de sus padres.  Llegó para acompañar a una hermana mayor que se  había adelantado y casado en la ciudad con un joven ingeniero, profesor de la ULA. Con su limitada formación, la escasa primaria de esos tiempos, leía y escribía con la soltura  que muchos egresados universitarios no son capaces de hacer hoy. Eran famosas las muchísimas cartas que semanalmente enviaba  a sus hermanas y a su hermano que se quedaron en el terruño natal. Ahora que pienso en ella, creo que quizás éste afán por contar historias, de escribir, sólo por el gusto de ver las palabras  en el papel y ahora en la computadora, me viene por ella.