Foto: HRC |
Humberto Ruiz
Los
últimos acontecimientos ocurridos en
Venezuela son difíciles de comprender para muchos venezolanos y no se diga para los extranjeros. No queremos en esta
oportunidad analizar la postura asumida por los poderes públicos, absolutamente
controlados por el chavismo: mayoría de la Asamblea Nacional (AN), Tribunal
Supremo de Justicia (TSJ), CONATEL, etc.
El
hecho concreto en esta situación
compleja y hasta absurda que vivimos,
ahora y por tiempo indefinido, es tener un gobierno que debía instalarse con la
juramentación del Presidente el 10 de enero de 2013,
y que no lo hizo. Por el contrario,
ha continuado una administración que a debido concluir en esa fecha. Todo
ello legalizado por una decisión de la Sala Constitucional que ahora, para mayor atropello a la ciudadanía, no tiene
derecho a revisión, tal como también lo decidió el TSJ.
No son palabreríos, ni formalismos jurídicos, sino circunstancias muy importantes que han sido banalizadas por los poderes públicos y que nos pueden abrir un sinfín de dificultades, no sólo jurídicas sino sociales, tanto para el momento actual como para el futuro. Y esperamos que esa cualidad de ser uno de los pueblos mas felices sobre el planeta no permita que se pierda el país, que entremos en una conflictividad permanente.
No son palabreríos, ni formalismos jurídicos, sino circunstancias muy importantes que han sido banalizadas por los poderes públicos y que nos pueden abrir un sinfín de dificultades, no sólo jurídicas sino sociales, tanto para el momento actual como para el futuro. Y esperamos que esa cualidad de ser uno de los pueblos mas felices sobre el planeta no permita que se pierda el país, que entremos en una conflictividad permanente.
¿Cómo
es que una situación así, no haya devenido en estallidos sociales inmediatos?
Pues tenemos una teoría: los venezolanos funcionamos con unas máximas de conducta social que son distintas a como funcionan otros países.
Por
ejemplo, para nosotros es sumamente difícil precisar cantidades, tiempos y
circunstancias. Así, es común decirle al amigo cuando quedamos de acuerdo en
reunirnos, expresarle: “tráete unas
cervecitas”. No precisamos cantidad. O, “nos vemos esta noche o la próxima semana”, sin indicar tampoco
hora o día. Decimos que funcionamos como
sociedad con la siguiente máxima: Dejemos
para mañana lo que podemos hacer hoy. Ello ayuda ha explicar nuestra
ancestral tendencia a dejar para más adelante lo que se debe realizar ya, dándole tan poco valor a la puntualidad y al tiempo nuestro y el de los demás.
La otra
máxima que me llega hoy a la mente para entender lo que ha pasado con la decisión de la no juramentación del
Presidente, legalizada "cantinfléricamente" por la Sala Constitucional del
Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) y ejecutada por la Asamblea Nacional, es la
siguiente: ¿por qué hacer las cosas
bien, si las podemos hacer mal?
No
otra cosa parece explicar esto de no encargar al Presidente de la Asamblea
Nacional, de la Presidencia de la
República, volver a nombrar al anterior Vicepresidente
en el cargo que ya había designado el Presidente Chávez en el período administrativo que fenece y dejarlo encargado del
Ejecutivo Nacional, tal como lo establece el artículo 231 de la Constitución.
Se han argumentado muchas razones. ¿Es solo temor a lo que pueda hacer Cabello? Algo de cierto puede haber, aunque no totalmente. Creemos que lo que ocurre es que éste es un camino sencillo y lo peor para los intereses del chavismo hoy, es expedito. Es decir, rápido.
Se han argumentado muchas razones. ¿Es solo temor a lo que pueda hacer Cabello? Algo de cierto puede haber, aunque no totalmente. Creemos que lo que ocurre es que éste es un camino sencillo y lo peor para los intereses del chavismo hoy, es expedito. Es decir, rápido.
El
presidente Chávez no se va a recuperar por que su enfermedad es muy grave.
Situación empeorada por el esfuerzo hecho para ganar las elecciones del 7 de
octubre y por la medicina “revolucionaria cubana”. Lo cierto es que la salud del
Presidente Chávez se ha deteriorado a una velocidad mayor a la deseable. Lo ideal para el régimen es que dure el mayor
tiempo posible para controlar todos los factores que puedan impedir o resquebrajar el “status quo”.
Por
ello, esto de mostrar ante una parte del país
que están haciendo las cosas mal ayuda para hacer ruido, encubrir el problema
de las deficiencias gubernamentales y ganar tiempo. En particular, ganar tiempo con una pelea insustancial con
una parte o toda la oposición, para acusarla de conspiradora. Pelear con la
empresa privada por acaparadora y con
Globovisión por estimular la “angustia de los venezolanos”. En fin, un guión harto
conocido, que parece olvidado, por la mayoría de los desmemoriados venezolanos.
Aquí
lo que queda hacer es insistir por todos los medios democráticos posibles que
el modelo que inspira al chavismo, con
Chávez o sin él, es históricamente ineficiente y fracasado. La revolución
cubana, cincuenta años después de haberse instalada, lo muestra evidentemente, pues ahora vive del
financiamiento que le saca al gobierno venezolano, como antes se benefició de
la Guerra Fría y de chulearse a la URRSS.
El
papel de la oposición debe ser acompañar y agudizar las exigencias de progreso
de la sociedad venezolana y denunciar que los órganos del poder público están
groseramente controlados por el régimen, para perpetuarse en el poder, aun sin Chávez. Régimen seudo-democrático que,
solo debemos derrotar electoralmente.
La
mayoría de los venezolanos debemos hacer, esta vez, las cosas bien. Nada de
violencia aunque si de resistencia y fortaleza. Nos merecemos un país mejor y
eso pasa por dejar que se instale una cultura de la tolerancia, que nos permita progresar
con el esfuerzo de todos.
Ya basta de pleitos reales o inventados. Hay que hacer las cosas bien. Esperemos que otra máxima muy venezolana no se imponga esta vez: esperar que otros hagan, lo que nosotros debemos hacer.
Ya basta de pleitos reales o inventados. Hay que hacer las cosas bien. Esperemos que otra máxima muy venezolana no se imponga esta vez: esperar que otros hagan, lo que nosotros debemos hacer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario