martes, 12 de mayo de 2015

Fe de Chamán

Puede parecer extraño que un realizador cinematográfico  dedique ocho largos años de su vida  a una historia que tan sólo tenga 77 minutos de duración.  

Para alguien  que le guste sacar numeritos son casi diez minutos por año y mucho menos de un segundo por día, a lo largo de estos años. ¡Un suspiro, pues…! 

Lo anterior pone de manifiesto no sólo las enormes dificultades  que debió sortear el cineasta para concluir el documental, sino tambien, y esto es quizás lo más importante, su inmensa capacidad de persistencia.

En una obra cinematográfica lo anterior son gajes ineludibles del quehacer. Lo más importante es, sin embargo, otra cosa:  el tema  y la manera de plasmarlo para que el público, lo haga suyo.  Y para eso se necesita estar bien formado y tener una historia interesante que contar.