Alonso Valero
Foto: HRC |
Huelga de hambre de jóvenes estudiantes a favor de los presos políticos, huelga de los enfermeros por un salario justo, huelga de los obreros para que se les honren sus derechos laborales, huelga de hambre de estudiantes de universidades autónomas, para que se les aumente las becas, tanto como la que tienen los estudiantes de las universidades experimentales controladas por el gobierno. En este último caso para que también se mejoren los presupuestos universitarios deficitarios.
No deja de llamar la atención los mecanismos de deslegitimación de las protestas: “Están comiendo cachitos”; “cómo puede ser posible que duren tanto sin descompensarse”; “están siendo manipulados por la oposición, el imperialismo y los golpistas”. Es una especie de –como suelen decir los venezolanos- “mamaderita de gallo”. Pero, todas las huelgas pasaron de los treinta días y comprometieron al gobierno a responder las exigencias. Sin embargo, reconocer las peticiones no quiere decir que se resuelven los problemas planteados.
En general se suspende la huelga, la tranca de la calle y la protesta luego de la firma de algunos acuerdos y de establecer “mesas” de diálogo, de conversación o técnicas, para ponerle fecha a los convenios y hacerles seguimiento. En esto de darle nombre a lo que simplemente es atender y resolver las exigencias, hay una gran imaginación, por parte del gobierno. Las mesas famosas solo tienen la finalidad de suspender la protesta y en particular la huelga de hambre, cuando esta logra cobertura mediática y apoyos crecientes. Luego se verá.
Y en las mesas se produce un estira y encoje inimaginable. Ya el tema de aumentar las becas universitarias y cancelársela a los estudiantes, debe pasar primero por un registro nacional, pues el listado de las becas que manejan las universidades, tienen muchos problemas. Dice el gobierno: “Hay personas que cobran doble, hay personas que no son estudiantes”. Es decir, que “las universidades” hacen trampa. Las universidades en general. Pero, no se dice cuál universidad, qué estudiante o qué persona se está lucrando. Es hacer humo, lanzar basura y no resolver. Alargar el momento de la solución, ganar tiempo. Y en esto de lanzar basura y ganar tiempo se han pasado doce…. doce… doce… largos, larguísimos, años. Ahora, tenemos registro nacional de estudiantes universitarios para otorgarles la beca; nuevo registro nacional de investigadores –que ya tenía veinte años funcionando- para darles el financiamiento para su trabajo; registro de familias para la Gran Misión Vivienda; registro…. ¡Y déle con los registros!
La estrategia del gobierno es clara: ofrecer ilusiones, ganar tiempo, lanzar basura y hacer registro. Bueno, Maquiavelo es un niño de pecho, frente a las salas situacionales. Pero, eso tiene límites. Cuidado con la paciencia de la gente. ¿O es que el gobierno busca el conflicto?
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